Suscribir a la Revista
Reciba cada mes en su correo el boletín con el índice de artículos publicados y
la entrada directa. (Ingrese nombre y E-mail)
LA WEB de la ARTRITIS REUMATOIDE
Vótenos en
o en Hispatop
Colaboraciones
Conversación entre Nicolás de Vinarés y Helio Arista
por Javier Guerrero Rodríguez
Madrid
- Está usted solo caballero. Únase a nosotros. Ya lo dijo ese
fanfarrón de Thomas Purple. Sí, lo dijo en un maldito tugurio de
Pigalle, allá en París donde están los mujeres de los labios
rojos y la tumba de Balzac, y la de Moliere, y la de Wilde, y yo
me cagué setenta veces en la madre de la muchacha que quería ser
mi amiga y leía con entusiasmo adolescente mis relatos de La
Vida Perra en Montmartre pero me denegaba todo tipo de favores
sexuales, y no se percató de que con la historia La Cara Oculta
de Marie, me la quería llevar a la cama... Y así se lo dije un
día, Marie yo no soy de aire y tengo demasiadas alteraciones
sanguíneas de las que te considero responsable... Y a lo mejor
no percibió el halago, o no puso intenciones... O es evidente
que lo percibió e hizo como si nada, porque entonces yo estaba
demasiado gordo, y tenía gripe cada tres o cuatro días, pero
luego fui ganando atractivo con los años... Ya me ve... A mis
setenta... Bueno a lo que iba, Purple... Purple Purpurina me
dijo que a un solitario siempre hay que ofrecerle vino, y en
caso de negativa había que decirle: ese es el motivo de tu
soledad, súbdito de Lucifer, alma egoísta... Tu te has buscado
esa puta soledad... Pero Purple estaba loco, y a los locos hay
que hacerles caso, claro que hay que escucharles, porque entre
medias de la cantidad de estupideces que dicen, se escapa alguna
verdad, y suelen ser verdades dolorosas, de una integridad
aplastante, pero cuando beben hay que andarse con cuidado porque
se ponen agresivos, y a mi una vez me rompió la nariz porque le
negué la séptima copa, y yo le dije: Purple, un día te vas a
morir y no irá ni Dios a tu triste funeral... Claro, que se lo
dije, con la nariz sangrando a borbotones... Un puto pirata de
la literatura, siempre con sus líneas sórdidas y la oscuridad y
los humos y las putas... ¿Qué esperaría usted de un tipo que
escribe un poema llamado El Suicida Cirrótico?... Estará por
ahí, durmiendo en los soportales de París... No utilizaré la
brusquedad de Thomas, pero le anticipo que tal vez utilice
alguna incorrección que le podría incomodar. ¿Se une a nosotros?
Le diría con un voz algo más elevada: no sabe lo que se pierde.
El poeta había dejado de lado la melancolía y se había crecido,
y era mucho más hablador de lo que cabía imaginar. Y tenía voz
de bucanero, y sus gestos prometían fortaleza de carácter. Le
temblaba un poco el pulso y de vez en cuando alzaba las manos
para enfatizar.
- No tengo inconveniente – el tono era tímido y humilde, claras
notas de su personalidad.
- A ver...Usted...¿De dónde es?
- Pues...bueno... –titubeaba un poco- .De Monotonía.
- Ah...Monotonía... Cerca de Tedio... Nunca he ido por allí,
pero si quiere que le sea sincero, dudo que alguna vez vaya...
Monotonía... Con ese nombre nada bueno ha de prometer esa
pequeña ciudad... Monotonía rima con agonía, con afonía, con
manía, con pulmonía... Es una palabra con unos cromosomas
horribles... Mire Praga, con cromosomas similares a braga, a
saga, palabras con sentido y fuerza... O Berlín con el mago
Merlín o berlina... O Francia con fragancia... Es una teoría
absurda, porque a su vez podemos encontrar la palabra rancia,
que es similar a la bella Francia o la sublime Florencia... Pero
todas las teorías tienen alguna imperfección, la jodida
imperfección que lo desmonta todo decía ese crápula de Lou
Montana... En fin dejémoslo aparte... ¿Qué le trae por Madrid?
- Trabajo.
- ¿Trabajo?... ¿Qué trabajo?
- Soy tramitador.
- Entonces, usted tramita... ¿Qué demonios tramita?
- Todo tipo de prestaciones de la Seguridad Social.
- Ah... Usted se encarga de que la gente llore contenta, o al
menos con algo de alivio... Si un albañil se cae de un andamio y
se rompe siete costillas y las dos piernas, lo prepara todo...
Si un camionero estampa contra una vaca su Pegaso y se queda
atrapado en la cabina diciendo me cago en el mayoral de la
ganadería, con cristales clavados por todo el cuerpo, y la cara
desfigurada, usted lo prepara todo, señor... ¿Cómo se llama?
- Aurelio.
- Usted, lo agiliza todo, señor Aurelio, para que en el número
de cuenta del obrero sea transferida una cantidad mensual
similar al salario, lo cual se extendería a todo el período de
baja... Así el tipo va con sus muletas al bar, o a su casa a
soportar a su posesiva suegra, y puede decir que podemos comer,
que estoy mal porque me duele todo, pero lo positivo es que no
tengo que trabajar, y además me pagan... Y entonces el tipo que
no tenía tiempo de pensar entre fachada y fachada, un buen día
sentado en la taberna de su barrio, reflexiona sobre su salario
y concluye que es una basura... Y es el momento de llorar, pero
en la segunda fase de la reflexión, se da cuenta de que no está
subido al andamio, y eso le satisface, y piensa en como se
podría prolongar esa baja... Una baja es una fusión a intervalos
regulares de tristeza y alegría...Y lo mismo extiendo para el
camionero... No está mal su trabajo... No se queje... Ahora todo
el mundo quiere pertenecer al Estado... Es la época de la
burocratización de la población... Los padres les dicen a los
hijos que opositen, que allí se está muy bien, entre las
tribunas del Estado... Hijo, estudia y luego a vivir de puta
madre... No, no coincido con esas ideas burguesas... Yo le diría
algo tanto o más difícil de conseguir: hijo, haz lo que te salga
de los cojones, pero hazlo bien y que el tiempo te fluya
veloz... Porque si las horas pasan rápidas el muchacho estará
bien haciendo su trabajo, y hasta pudiera que se divierta...
