LA POESÍA DE PURIFICACIÓN FERNÁNDEZ RÍOS “CANDELA” “La cúspide de una reconfortante calma”
“Para ti, que haces brotar lo mejor que hay en mí.
Para ti, que estás cerca y lejos, y, también para ti, que llenas
De LUZ el pozo hondo de la oscuridad y melancolía”
(Candela)
“CUANDO EL CORAZÓN SE PONE TONTO...” (DATOS BIOGRÁFICOS)
Purificación
Fernández Ríos, como ella misma dice, escribe “como un desahogo
del alma” y se define como una mujer “sensible y romántica”,
aunque, confiesa a causa de los avatares de la vida, no siempre
amables, “cada vez menos”. No obstante, es una mujer llena de
ternura y con la capacidad de ilusionarse a cada paso prendida
en sus ojos: “La vida –afirma-, me ha deparado momentos felices
y otros muy amargos, pero nunca quiero perder la ilusión por
todo y por todos”.
Purificación Fernández, Puri para los amigos, nació en Cartagena
(Murcia) el 2 de julio de 1949. Como diría su buen amigo,
Domiciano García Moreno, tristemente desaparecido y a quien
dedicamos también un estudio en esta sección: “Era julio, apenas
era julio”.
P. Fernández escribe desde niña; ya en su infancia “prefería un
cuento a un juguete” y se inclinó desde temprano por la poesía:
“sin medidas ni fijándome” y aclara, con una modestia extrema:
“como ahora”. No obstante, su poesía brota del corazón y
contiene el ritmo de lo real y verdadero. A veces no hace falta
escribir de manera muy formal, a veces se trata de transmitir
verdad y sentimiento y eso lo hace con creces nuestra autora.
De pequeña estuvo enferma, en cama, tres o cuatro meses, y eso,
como les ha ocurrido a muchos escritores, acrecentó su
curiosidad por las pequeñas cosas y exacerbó su sensibilidad
poética: “Desde mi ventana –nos dice-, veía las montañas. El mar
estaba detrás, pero yo lo imaginaba. Ahí, entonces, también
aprendí a amar el universo: los cambios de luna, las estrellas,
los días nublados o soleados...”. Todo un mundo de posibilidades
se abrió ante ella. Así, siguió su andadura y en el colegio ya
ganó algún premio por escribir esas “pequeñas cosas” que a ella
tanto le gustaban.
Nuestra cartagenera estudió taqui-mecanografía y obtuvo el
título en Madrid. Empezó a trabajar de secretaria hasta que a
los 22 años se casó y, como dice, con cierta nostalgia, “dejé
todo: trabajo, ciudad, escribir...”. Tuvo a sus cuatro hijos,
Óscar, Noelia, Carlos y Jorge, quienes forman su vida y le dan
sentido y cuando crecieron un poco, Puri, que tenía el gusanillo
de la escritura en las venas, colaboró en “La Hoja”, un
periódico local. No obstante, sus hijos, como acabamos de decir,
son su mejor obra y su orgullo. Puri está a punto también de ser
abuela por primera vez y está deseando contarle a su nietecita
cuentos e historia e, incluso, sueña con ella y así le escribe,
en conmovedora carta:
“No
conozco tu carita y ya te quiero. Últimamente, entre mis pocas
alegrías y mis muchos sinsabores, ya eres como un rayo de sol,
¡de luz!, que me ayuda a seguir viviendo, soñando y creyendo en
un mundo mejor. Espero impaciente ese día que estés entre
nosotros. Para quererte, mimarte, protegerte...
Desde el primer día, cuando tuve conocimiento de tu existencia,
ya te llevé muy dentro del corazón; como una parte mía, ¡sangre
de mi sangre!
Yo, a veces tan agnóstica y otras tan creyente (ya verás qué
contradicciones tiene tu abuela) ya pido por ti. Porque nazcas
sanas. Que seas siempre feliz y, sobre todo, buena persona, en
estos tiempos de tanta guerra y violencia que te va a tocar
vivir.
Me siento feliz porque... ¡ya que quiero! Todo va a ir bien,
niña querida y deseada” (en “Omnia”, nº 85, mayo-junio, 2008.
