Ayer jugábamos a disfrazarnos de adultos,
Hoy, a nuestro pesar,
Hemos crecido.
Guardadas están en baúles nuestras ropas,
Mantillas, sombreros y antiparras,
Que nunca serán las de esta época.
Hemos regalado los juguetes,
No porque no los necesitemos:
Porque son y han de ser para los niños.
¡Ay, infancia que se va,
candidez perdida!
Nos queda solo el alma,
El alma inocente como una semilla
Y estas manos de acariciarnos cada día.