- De Juan Ramón Jiménez recordaremos su poema “Poesía”:
Vino primero pura,
vestida de inocencia
y la amé como un niño...
Finalmente, el autor describe la desnudez de la Poesía que se
quita la túnica de los oropeles, la hiel y sin sentido. Esa
desnudez es la pureza. Teoría muy parecida a la de León Felipe.
Cuando J.R.J. escribe esto ya ha editado Platero y yo. Habrá
críticos que consideren que ese libro es una deliciosa muestra
de poesía pura en el que naturaleza casi idílica y pureza de
sentimientos se dan la mano con un lenguaje difícilmente
superable por los matices líricos que contiene.
- Jorge Guillén también nos dio su ideal de poesía pura y nos
dejó su decálogo, aunque de cinco mandamientos con una teoría
ambiciosa que merece ser analizada con minuciosidad, sobre todo
en la supresión de la anécdota, que no es el tema; la escasez de
verbos, que coincide con el estilo nominal, como expresión
contemplativa del autor; la precisión lingüística que es una
lucha contra la divagación poética y la concentración temática
como una defensa del tema frente al protagonismo de las figuras,
por ejemplo, las metáforas y los símiles.
1. Supresión de lo anecdótico.
2. Sustantivación de los adjetivos,
3. Escasez de verbos,
4. Precisión lingüística y
5. concentración temática.
- Veamos la opinión de Federico García Lorca cuando Gerardo
Diego le pide para su famosa Antología de la poesía española una
poética: “Pero, ¿qué voy a decir yo de la Poesía? ¿Qué voy a
decir de esas nubes, de ese cielo? Mirar, mirar, mirarlas,
mirarle, y nada más. Comprenderás que un poeta no puede decir
nada de la Poesía”.
- Dámaso Alonso, el gran filólogo-poeta, considera que “la
poesía es un fervor y una claridad. Un fervor, un deseo íntimo y
fuerte unión con la gran entraña de la tierra [...] El objeto
del poema no puede ser la expresión de la realidad inmediata y
superficial, sino la realidad iluminada por la claridad
fervorosa de la Poesía: realidad profunda, oculta normalmente en
la vida, no intuible, sino por medio de la facultad poética, y
no expresable por pensamiento lógico”.
Parece que en esta concepción de la poesía subyace la idea del
romanticismo, que consideraba al poeta como portavoz de lo
trascendente, en concreto como un vate -que viene de vaticinium,
como sabemos-, aunque este matiz llevaría demasiado lejos el
papel del modesto escribidor de versos.
- Sabemos que Jorge Luis Borges no estaba de acuerdo con el
poeta también argentino Leopoldo Lugones en que la metáfora era
el elemento esencial de la poesía. Para Borges había unas
cuantas metáforas esenciales, como el “río” de Heráclito o el
“sueño” de Calderón, significando la vida y la muerte.
- Por otra parte, conocemos la réplica de Pablo Neruda a la
poesía de espíritu minorista juanrramoniana con su poesía
“impura” y rehumanizada. No entramos en esta guerra de actitudes
literarias, puesto que perseguimos otros fines. Sin embargo,
personalmente hablando, me parece que es una teoría ambiciosa
pero con futuro la de entrar en una experiencia poética en la
que el lenguaje no está al servicio de la actitud minorista ni
de la rehumanizada, sino que brilla por sí mismo, cumpliendo con
ello la función poética que quería Roman Jakobson.