Usted es carne del Estado...
- Bueno, es muy rutinario.
- Bueno, usted vive en Monotonía.
Dos jóvenes miraban sin demasiado interés las páginas del
suplemento cultural de un periódico, y distraían la mirada para
observar a algunas muchachas, beber, y de vez en cuando reír las
historias del poeta, el poeta que se había retirado para ir al
baño y volvía con las palabras acechando.
- Mire Aurelio, la vida es una rutina para casi todos los
mortales, pero también es valor, intuición, descaro y apetencia,
ya sabe VIDA –escribió la palabra en una servilleta-... En fin,
ya sabemos que muy poca gente hace lo que le gusta, y eso aparte
de un tópico es una realidad... Una realidad en la burocracia,
en la empresa privada y en el arte... Incluso a los artistas
también nos absorbe la rutina, cuando las ideas no fluyen y
sufrimos la obstrucción mental, y por algún instante, por
efímero que sea, detestamos la literatura, o la pintura, o la
escultura... No en sentido global, sino más bien nuestra parte
creadora, paralizada por cualquier circunstancia intrínseca, o
tal vez ajena a nuestra naturaleza... Y no nos gusta nuestra
obra, no nos gusta nuestro trabajo... Entonces el tiempo pasa
lento y plomizo... Pero... ¿Qué hacemos?... ¿Nos quedamos
parados?... ¿Esperamos a que la inspiración llegue y tome
asiento en el cerebro?... No, la inspiración no llega por
sorpresa y dice: Nicolás, capullo, estoy aquí, hazme un hueco en
tu cerebro que nos vamos a poner a trabajar, y date prisa porque
si me tocas mucho los huevos, me voy... ¿Y si no llega?... No
Aurelio, no... Hacemos uso del valor, o del descaro y buscamos
la inspiración distrayendo la mente en estado de parálisis
creadora temporal... Yo lo llamó la rutina del atasco, o PCT...
Y usted tiene suerte amigo, porque usted no requiere de
inspiración, o al menos no es vital para el desempeño de su
trabajo, y no sufre rutina del atasco, usted no tiene que
decirse a ver como cojones me queda bonito este expediente de
baja por accidente laboral, pero sufre rutina del
amontonamiento, que es una de las palabras más horribles del
universo, amontonamiento que va con los cromosomas de
fusilamiento, escarmiento, mugriento, y que tanto tiene que ver
con las afecciones cardíacas... Le hablo del maldito infarto de
miocardio... Creo que ustedes lo llaman carga mental, cuando su
mente no da abasto para recibir tal cantidad de información,
demasiados expedientes que le están jodiendo la salud, y la
salud hay que dañarla con conciencia, distracción y apetencia...
Pero que el Estado te haga enfermar o morir es una de las cosas
más tristes que puede haber... Disculpe caballero, pero en
cierta manera yo me salí de la maraña de la sociedad y de sus
líneas de producción y mi opinión es demasiado particular...
¡Qué usted trabaja con expedientes!... ¡Pues haga los acordes a
su salario!... ¡No más!... ¡El resto es explotación!... ¡Y uno
decide cuando se quiere explotar a sí mismo!... En fin,
Aurelio...¿Le gusta su trabajo?
- Bueno, no sé hacer otra cosa.
- Me cago en la calavera de Thomas Purple... No utilizaré el
verbo aborrecer, porque ya es demasiada agresivo mi rostro, y no
quiero asustarle, pero he de decirle que detesto a la gente que
responde que no saben hacer otra cosa... Cuando un cabrón dice
que no sabe hacer otra cosa, es un jodido soberbio que trata de
decirte que lo que hace, ya sea escribir, pintar, o diseñar
cabañas, lo hace de una manera sublime y es un genio en sus
propias creaciones... Yo no sé hacer otra cosa, yo nací para el
arte cubista... Yo no sé hacer otra cosa, y todo lo que soy se
lo debo a mi poesía socrática, claro que si no hubiera existido
Sócrates yo no me habría dedicado a la poesía... Patrañas...
Pero en su caso, cuando un tipo apagado y triste como usted, me
dice a media voz que no sabe hacer otra cosa, pienso que usted
tiene la autoestima en los suelos, que está acabado y que
tramita como una máquina, pero como una máquina diseñada con
mínimos margen de error por los mejores informáticos
asiáticos... Usted es un genio de la tramitación, Aurelio, pero
en Monotonía nadie se lo dice... Usted debería viajar más
Aurelio, y lo comprendería todo... Viajando, uno llega a
entenderlo todo... Todo, Aurelio... Por curiosidad... ¿Cuál es
su apellido?
- Tristán.
- Joder, dan ganas de llorar... Tristán... Ya hablaba yo antes
de los cromosomas de las palabras... Tristán... Triste...