Muy temprano, pues, abandonó su tierra y vivió en Rosas y
Figueras (ambas poblaciones gerundenses) hasta el 1975. Entonces
se trasladó a Madrid, primero y un año después, en 1976, a
Alcalá de Henares en donde sigue viviendo: “Al principio
–comenta-, añoré mucho a mi tierra y, sobre todo, a “mi mar”.
Ahora también, pero, sin embargo, he aprendido a querer a Alcalá
y he llegado de enamorarme de esta ciudad y sus calles y
plazas”.
“BUSCO POR SEGUIR QUERIENDO” (ANÁLISIS DE SU POESÍA)
Poco
a poco, P. Fernández volvió a escribir poesía y se integró en el
ya desaparecido grupo “El duende”. Entonces empezó con el
proyecto “Omnia”, que es un grupo literario de Alcalá que edita
una revista poética con el mismo nombre. “Llevamos ya con la
revista más de doce años, habiéndola superado día a día con
gente que, tanto personal como por medio de cartas, internet,
etc. se ha ido integrando. Hemos hecho varios certámenes y un
día dedicado a la poesía, donde, en una carpa, se leyó poesía
durante toda la jornada”. Como se ve, “Omnia” ha calado fuerte
en Alcalá y ha supuesto un reto para Purificación, quien,
además, es la presidenta del grupo: “Es un misterio –afirmaba su
buen amigo Domi en el prólogo a “Cóctel de sentimientos”
hablando de Puri-, porque como madre, ama de casa (con todo lo
que eso conlleva), poeta, escritora y leedora; escuchar, música,
radio, a troveros y trovos, asistir a espectáculos musico-culturales,
a maratones lorquianos, cuervas literarias, lo que salga, ¿cómo
se las apaña? Seguro que tiene un pacto con las meigas...”
P. Fernández lee con gusto a los narradores Blasco Ibáñez,
García Márquez o Antonio Gala; pero le seduce más la poesía y
ahí siente admiración por Pablo Neruda, Miguel Hernández, el
Gala poeta, Gloria Fuertes y, en suma, por Mario Benedetti a
quien leyó gracias a María Quirós y su programa radiofónico,
tristemente desaparecido, “Océano Pacífico”.
Una
característica de nuestra poeta es que suele acudir al
seudónimo, tal vez por pudor, ya que siente que “desnuda
demasiado su alma”. Ha firmado como Ariadna, Cristina y un largo
etcétera, aunque en la actualidad utiliza “Candela”, pese a que
todos saben que es ella misma quien los firma. Eso ya no le
importa demasiado.
Hasta la fecha, la poesía de Candela, como nos referiremos a
Puri ahora que vamos a tratar de desentrañar sus claves
poéticas, se reparte entre algunas revistas, “Omnia” sobre todo
y un par de poemarios, “Retazos de hiel y miel” (1994) y “Cóctel
de sentimientos” (1999).
La poesía de Candela aguarda una buena edición que, sin duda
merece, y, sobre todo, una revisión de los poemas que ha escrito
en los últimos diez años que están dispersos aquí y allá,
esperando a formar parte de un libro que es, al fin, una manera
de preservar lo efímero de las revistas. La animamos a ello, sin
duda.
En
las siguientes líneas nos centraremos en los dos poemarios ya
mencionados que recogen, a grandes trazos, parte del sentir de
Candela. No aludiremos al aspecto métrico, ya que ella suele
escribir de manera muy libre, con verso corto y una gran
musicalidad, como veremos a continuación. Bien comenta, con
cierta ironía, que a veces escribe renglones “muy torcidos y
otras tan derechos”... que me elevan a la cúspide de una
reconfortante calma”.
Como ella misma indica al escoger como título de su libro más
ambicioso, hasta la fecha, “Cóctel de sentimientos”, allí
veremos una mezcla o una “algarabía” de emociones; puesto que,
al fin y al cabo, su única pretensión, ni más ni menos,
diríamos, es “relatar vivencias, mías o ajenas, soñadas o
vividas”.
EL AMOR
Uno de los sentimientos que despierta más las inquietudes
poéticas de Candela es el amor:
“Personal e intransferible...
este loco deseo contenido” (“Aunténtico amor”, en “Cóctel de
sentimientos”).
