Difícilmente se pueda encontrar hoy un escenario tan complejo
como el de Estados Unidos, escenario por donde van y vienen el
presidente Bush y los candidatos a suplantarlo, Barak Obama por
el Partido Demócrata, John McCain por el Partido Republicano.
Pero no están solos, por el mismo escenario van y vienen el
trabajador desempleado, el deudor de un préstamo hipotecario
desalojado de su casa por falta de pago, el inmigrante ilegal
devuelto a su país de origen. Son millones, la sociedad del
sueño americano no los quiere pero reclama su voto en las
próximas elecciones, donde el republicano representa lo
conservador, el demócrata el cambio, aunque hay cuestiones en
las cuales están de acuerdo, como la construcción del muro que
separa a Estados Unidos de México.
A todo esto, cabe agregar múltiples factores interactuando:
aumento en los precios del petróleo y de otras materias primas
destinadas a sustituirlo, lo cual trabaja a favor de la
inflación global y del hambre, caída del dólar, catástrofes
naturales habidas y por venir, donde descuella el calentamiento
global producido por la emisión de gases, concentración de
capitales vía fusiones y compraventas, delincuencia empresarial,
y la lista no se agota dando cuenta de un escenario complejo,
donde la caída de la demanda y la pérdida de confianza en el
consumidor van de la mano. Hay quien habla de crisis económica,
otros la reducen a financiera, hay quien constata signos de
recesión. Hay quien es optimista, y afirma “que ya pasó” y que
se están tomando las medidas adecuadas, hay quien es pesimista y
sostiene “que lo peor está por venir”. Más allá de los nombres y
de los pronósticos, un fenómeno se destaca: el desempleo cuya
tasa ha alcanzado el 5.5 %, un salto respecto de la lectura
mensual anterior, que fue de un 4.5%. El desempleo evoca aquel
fantasma de los años treinta, las colas para recibir un plato de
sopa. Y se conecta con otro factor en juego dentro del escenario
complejo: la guerra de Irak.
Fue declarada “por error” creyendo que había armas de
destrucción masiva en territorio irakí y proseguida a lo largo
de varios años “por estrategia”, es decir, perseverando en el
error. Tan reñida está la guerra de Irak con la lógica, que
muchos se preguntan si no habrá algo más. Y sí, lo hay, desde
luego se trata del control del petróleo de Medio Oriente. Pero
no es todo, hay más todavía: la conexión de guerra con
desempleo. Fue la II Guerra Mundial, asevera el general
Eisenhower en sus memorias de la Casa Blanca, la que acabó de
pagar las facturas de la crisis de los años treinta, en especial
el desempleo. No lo dice Fidel Castro sino Ike Eisenhower, el
victorioso comandante en jefe de las tropas aliadas en la II
Guerra Mundial y más tarde presidente de Estados Unidos por el
Partido Republicano.
La cifra estimada de bajas de los Estados Unidos en aquella
guerra, es de 400.000. Y aquí viene la relación con el
desempleo. Cada uno de los 400.000 se corresponde con un puesto
de trabajo, sea en fábricas, sea en tareas agropecuarias, que
queda vacante y sólo será cubierto si se trata de abastecer a
las tropas en combate, en aquella ocasión decisivo y universal
por la libertad, contra el nazismo. De modo que las cosas han
cambiado. ¡Y de qué manera! Lo que antes sobraba, la mano de
obra, ahora escasea, tanto para hacer de la tela un uniforme
militar, tanto para fabricar aviones de combate en lugar de
automóviles. La mujer se incorpora a la producción, el triunfo
lo dará la velocidad con que se logre remplazar la flota
diezmada en Pearl Harbor, y mientras tanto, silenciosamente, el
desempleo será derrotado a la par de los nazis y del imperio del
sol naciente. Cada soldado caído es un puesto de trabajo vacante
que no será ya cubierto por quienes dejan sus huesos en el
frente o regresan marcados para siempre por la incapacidad.
La II Guerra Mundial en los años cuarenta, el conflicto armado
de Corea en los cincuenta y, ni qué hablar, la guerra de Vietnam
de los años sesenta a los setenta. Tienen el mismo efecto
curativo, Estados Unidos llega a movilizar medio millón de
hombres con motivo de Vietnam. En fin, la crisis capitalista en
su efecto desempleo se va paliando de década en década. En lugar
de un trabajador desocupado y rabioso contra el sistema, un
soldado en el frente que no discute las órdenes al punto de
rendir su vida, así los 50.000 muertos en Vietnam. Y que, cuando
comienza a manifestar su descontento incluso en las filas, se
acuerda la paz… ¿por cuánto tiempo? Es una pregunta que será
contestada por el terrorismo a partir del atentado de las torres
gemelas, aquel 11 de septiembre dando en el corazón de New York
y en el corazón del orgullo americano, que se descubre
vulnerable.
El terrorismo. Enseguida la gente comprendió. Ésta es una guerra
y va a durar semanas, si no meses, se dijo el 12 de septiembre,
y la gente pensó: entonces esto va para años. Precisamente, se
dijo días después, y la gente pensó: bueno, bueno, mejor será ir
acostumbrándose a convivir con el terrorismo. ¿Se acuerdan de la
película “Brazil”? La recomiendo. En un escenario situado en un
futuro próximo, un terrorista pone una bomba en un restaurante
volándolo al 50%, sector donde quedan cadáveres destripados y
sanguinolentos, mientras que en el otro 50% la gente sigue
comiendo y platicando como si nada, el gerente coloca un biombo
para evitarles la vista desagradable. ¿A eso vamos? Tal vez.
“Cosas veredes, Sancho…” Y por su lado, la ciencia ficción, la
nostradamus de nuestro tiempo, tiene ganadas varias batallas a
la bola de cristal.
Pero, hay que reconocerlo, la guerra de Irak ha decepcionado.
Lleva varios años y, a diferencia de la II Guerra Mundial, otras
son las cifras: los muertos estadounidenses no pasan de 5.000
(el número de soldados movilizados ronda los 150.000). Así no
vamos a ninguna parte, a su regreso se reintegrarán al ejército
industrial de reserva o se pondrán a limpiar la basura de las
calles. No los mandamos a Irak para eso, qué caray.
En fin, desde el comienzo previne sobre lo complejo de la
coyuntura. No sólo en Estados Unidos, sino en el mundo entero,
el hambre y la guerra están a las puertas, no, más: ya entraron,
convivimos con ellos, y hay una noticia que agregar: se ha
ampliado una fuente de trabajo, a saber: los fabricantes de
armamento atienden puntualmente los pedidos y sugieren, como al
cepillo de dientes, renovarlo cada tres meses.
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