Aurelio Tristán, tramitador de la Seguridad Social... Aurelio
Tristán, el tipo que se encarga de que la gente llore
contenta... Le va ese nombre señor, le va al pelo... Como
artista tendría que cambiarlo... Por si algún día decide, es una
recomendación... Algo así como... Helio Arista, que tiene las
letras de artista, y tiene contundencia y va con malabarista, el
malabarista del verso, o con expresionista, o ilusionista, y con
alquimista, pero a mi nunca me han gustado los alquimistas,
porque también decían que no sabían hacer otra cosa y aún no
entiendo como coño se puede convertir el plomo en oro y como
fabricaban las pócimas para la vida eterna... Jodidos brujos
arcaicos... A lo que iba... Yo me llamo Nicasio Vinagre... Es el
nombre que figura en mi documento de identidad, y en el
pasaporte, y en la putas facturas de teléfono... Es la herencia
de mi padre... Y hubiera estado bien si yo fuera el enterrador
de Monotonía, o el matarife de Tedio, o un aburrido bedel de
colegio, pero me dio por la literatura, ya sabe, por los poemas
y los relatos, y lo cambié cuando escribí la primera historia a
los dieciocho años, Memorias del viejo Yago, qué no se yo porqué
me dio a mi por narrar las memorias de un viejo perdido en una
aldea de la montaña, un viejo que no sabía hacer otra cosa que
vivir en la aldea, porque detestaba la sociedad, y vivía de lo
que la tierra daba y de la caza... Pero cuando uno tiene
dieciocho años no sabe mucho por donde va a tirar su carrera, o
si realmente va a ir alguna dirección, o se va a estampar a la
primera de cambio... Y el editor me mandó a la mierda, pero no
rechazó la primera obra de Nicasio Vinagre, sino el primer
relato de Nicolás de Vinarés, que tiene una presencia mucho más
agraciada y gratificante y es apto para escribir... Así que
Nicolás enterró a Nicasio, y de Vinarés se desprendió de la
acidez de Vinagre, y yo tuve un nombre de escritor... Sin
embargo, aquí mis amigos, estos dos jóvenes tan empeñados en
escribir sobre el lumen, los canallas y las debilidades del
hombre, nacieron con fortuna y adquirieron adecuados nombres
para el arte... Alejandro Montesquinza, con esa pinta un poco
quevedesca y esas perpetuas ojeras, y Jorge Víctor Palermo, que
también es el nombre de una ciudad siciliana y da mucho juego
para la decadencia y las debilidades... Quizás lo de
Montesquinza es un poco dieciochesco, pero a Alex le va bien así
y no lo va a cambiar... En fin, a ver Aurelio... Usted... ¿Ha
escrito alguna vez?... Qué demonios, le quitaré la máscara, le
llamaré Helio...Helio...
- Alguna redacción en el colegio...
- Bien, por ahí se empieza, escribiendo sobre la excursión a
Toledo, o sobre el día en el que todos los niños cantábamos y
recogíamos setas en el campo, o sobre mi experiencia en el día
de la romería de la Virgen de la Salud... Ahora toca que me
cague en la vorágine de los relatos de Poe porque no hay Dios
que pueda superar a ese caótico genio... Reitero la pregunta con
algún añadido... Helio... ¿Ha escrito alguna vez por voluntad
propia alguna historia de ficción o algún relato sobre sus
propias experiencias o las de los demás?
- No.
De Vinarés pidió una botella de Burdeos y unos platos de canapés
y guiñó un ojo a la camera asiática, y le dijo que le alteraba
la sangre su mirada de Oriente. Pero entiendo, muchachita
oriental que estoy demasiado viejo, y sería más bella tu estampa
frente a un tierno joven de Shangai. No obstante, si no fuera
así, deja tus señas pequeña. Te llamaré cuando me llegué la
obstrucción mental. Qué mejor para la rutina del atasco.
- Descaro, Helio, descaro... Forma parte de la vida,
caballero...
- Sí, ya le veo, Nicolás...
- ¿Ha sido usted alguna vez descarado?
- No es una cualidad que me identifique, le diré... Pero tal
vez, alguna vez...
- Coma, coma sin miedo... Ha de tener hambre después del
viaje... De sentido a la muerte de la anchoa y el salmón... Y no
escatime el vino, que como dicen esos elitistas enólogos, la
cosecha es excelente... Afrutado, barrica, roble, etcétera... Y
también lo decía Purple, pero lo dijo tantas veces que acabó con
cirrosis... Por allí por París andará... Tomás Purina... Thomas
Purple...
- ¿Está usted casado Helio?
- Sí.
- ¿Quiere a su mujer?
- Sí.
- ¿Es feliz con su mujer?... Perdone que esto tome tono de
interrogatorio... No es más que en la primera cita...
- Bueno, a veces.
- A veces yo era feliz con mi mujer, con Mónica, y a veces era
repudiado por sus ojos de diablesa, y cuando empezó a mirarme
más como diablesa que como ángel y ninfa de mis fantasías
sexuales, todo se acabó... Entonces dijo con cara de diablesa
que las fantasías eran excentricidades y que mis poemas eran
producto de mi insatisfacción, que yo no sabía hacer otra cosa
que escribir poemas y que los necesitaba para disfrazar mi
infelicidad... Yo le dije: Mónica... ¿No tenías hoy cita con el
puto sicoanalista? Desahoga tus penas con él y si se pone tierno
te lo llevas a la cama... Y cuando le dices a una mujer que se
tire a otro tipo, se lo acaba tirando, y te conviertes en yerba
amarga, que era el seudónimo con el que escribía el triste
Kafka... Cómo cambia el cuento, amigo... Cómo cambia... Y lo
superé tras dos días de borrachera con Alex y Palermo, estos dos
gandules que me caen bien porque escriben de puta madre y no
tienen ni puta idea de que escriben de puta madre... Y luego
estuve con Paula... Paula, la pobre Paula, que estaba contra el
mundo, y por cercanía contra mi... Estaba contra todo porque era
locutora de radio y había ganado cierta audiencia y esa gente
tiene mucho peligro... Ojo con los periodistas que tienen
audiencia... A mi me daba miedo escucharla, con esa garra y esa
rotundidad, y esas palabras que salían salpicadas en saliva,
pesadas como si fueran palabras de acero... Queridos oyentes,
vivimos rodeados de desfachatez y desvergüenza, al amparo de
unos nefastos gobernantes... Queridos oyentes, hoy nos vamos a
Guadalajara, donde los vecinos del barrio de San Cebrián no
pueden vivir rodeados de ratas y basura, y vamos a denunciar...