No obstante, no es, muchas veces, un amor plácido y
contemplativo, sino más bien un sentimiento vivo, que duele, que
causa zozobra y angustia:
“Es personal, Amor, ¡auténtico!
¡tan intransferible!...
que NADA ni NADIE
puede “sacar copia”
de este dolor inmenso
de esta melancolía infinita
que va, más allá de la realidad” (“Auténtico amor”).
El amor, para Candela, para Puri, es una unión completa, un
entregarse al otro, un pacto:
“Sellemos un pacto, AMOR.
Mano a mano,
Cuerpo a cuerpo,
Boca a boca,
Mezcla tu alegría y mi pena
Tu pena con mi alegría” (“Sellemos un pacto”, en “Cóctel de
sentimientos”).
El amor es avidez y vida:
“Mis labios, encendidos
se escapan a los tuyos
ávidos...
de esos nuestros besos.
Se funden, se aprietan, y...
Se enfadan al separarse.” (en “Retazos de hiel y miel”).
Ella, cuando se siente enamorada, ofrece todo su yo y se da sin
condiciones, totalmente consciente de que el otro, el tú, acaso
viva en un mundo sin luz y necesite su fuerza:
“Daré luz a esa tenebrosa oscuridad
que, últimamente te persigue.
Te haré... amnésico de los malos momentos” (“Ofrenda”, en
“Cóctel de sentimientos”).
No hay motor que mueva más el corazón de la poeta que el amor,
sólo el amor es capaz de ponerle alas a su vida, de darle
sentido:
“De nuevo...
esa mágica máquina del corazón
parada por tanto tiempo...
se ha puesto en movimiento:
¡Salta, sangra,
late, golpea!
Te lo debo a ti.
GRACIAS, AMOR...
¡HE VUELTO A VIVIR!” (“Recuerdos de un verano”, en Cóctel de
sentimientos”).
Se enreda en sus sentimientos y se enreda y no sabe muy bien
cómo salir, aunque acude a una expresión de su tierra, “abonico”
que significa “bajito” y en ella encuentra consuelo:
“Despacio, Amor, muy despacio
me quejo al viento y suspiro,
clamo tu nombre hacia el cielo
pero... abonico, abonico” (“Abonico, abonico”, en “Cóctel de
sentimientos”).
Ese amor tan inmenso hace sufrir a nuestra poeta que no se
siente acompañada ni entendida, sino:
“Viviendo en la oscuridad
gritando a voces un nombre.
Y, por eso, corazón,
sufre, sufre en silencio.
Y calla, calla, calla, corazón
que ya...
¡No te permito que hables!” (“Corazón herido”, en “Cóctel de
sentimientos”).
Y es que, por desgracia,
“Siempre hay un VENCEDOR
que te anula el pensamiento
arrastrándote al vacío,
¡a la realidad, al suelo!” (“Alma”, en “Cóctel de
sentimientos”).
No obstante, aún en la noche más oscura, surge la esperanza y el
deseo de que el amor sea de verdad como ella lo espera:
“¿Cuándo volverás amor?
¿Cuándo reirá el universo? (“Universo herido”, en “Cóctel de
sentimientos”).
Al fin y al cabo, detrás de la oscuridad siempre llega la luz:
“Calma el sufrimiento,
mitiga esa pena,
mira a esa estrella
mírale, porque... es tu ESTRELLA” (“Tu estrellita”, en “Cóctel
de sentimientos”).
Pese a todos los sinsabores, un verso brota de su garganta:
“¡YO TE SEGUIRÉ QUERIENDO!” (“Vives en mi verso”, en “Cóctel de
sentimientos”).
DESEOS Y MIEDOS
Candela es una mujer comprometida con su mundo y que siente, en
lo más hondo, el desastre de la guerra, de la sinrazón, del
odio. Con sus palabras clama por la paz, por la esperanza, por
la concordia:
“¡A manos llenas!
A manos de colorines...
¡De todos los preciosos colores...!
quiero os lleguen las mías
cargadas de AMOR y PAZ”. (“A manos llenas”, en “Cóctel de
sentimientos”).