Era la tía más aburrida del mundo, cubierta de oro y soberbia...
Cómo cambia la historia, a veces, cuando llega el éxito... Lo
peor es que cuando nos enamoramos, hay veces que buscamos en el
transcurrir del tiempo la primeras causas del amor hacia esa
persona que ahora queremos lo más lejos posible, y no las
encontramos, no las encontramos, o las encontramos vagamente, no
reconocemos a la persona que un día amamos, porque los malos
tiempos borran de la memoria los buenos, o los dejan anclados en
la memoria, pero muy difusos y con muchas brumas... Me ha salido
mal lo del amor, Helio, muy mal... Y fantástico lo de las
relaciones esporádicas...
- Mi mujer es muy normal, Nicolás, muy normal... Es una persona
temerosa... Así la educaron, como hicieron conmigo... Pero es
buena... Y con eso tengo mucho ganado... Pero...
- Temerosa, normal... Me viene a la cabeza la palabra muermo,
Helio. Tiene ganada tranquilidad, pero su vida es más aburrida
que la de un caracol... Disculpe la décima intromisión...
- Bueno, ya lo dijo usted, vivo en Monotonía...
- Y en la monotonía, Helio...
- Sí, así lo hemos asumido...
- Usted me gusta, me gusta... Helio... Se lo aprecié desde un
principio... Tiene, amigo, una humildad y una bondad que a veces
me ha desesperado en este tramo de tiempo, desde que le invité a
sentarse, pero es usted de verdad, y me produce afecto y pena su
presencia... A veces me mira como un oso de peluche, pero eso se
puede arreglar... Se puede... Disculpe lo de la pena, pero es
que no le imagino una vida demasiado ajetreada, y eso es una
decisión propia, pero tengo la impresión de que a veces lo
hubiera deseado... Usted hubiera deseado tener otras
experiencias, alejado de Monotonía, algún viaje, alguna
aventura...
- Sí, quizás...
- Sí rotundo, Helio, usted se daría cuenta en cualquier esquina
de la ciudad de París, o de Delhi, o de Madrid, o Praga... Se
daría cuenta... Viajando todo se entiende... Y yo, hoy, trato de
ayudarle a entender, porque además, me divierte...
- Sí, la verdad... Esta reunión con ustedes para mi es algo
diferente, y la novedad puede gratificar el tiempo...
- Oh, le ha quedado muy bonito... Usted lo ha dicho Helio, la
novedad gratifica el tiempo... Si todos los días tuviéramos esta
reunión en la Plaza de Santa Ana, habría días en los que no
acudiría a esta mesa a escuchar al loco de Nicolás de Vinarés...
Sin embargo, hoy es algo al menos diferente... Y ya ve, no está
tramitando, si acaso extrañado por lo que este viejo le dice...
Beba, beba vino... Burdeos es una ciudad un poco aburrida, no
tanto como Monotonía, pero su vino es sublime... Por cierto...
¿Dónde se hospeda?
- En un hotel de la calle Almagro, pero en fin, no tengo
prisa... Hoy tengo el día libre... Mañana seré la máquina
tramitadora...
- Oh... Tiene usted sentido del humor, la máquina tramitadora,
la máquina con las coordenadas para que la gente llore
contenta... Y por otro lado, no tiene prisa... Y va estando un
poco achispado... Lo noto en sus ojos, que van cogiendo el
brillo de las brasas... Va dejando de ser oso de peluche... Va a
tener usted mirada de fuego, caballero... Y, lo primordial, el
señor Helio no tiene prisa... ¿Porqué?... Porque está bien, y
cuando la gente está bien no quiere que pase el tiempo... Y
usted va estando en sintonía, y va cogiendo confianza...
Dígame... ¿Cómo era su padre?... O... ¿Cómo es?
- Era. Un hombre de muchas precauciones, y bastante temeroso,
pero al fin y al cabo, buena persona...
- Y el responsable de que usted entrara en la empresa
estatal...
- Sí, en cierta forma sí... El quería un estabilidad, un trabajo
sin riesgos para mi... Siempre decía: entrar en la
administración es bueno por el corazón...
- Pero en cambio, usted sufre la rutina del amontonamiento...
- Cobro a fin de mes, pase lo que pase, y soy más indefinido que
un pato en el estanque.
- Más indefinido que un pato en el estanque... Indefinido,
estanque, pato... Me cago en su símil y en la geta de Stalin...
Los patos, Helio, tienen el cerebro atrofiado de estar todo el
día en el estanque, pero si fueran listos volarían a conocer
otros estanques, los de Budapest, los de Berlín, o los de
Glasgow, y conocerían a otro patos, y vivirían su vida de pato
con más intensidad... Y dirían en el idioma de los patos:
hostias, que bien se está en las aguas de Varsovia en
primavera... Joder, pero luego llega el invierno y hay que volar
a Barcelona... O a Catania... No, a Catania no, que los niños
sicilianos tienen muy mala leche y están todo el día tirando
piedras y jodiendo... Indefinido... Vaya palabrita, una cosa de
duración indefinida, y además se la aplican a un tramitador que
indefinidamente tramitará... Yo soy más de temporalidad, pero
tiene que haber de todo... Por cierto... ¿En qué gasta su
dinero?... Esa cantidad que cobra a fin de mes, pase lo que
pase...
- Poca cosa, Nicolás, poca... En algo de ropa para Lourdes, en
alimentación, algún libro que otro, periódicos... No sé... No
soy muy dado a gastar...
- Y... ¿Le pagan bien?
- No me quejo.
- Y... ¿Tiene hijos?
- No.
- Va usted a llegar rico al cementerio, Helio... Va a vivir en
el barrio bueno del cementerio... Va a tener una sepultura de
puta madre, y eso está muy bien... Está muy bien, y es muy
triste... Está bien que le visiten sus amigos y vean la grandeza
del mármol y de su nombre tallado y sería positivo para su
reputación post-mortem, pero... ¿Acaso no sería ello reflejo de
una vida correcta, pero algo apagada a la vez?... Con pocas
experiencias... Bueno, que le va a decir un golfo de mi caché,
con tantas millas por el mundo, y la vida tan gastada... Helio,
gastar la vida... Vida gastada... Ese es el secreto...
Exprimir... La vida es una naranja...
Agotada la bandeja de canapés y el vino, Nicolás de Vinarés
pidió café para los cuatro, y le volvió a tirar los tejos a la
china. Llámame cuando tengas la carta de despido en la mano. Yo
te haré mi asistenta, y te haré volar allá donde hayan traducido
alguna de mis obras, y te haré volar en mi apartamento de Ópera,
y cuando te canses de volar, dímelo con antelación para buscar
un recambio, princesa de Pekín.
- Ah... Helio... Me dijo usted que había gastado algo de dinero
en libros... ¿Qué lee un caballero honesto de Monotonía?
- Bueno, de todo... Historia de los templarios...
- No me interesa.
- Novelas en las que se descifran códigos, enigmas, bajo el
telón de los acontecimientos históricos.
- No me interesa. Demasiado previsible, o demasiado retorcido.
- Bueno, algunos clásicos,... Robinson Crusoe...
- Un poco moralista, pero no está mal... Ese Viernes le salvó el
culo a Robinson y luego se convirtió en su criado... Bien, siga,
va por buen camino.
- La Isla del Tesoro... Stevenson...
- Magnífica obra... Silver me recuerda a Purple.
- La Metamorfosis... Kafka...
- Joder, un poco claustrofóbica y desagradable, pero muy
buena... ¿Sabe?... Ese Kafka era un anti-burócrata, y sufría
como un perro por la explotación del hombre, y por todo eso de
las manivelas de las redes de producción... Y era un poco
enfermizo, y muy raro... Sufrió, pero vivió con intensidad... La
intensidad y la vida van de la mano, amigo... Deben ir de la
mano...
- Algunos relatos de Poe, El Péndulo, Los Crímenes de la Rue du
Morge...
- Excelente cosecha de historias de vértigo narradas por el
maestro...
- El Retrato de Dorian Gray... Oscar Wilde...
- Perfecta... Perfecta... Caballero... Luego llegó ese patán de
Bosie, menudo hijo de puta, y lo mandó todo al carajo, y
escribió desde un dolor infinito en la cárcel de Reading... Ya
sabe, el bueno de Wilde perdía aceite y los victorianos no
anduvieron con tonterías y le mandaron al trullo... Bosie se fue
de la lengua... Y entonces a Oscar le dio por escribir cosas
como que el arte del dolor era sublime y maravilloso, por todo
eso del desengaño con Bosie, y la cárcel... Pero Wilde, Wilde
era un caballero, irónico y con un sentido del humor
excepcional... Excepcional...
- El Jugador... Dostoievski...
- Escribió una obra maestra y saldó su deuda... Menudo genio
cabrón, Dostoievski.
- Las Ninfas... Umbral...
- Ah... Umbral... No dista mucho la ciudad que le vio nacer de
Monotonía... Sí, Las Ninfas, bonita novela, con el muchacho
yendo a conocer a los poetas, y queriendo ser como ellos, y
descubriendo el universo de la literatura, tomando el tren a
Madrid... Dicen que Mortal y Rosa es la mejor, pero a mi la
literatura que nace del dolor me deprime y cuando me deprimo
sufro rutina del atasco, y eso no me conviene... Umbral... No le
conocí... Con su voz grave y su famosa máquina de escribir...
Dicen que no era tan áspero y serio como reflejaba su imagen en
el exterior... Pero cuando uno muere se dice mucho eso, no era
tan... Y también era muy... Muy bueno, muy generoso... La muerte
engrandece amigo, la muerte engrandece... Aunque Paco Umbral ya
lo era...
- Una vez le vi, paseando por el puente de hierro de
Monotonía... Miraba con mucha fijeza el vaivén de las hojas de
los árboles... Hacía mucho viento, y allí estaba, clavado en la
barandilla, abstraído por el movimiento de la naturaleza...
- Ah... Qué bonito le quedó... Va a tener usted alma de
literato... Abstraído por el movimiento de la naturaleza...
Guardaré la información en el cerebro... Uno también escribe de
lo que oye... Bueno, no ha leído usted mala literatura... A
decir verdad, apostaba menos, querido Helio... Empecé sintiendo
algo de decepción porque en un principio le hacía únicamente en
el terreno de las novelas esas de enigmas y códigos, que lee
alguna gente con una voracidad indecente, pero me alegro de que
la buena literatura le haya ido enmendando. Citó usted grandes
obras y autores...
Montesquinza y Palermo se retiraron porque tenían una cita con
un tal Mauricio Sabatini, que era un editor muy comprometido con
los escritores jóvenes y muy acabado para los escritores viejos.
Sabatini a su vez era un editor viejo, con tres divorcios a sus
espaldas y una vida de crápula que le llegó a avanzada edad.
Entonces se volvió un poco desagradable para los viejos y se
mostró receptivo con los jóvenes. A Montesquinza y Palermo les
daba pena cuando salían con él por los bares de La Latina, o de
Malasaña, porque siempre le tenían que llevar a casa y la
borrachera le ponía muy nostálgico, y se ponía a llorar y a
maldecir a las mujeres y a los escritores viejos, pero con ellos
había arriesgado como solo lo hacen los viejos valientes de
vuelta de todo, y quizás algo reventados de vivir. Se
despidieron de una manera cordial y amistosa de Helio Arista y
le emplazaron a volver a verle, pese a que no habían
intercambiado palabra. A Nicolás de Vinarés le dijeron que no
bebiera demasiado y que le hiciera proposición de matrimonio a
la joven oriental. Id a los pies de Sabatini, id muchachos, que
lo necesita ese truhán.