Es consciente de la dificultad que entraña encontrar realmente
la paz y, sin embarco no ceja en su empeño:
“Busco, busco siempre
y no encuentro
todo lo que más deseo
¡Vaya utopía!
No cesaré en el empeño, que...
de tanto seguir buscando
busco, por seguir queriendo”.
Pese al desengaño, ella seguirá queriendo y eso que sabe muy
bien que muchos sueños han muerto dentro de ella, dejándola
desvalida y desarbolada:
“Con un disfraz de bufón
fui vagando por la vida
llevando “a cuestas el sueño”...
¡de mi misma me reía!” (“Sueños”, en “Cóctel de sentimientos”).
Ya en su primer poemario alude a la imagen del bufón con la que
se identifica:
“Me hundo en este mar chispeante
ilusiones que bailan,
¡pobre loca!
Arlequín, bufón de sueños
Doliente alma caminante
Corazón resquebrajado...
Por tanta miseria”. (“Retazos de hiel y miel”).
En definitiva, como escribe, con una ironía bien clara:
“El amor: líquido espumoso que,
su agitas la botella...,
¡sale a chorros, a borbotones!
Pero... hay que saber luego cerrarla muy bien
(si no lo cuidas), se convierte en light
¡sin fuerza! (“Entre verdad e ironía”, en “Cóctel de
sentimientos”).
No hay duda de que, a veces, Candela se siente sin ánimo,
vencida, derrotada:
“Se ha contaminado el alma
y, juntos, alma y corazón
caminan ciegos
sin luz, sin vida...
¡Sin ti” (en “Retazos de hiel y miel”).
Candela también se siente sola y perdida, como en una noche
profunda. Sus poemas entonces se llenan de pesar y de dolor:
“Lobos aullaban
escondidos en la noche
Noche negra, ¡oscura!
Miedo a los lobos
¡a la noche negra!
Aullidos clavados con fuego
Aguijoneando el alma.
Lobos, lobos, lobos...
¡¡CALLAD!!” (en “Retazos de hiel y miel”).
MATERNIDAD
La maternidad, sin duda, ha dado a Candela, aunque aquí
deberíamos decir a Puri, sus mejor momentos, su felicidad y su
esperanza. Sus hijos han despertado en ella el deseo de
protección, la ternura más inmensa:
“Que nadie intente dañarte
te protegeré día a día
hasta que vayas creciendo
y aprendas sólo a volar
y vivas tu propia Vida” (“Nana”, en “Cóctel de sentimientos”).
En otro poema escribe:
“Alumbrarás el otoño
como alegre primavera
y tu llegada traerá
canastos de flores nuevas
a ti, mi niña...” (“Cuando nazcas”, en “Cóctel de
sentimientos”).
EL MAR
Algunos de los mejores poemas de Candela están dedicados al mar
que compara con el propio amor porque, al fin y al cabo, el mar
es “¡Como el amor! / tormenta ... y calma”. El mar, que ella
tanto echa de menos (“Mi mar, mi MAL, de tenerte siempre/ tan
lejos...”), recibe cada una de sus confidencias porque sabe de
ella más que nadie:
“Amado y quieto amigo, que, en cada ola
revuelta y loca, llevas mis confidencias
adentro, ¡muy adentro!
Alborotado mar...
que me inundas...
de una sosegada y dulce PAZ” (“Mar”, en “Cóctel de
sentimientos”)
CARTAGENA
Cartagena, su ciudad natal, une dos amores de Candela, el amor a
sus raíces y el amor al mar, después de todo, para ella
Cartagena “¡Eres la novia del Mar!”.
Pese a que Purificación Fernández está muy integrada en Alcalá
echa de menos su ciudad natal y la evoca muy a menudo en poemas
cargados de melancolía y de recuerdo:
“¡Cartagena, tierra mía...
tierra de puerto de mar!
Pasear por tu bahía...
y los barcos contemplar.” (“Cartagena”, en “Cóctel de
sentimientos”).
En otro momento, llena de pasión, escribe:
“Eres cuna de poetas
de troveros y pintores...
para más regocijo
cuatro Santos en los Altares, y....
todos ellos nacidos
¡Sólo de una misma madre!” (“Mi Cartagena”, en “Cóctel de
sentimientos”)
No olvida tampoco el entorno natural de su patria chica ni sus
gentes:
“Tus pinos y palmeras
se alzan desafiantes.