- Estos muchachos me dejan solo a la primera de cambio.
- Bueno, compromisos...
- ¿Y usted?... Le veo bien... Sin prisas... Tómese una copa...
Celebre su día fuera de Monotonía... Hace un día perfecto... El
sol otoñal hay que aprovecharlo... Y usted y yo vamos
intimidando... Oh, no se ponga tímido, no me malinterprete...
Mantenga el whisky en el paladar...
- Bueno, yo no bebo demasiado...
- Bueno, a mi no me gusta beber en soledad y recuerde que yo soy
el anfitrión, y le voy a invitar se ponga como se ponga, y me va
a aceptar una copa de whisky de la bella Irlanda...
Había llamado princesa oriental a la camarera china, y allí
aparecía ella, al minuto, con las copas, solícita y con cierto
temor de que de Vinarés volviera al ataque.
- Sabe... No me gusta beber solo... Porque me pongo
tremendamente nostálgico y me da por pensar que Mónica era la
mujer de mi vida, lo cual es un error porque sigo pensando a mis
setenta años que la mujer de mi vida será la última, y estará en
cualquier rincón del planeta, pero la soledad alcohólica me hace
recordar los tiempos en los que ella era la sirena de mi
universo, y entonces se me pone un nudo en la garganta, que es
como una bola de sebo ahí atascada que te va quebrando la voz y
te agiliza la ingestión de los licores... Entonces tengo que
recurrir a los tiempos de sus ojos de diablesa y se me va
calmando la tristeza, o bien llamo a alguna antigua amante y me
la llevo a cenar y trato de llevármela a la cama mirándola como
miraba a Mónica cuando era la sirena, que no es otra que la
forma de mirar del deseo y de los afectos, pero ya le digo,
trato de dar más fuerza a sus ojos diabólicos... Es una cuestión
de evitar sufrimientos... Y a menudo pienso que la mujer de mi
vida está a la vuelta de la esquina... Y eso me levanta el ánimo
de una manera contundente...
- Ah, claro, es usted un tipo listo...
- Déjese de idioteces... Soy un tipo práctico, no listo...
- Sí, para evitar sufrimientos...
- Sí, el sufrimiento forma parte de la vida tanto o más que la
alegría... Pero le diré más, el sufrimiento es una cuestión de
adaptación... Bueno, en primer lugar, le hablaré de la
existencia del sufrimiento neto, o sufrimiento de la naturaleza,
o si lo prefiere sufrimiento de la vida, que siempre acaba
apareciendo el muy hijo de puta, y que deriva principalmente de
la enfermedad, del hambre y de la muerte de nuestros seres
amados, y del jodido desamor, y luego, en otro apartado
tendríamos el sufrimiento en función del valor, de la
imbecilidad y de algo muy importante, la capacidad de adaptación
de los mortales... Empecemos por el tema de la imbecilidad... Un
capullo de mal agüero puede sufrir porque un día no puede comer
su ración diaria de magret de pato y ha de conformarse con pan y
un poco de la insípida pechuga de pollo, pero en Calcuta habrá
un niño feliz comiendo pollo, lo cual es un sufrimiento, el de
la imbecilidad ligado a la capacidad de adaptación... Hay que
saber beber el mejor reserva de Vega Sicilia y los líquidos
infames de la peor cosecha, pero ya le dije, hay capullos que
sufren por este tipo de cosas... Otro ejemplo, una princesita de
espectacular presencia y sublime mirada de tigresa de Bengala
visita una boutique y no encuentra el modelo de Prada de la
temporada, y la muchacha llora con desconsuelo y rabia porque
era perfecto para los zapatos de Gucci que se compró en
Florencia. Sufrimiento de necios y descerebrados, caballero. Y
luego está el tema del valor, la vida y su componente de
traición y de sorpresa, de sorpresa negativa, y ante eso valor y
coraje, y muchas copas con los amigos, esos amigos que estarán
hasta el gorro de ti, pero harán que no te des cuenta, porque la
tristeza, además del amor, ciega, Helio... Todos los
sufrimientos van ligados, todos... Pese a sus diferentes
clases...
- Se está poniendo usted un poco drástico...
- Sí, tiene razón... Hablemos de otra cosa...
- ¿Qué me dice de sus millas por el mundo?
- Podría estar hablando horas, y no lo tome como vanidad, pero
usted no iría mañana a tramitar... Sería demasiado tiempo... El
mundo, el mundo... Eso le vendría bien, un paseo por el mundo
con su mujer... Hay que quitarse miedos... Recuerde, viajando se
entiende todo... Vamos a ver que me va llegando a la cabeza...
En Palermo me impresionó mucho la decadencia y la buena
naturaleza de las muchachas asomadas a los balcones, y escribí
sentado en una plaza un poema sobre las imágenes de las vírgenes
de Palermo y la mafia, y esas jóvenes de tan salvaje y agraciada
presencia. Llevaba por título Noctámbulo en Palermo. Luego fui a
Taormina... Allí me reuní con Mónica, y utilicé una frase del
desgraciado Fitzgerald, algo similar a la prosa de un capítulo
de Suave es la Noche. Le dije a Mónica que no olvidará nunca,
pasara lo que pasara, la intensidad con que yo la quise aquella
noche, y escribí Eterna Taormina, pero dejaré de lado la
melancolía, y viajaremos a Inglaterra. Los ingleses son un
perros del diablo que tienen algunas cosas muy buenas, como el
respeto que tienen por las viejas glorias del arte, pese a que
en su última etapa estén hundidos en el fango y en el alcohol, y
tienen un humor los hijos de puta, como de efecto tardío y algo
punzante, fino, irónico, hiriente, y a veces no lo captas y al
minuto estás blasfemando su ocurrencia entre una medio sonrisa,
y tienen la impresión de que están por encima del resto del
mundo, aunque ahí no le hacen mala competencia los remilgados
franceses. En el tema del alcohol, tienen buen aguante, pero
cuando se emborrachan ganan mucho en pesadez y violencia, y a mi
me recuerdan a Purple... Allí conocí a Allan Seymour, que era
ingles de verdad y se llamó desde que lo parieron Allan Seymour,
un escritor genial que mezclaba diferentes épocas y hechos en
las novelas y lo iba ligando todo con una maestría inusual, que
dotaba de complejidad aquello que parecía simple o banal...
Seymour tenía un aspecto de cirrótico y de viejo prematuro, con
sus arrugas feroces y vertiginosas, que daba miedo, y en el
círculo de literatos del Soho de Londres le llamaban Gigante,
daba su corpulencia... El muy cabrón hablaba poco, pero cuando
lo hacía, aquello parecía un grito, con su voz grave y
potente... Imagine a un oso hablando... Ese era Seymour... Una
vez estaba con él en el Pub Rain & Moon y alternando pinta de
cerveza con copa de ginebra, se empezó a poner muy rojo y logró
que se fueran algunos clientes debido a sus voces, unos clientes
japoneses y otros españoles... Yo le dije: tranquilo Allan, deja
de beber... Y Allan dijo: me cago en la cara del almirante
Nelson y en la obra del capullo soberbio de Conan Doyle, maldito
hijo de puta no me digas que deje de beber, nadie decide sobre
mi vida. Y tiró un taburete contra la cristalera, y entre un
camarero y yo le sacamos a la calle, a ver si las brumas de la
niebla le despejaban. Al día siguiente volvió al Rain & Moon. Le
trataron con la misma reverencia que siempre. Tardó seis meses
en morirse... Lea, lea mi relato Allan Seymour, y lo
entenderá... Ya le conté algo de la historia de Marie, en París,
pero París es algo más que Marie, la chica que quería ser mi
amiga, y es algo más que alguna anécdota de Purple que ya le
narré... París, como empezar por París... En Rue du Montergueil
huele a mantequilla y a densas fragancias de mujer, y las
pescaderías parecen galerías de arte, con los besugos entre
corales y algas rojizas, las sardinas con sus ojos rojos,
alineadas mirando al mismo punto desde la muerte, los atunes
rodeados de un mar negro formado por los mejillones sosteniendo
una manzana con sus dientes afilados... Atardeceres en el Sacre
Cuir, desde el mirador de la grandeza, contemplación del Sena
desde Notre-Dame... Sí, eso sería muy romántico para usted y su
mujer... Lourdes le querría explorar en una de esas pequeñas
habitaciones enmoquetadas de algunos hoteles de París...
Procreen, Helio, procreen... Traigan criaturas al mundo... Eso
les dará vida, y problemas... Yo no soy quién para decirle, pues
no tuve descendencia, pero algunos amigos se ponen muy pesados y
hablan maravillas de esa experiencia creadora, y me dicen que
inspiran un amor sobrehumano, y yo les digo que están más
acabados que el hígado de Seymour, el pobre Seymour, mi gran
amigo, pero en el fondo pienso que son gente ejemplar para las
nuevas generaciones y tienen unos genes de puta madre, y son
unos padres del carajo, con la mente abierta, y los cojones bien
puestos... En fin, me desvío de la ruta... De París vamos a
volar a... Praga... La ciudad de Kafka, que se llevaba de pena
con su padre y se tuvo que ir Berlín para concentrarse en su
obra, pues su padre le dijo que le daba demasiado a la cabeza,
al pensamiento y eso no era muy lógico, y además le comentó, así
como con brusquedad, que se buscara un trabajo normal, que los
escritores estaban avocados al fracaso y al hambre, y además
llevaban muy mala vida, y Kafka le dijo en alemán, que era la
lengua que menos le gustaba oír a su padre, que tanto le inculcó
el checo, que se piraba a Berlín con Dora, una judía que había
conocido durante el verano anterior y que le alegraba un poco la
vida al triste Franz... Si va alguna vez a Praga, imagínese a
Kafka caminando por Mala Strana, o ubíquelo en el puente de
Carlos, y si se pone muy místico imagine que su espíritu navega
por las aguas del río Moldava, y recuerde que todas esas
promociones de su vida y obra se las debe Kafka a su amigo Max
Brod que se pasó por el forro de los cojones las intenciones del
escritor acerca de que nada suyo se publicara después de su
muerte... Praga, buena cerveza, buenas mujeres, buen codillo de
cerdo, preciosa ciudad... Ahora vamos a volar lejos de Europa...
Nos vamos a La India, Helio... A La India... A otro mundo...
Mire que yo no soy muy dado a los niños, pero en Delhi, en
Jaipur, en Agra, aquellas sonrisas de los niños en mitad del
charco, bebiendo del charco, correteando descalzos por el charco
del mismísimo color de la mierda de las vacas eran pura
poesía... Sí, allí escribí Mísera Belleza... Qué guapos esos
pobres diablos medio escuálidos y saltimbanquis... Qué
profundidad de mirada oscura en mitad de los colores... La India
y las jodidas moscas y los insectos dándose un banquete entre
los mangos y los plátanos de los tenderetes, y alguna que otra
rata inmóvil e indecisa... No sé si sabrá que hay un templo
donde adoran y ceban a estos animalejos tan detestables para
mi... Son muy, muy raros estos hindúes... India y las
despistadas vacas expuestas a la densidad del tráfico, comiendo
con indiferencia cualquier cosa... Cualquier cosa, oye bien... Y
los niños con esa felicidad tan contagiosa, que es a su vez, la
única felicidad que yo he contemplado y a la par me ha producido
tristeza... Merece la pena visitar La India para apreciar el
contraste, y entonces se dará cuenta de que sobran las
palabras... India y algún día... Algún día... Algún día, me
decía Urmi en Calcuta, algún día desparecerán las redes de
prostitución infantil y el barrio rojo de Sonagachi será un buen
lugar para vivir, y yo le dije que algún día todos estaríamos
muertos y no sabríamos nada del futuro, y que los gusanos no
iban a tener ni puta idea ni nos lo iban a decir en caso de
saber porque los gusanos seríamos nosotros mismos... Algún día,
le dije ante las miradas indiferentes de las putas, es la frase
más gastada de la humanidad, y yo me cago en algún día, me cago
en algún día, Urmi, porque las frases de esperanza me hacen
saber que todo está fatal y que nunca cambia nada... Y sabe,
Helio, aquí como ve, también tengo mi sensibilidad... Tengo
sensibilidad, algo de talento y mala leche, y lo llevo bien... Y
me voy de La India a Los Ángeles porque se le está poniendo la
cara muy trascendental, y no le quiero aguar su viaje a Madrid
para una vez que sale de Monotonía... En fin Los Ángeles...