Las magnolias hechizadas
llenan de embrujo la tarde
y el algodón en tus campos
es como nieve sangrante
(...)
Ese abuelo marinero
que, entre olas navegó.
algo dejaría en mi sangre
de este mar de mi amor”. (“Campos de mi Cartagena”, en “Cóctel
de sentimientos”).
Pese a que se declara agnóstica, siente una emoción muy grande
al contemplar la procesión de Jueves Santo en su tierra porque:
“Es para mi Cartagena
esta noche... una oración” (“Procesión de Jueves Santo”, en
“Cóctel de sentimientos”).
HOMENAJES
Candela es agradecida y reparte sus deudas y afectos entre los
amigos, los familiares y los poetas que más la han influido.
Ella se siente parte de todos ellos porque de todos ha aprendido
algo, un testimonio de vida. No es necesario que sean grandes
nombres, conocidos por todo, sino esas personas anónimas que
trabajan y que viven de manera sincera y honesta como el
pescador Juan, a quien dedica una hermosa elegía:
“Sinceridad, nobleza y simpatía...
era tu lema.
Caballero, elocuente,
amigo de tus amigos,
y... como tal...
¡una suerte era tenerte!” (“Juan, su barca y el mar”, en “Cóctel
de sentimientos”).
A su padre, que ya no está, lo recuerda en una fecha tan
simbólica como la Navidad:
“¡Tanto te recuerdo!
¡Tanto se nota tu ausencia!” (“Recuerdo a mi padre”, en “Cóctel
de sentimientos”).
Dedica, asimismo, elegías a Gloria Fuertes y a Miguel Hernández
hacia quienes, como dijimos al principio, siente gran
admiración, aunque no olvida tampoco a Federico García Lorca. Un
poema íntimo y desgarrado destaca sobre el resto de elegías. Se
trata del poema que escribe al niño que apenas llegó a nacer:
“Ángel mío que te fuiste
cuando apenas despertabas
no supiste de juguetes
ni viste claro un mañana.
Dulce sonrisa tenías,
Un... ¡mamá! Que no escuché,
ni el correr por los pasillos,
ni un diente te vi nacer” (“A mi niño”, en “Cóctel de
sentimientos”)
“HASTA TU ÚLTIMO SUSPIRO” (CONCLUSIÓN)
La poesía de Candela o de Purificación Fernández, como acabamos
de ver, está llena de contrastes; tiene “hiel y miel”. Candela
juega mucho con las antítesis y con los golpes de efecto de las
palabras. Le gustan las admiraciones, las interrogaciones, los
puntos suspensivos, las mayúsculas y la antítesis. Es una poesía
vehemente, hecha de la propia vida, de la propia experiencia.
Normalmente el yo lírico es la primera persona, al menos en
primera persona escribe los poemas Candela, lo cual da una
fuerza aún más sugestiva a su contenido.
Su primer poemario “Retazos de hiel y miel” es más duro, más
desasosegado, en él se muestra a menudo desengañada y
desconfiada; no obstante en “Cóctel de sentimientos” encontramos
a una mujer llena de contradicciones, sí, pero madura de
sentimientos, madura de experiencia y llena de sabiduría. La
sabiduría que da la propia vida, con su rosario de luces y
sombras, de esperanzas y fracasos.
La poesía de Candela nos toca el alma, aunque no sea una poesía
que persiga, como ya hemos dicho, una elaboración formal, puesto
que lo que busca es agitarnos, agitar el sentimiento y hacernos
sentir, como ella, amor, dolor, admiración, fuerza, pasmo ante
la vida, sueños y desengaños. Así es la poesía de Purificación
Fernández García: sincera y directa, sin dobleces, como son los
sentimientos verdaderos.
BIBLIOGRAFÍA
-Fernández García, Purificación: “Retazos de hiel y miel”,
Alcalá de Henares, Colectivo “El Duende”, 1994, (Cuaderno nº
12).
-Fernández García, Purificación: “Cóctel de sentimientos”,
Alcalá de Henares, 1999, Colección Omnia de Poesía.