Aquello es un escaparate, y allí fragüé las líneas de Sobre
Actrices y Debilidades o Vidas Nebulosas... Le contaré algo del
argumento y así sabrá algo de Los Angeles... El texto comienza
así: dicen que Dios las elige y Satán las manipula... Llegan a
la gloria y el éxito les va abrasando el hígado, el corazón y
las neuronas... Yo he vivido eso en la cercanía, en la cercanía
de los demás, reitero, no en la intimidad... Helio... Digerir el
éxito es una de las cosas más difíciles que puede haber, tanto o
más que alcanzarlo... Es el trabajo de digerir el éxito como
añadido al trabajo de actriz... Yo creía que Cindy Helders era
una chica inteligente, que había conseguido dejar el cine porno
porque estaba harta de hacer mamadas y ya se la habían metido
doscientas veces por el culo, y así fue, Cindy era una chica
inteligente que logró dejar el porno porque se presentaba a
todas las pruebas y los capos de la industria se fijaron en
ella... Ellos llaman industria al cine, porque les gusta llamar
la atención y crearse su propia y extraña jerga... Cindy logró
el papel principal en una película de absurdos adolescentes que
estaban todo el día bebiendo cerveza y medio drogados, y odiaban
a sus padres, y de vez en cuando follaban y cuando acababan
fumaban marihuana y hablaban del medio ambiente y del suicidio.
American Young se llamaba la película, y como muchos éxitos de
taquilla, era pura bazofia. La película había calado entre los
americanos y tuvo cierto éxito en Europa y Cindy ocupaba las
paredes de las habitaciones de los adolescentes... Después le
dio por beber... Se bebía los gin-tonics como agua y cerraba los
locales de Los Ángeles y acababa sin bragas y a cuatro patas...
Y le ofrecieron una nueva película que curiosamente se llamaba
Fango, el mismo fango en que se quedaron anclados sus tacones...
Fango era una película de misteriosas apariciones en un pantano
con los intentos de terror psicológico convertidos vilmente en
miedo previsible, una mala película de Barnes que consiguió la
mirada lacrimógena de Cindy, unos ojos que tenían mucho de
ginebra y noche y de polvos indeseados... Y bueno, los
resultados fueron un desastre y aparecieron titulares de prensa
en estas direcciones... Cindy, te la vuelven a meter. Fango,
carretera de regreso al porno. Fracaso de Miss Gin... En Los
Ángeles el tema de los héroes y villanos tiene más significado
que en cualquier otro lugar del mundo... La historia de Cindy es
una de la historias más repetidas de Los Ángeles... Te alzan con
la misma facilidad con la que te dejan caer... En este tema nos
quitamos el sombrero con los británicos, sino ahí tiene usted la
historia de Seymour... Y bueno, la desgraciada Cindy está ahora
en una clínica psiquiátrica atiborrándose a pastillas, con una
depresión de puta madre, y la cara hinchada y los ojos como sin
orientación definida, apagados, fríos e inútiles para la
industria... Y le hacen escuchar operetas, y leer las obras de
Dickens, y dormir mucho para evitar sufrimientos... Recuerda,
evitar sufrimientos... Vaya forma jodida de evitar
sufrimientos... Sin darme cuenta he recaído en la
trascendencia... Será que la vida tiene mucho de esto... Y
bueno, caballero, esto llega a su fin... Otro día seguiremos con
Ámsterdam, Buenos Aires, Lisboa, Florencia... Qué se le den bien
esas tramitaciones tan importantes para que la gente llore
contenta...
- Bueno, para mi ha sido una experiencia diferente.
- Claro... Usted ha salido poco de Monotonía... Salga más,
hombre, salga más... Le vendrá bien a usted y a su Lourdes
Solís... Por cierto, eso de Solís me parece como tomate frito o
lata de conservas... Propóngale Lourdes de Lis... Si ella logra
sonreír con esta fantochada, usted vivirá un momento de intensa
felicidad... Se lo aseguro...
De Vinarés se levantó y le dio un fuerte apretón de manos, y le
dijo que en esa terraza siempre podía encontrarle. Pero antes de
girar hacia la calle Huertas, espío la dirección que tomaba
Helio Arista, y le vio seguro y decidido entrando en el Café de
los Artistas. Y había olvidado por completo su nombre, Aurelio
Tristán. Y Helio Arista tramitó como un máquina con las
coordenadas exactas para que la gente llorará contenta, durante
los días siguientes. Y al regresar a Monotonía, Lourdes le
abrazó con demasiado maternalismo. Y el sintió una frialdad
dañina que ella no apreció. Y ella nunca quiso salir de
Monotonía. Y Helio se inventó algún viaje a Madrid bajo la
excusa de las tramitaciones, y se volvió a reunir con Nicolás de
Vinarés. Y pasó un año y pidió el traslado a Madrid, y ella no
era la mujer de su vida, que tal vez estaría a la vuelta de la
esquina, a la vuelta de la esquina de los países que empezó a
visitar cuando se liberó de un amor equivocado. Y Lourdes nunca
fue Lourdes de Lis.