Suscribir a la Revista
Reciba cada mes en su correo el boletín con el índice de artículos publicados y
la entrada directa. (Ingrese nombre y E-mail)
LA WEB de la ARTRITIS REUMATOIDE
Vótenos en
o en Hispatop
ALIMENTACIÓN Y ARTRITIS REUMATOIDE
EL YOGUR
por Alfonso Estudillo
La leche animal, cualquiera que sea su procedencia: vaca, oveja,
cabra, camella, búfala, burra, yegua, yak, llama, alpaca, rena,
etc., si bien es un alimento muy completo para las crías de sus
respectivas especies, y aún contemplando que cada una tiene
propiedades diferentes y específicas de las que algunas son
positivas desde el punto de vista nutricional, para el hombre,
por lo general, suele ser nociva e incluso muy dañina.
Esta nocividad puede venir de sus proteínas (alergia o
intolerancia a las mismas), si bien, el principal motivo para su
rechazo suele ser un hidrato de carbono presente en todas las
leches, la lactosa, debido a que una amplia mayoría de seres
humanos carecen o presentan déficit de lactasa, enzima digestiva
que hidroliza la lactosa en glucosa y galactosa permitiendo su
asimilación. En conjunto, se calcula que sobre un 70 % de la
población mundial padece algún tipo de intolerancia o alergia a
la leche. A todos estos aspectos negativos, y según nos refiere
el profesor Seignalet, que la prohíbe radicalmente en su
Régimen, ni siquiera su calcio se aprovecha, pues es precipitado
en forma de fosfato de calcio y expulsado a través de las heces
fecales.
La leche, pues, sea entera o desnatada, condensada o en polvo,
enriquecida con vitaminas, calcio, fósforo o ácidos grasos como
omega-3 u omega-6, y sea cual sea su tratamiento para el
consumo, pasteurizada, UHT o esterilizada, no es recomendable
para el consumo humano. La imposibilidad de digerir
correctamente sus proteínas y la dicha lactosa contribuyen,
según los estudios del profesor Seignalet y otros autores, a lo
que el primero llama "ensuciamiento celular", causa ésta de
múltiples enfermedades a las que la Ciencia médica no encuentra
solución. La gente cada vez es más consciente de ello, por eso,
a pesar del enorme despliegue de publicidad que realizan las
empresas del sector, se estima que el consumo de leche -como
tal- se ha reducido en cifras del orden de un 50 % en los
últimos diez años.
Lo dicho hasta ahora para la leche es aplicable a la casi
totalidad de los productos lácteos y alimentos que la contienen.
Hay, sin embargo, algunos productos cuya materia prima es la
leche que, por las manipulaciones y métodos a que es sometida,
son bastante más asimilable por nuestro organismo, y que
incluso, en algunos casos, no provocan rechazo en personas
alérgicas o con intolerancia. Es el caso del yogur (o yoghourt).
El yogur es un producto lácteo obtenido mediante la fermentación
bacteriana de la leche. En este proceso de fermentación, las
bacterias propias de la leche y otras añadidas -el Streptoccous
termophilus, Lactobacillus bulgaricus, L. casei, L. bifidus,
etc.- utilizan la lactosa (el azúcar de la leche) para cambiarla
en ácido láctico, provocando al mismo tiempo un incremento de la
acidez que, a su vez, hacen que las proteínas cambien en su
estructura primaria (se hidrolizan y precipitan formando un gel)
haciéndose más digeribles.
El yogur lo encontramos en el comercio en una infinidad de
tipos: líquidos, cremosos, enteros, desnatados, naturales, con
frutas, con añadidos de calcio, vitaminas, etc. También podemos
diferenciarlos según sean normales (pasteurizados) o de corta
vida ("vivos" o bios). En realidad, tanto el yogur pasteurizado
como el de corta vida poseen las mismas cualidades químicas y
nutritivas. La única diferencia entre ambos tipos es que el
primero -el normal o pasteurizado-, una vez terminada la
fermentación, es sometido a la acción del calor para matar las
bacterias y permitir su conservación sin necesitar frío. Este
procedimiento hace que el yogur pasteurizado pueda mantenerse
durante meses sin necesidad de frío, mientras que los activos o
bios sólo pueden conservarse durante unos pocos días y dentro
del frigorífico.
Podemos leer, ver y escuchar multitud de virtudes sobre el yogur
y sus variantes, sobre todo si proviene de sus fabricantes.
Naturalmente, nos tienen que vender la burra... Pero, como no
podemos negar algunas cualidades, apuntamos algunas de las que
se recogen en determinadas bibliografías científica. Y en ella
se dice que entre los muchos posibles efectos beneficiosos para
la salud que se han atribuido a las bacterias lácticas se
encuentran una mejor absorción de los alimentos, la mejoría de
los síntomas de intolerancia a la lactosa, la disminución del
colesterol sanguíneo, un efecto preventivo frente a la
cancerogénesis, mejora del tono intestinal, estimulación del
sistema inmunitario, inhibir el crecimiento de los
microorganismos patógenos intestinales, inactivar las
enterotoxinas y curar el estreñimiento y ciertas vaginitis...
Todavía podríamos citar algunas virtudes más, pero, para no
cansarles, y ateniéndonos a nuestro punto de vista sobre si es
producto bueno o malo para nuestra alimentación, podemos
resumirlo en que, sin ser un alimento especialmente
recomendable, no parece observarse causas que obligaran a
eliminarlo de nuestra dieta. El profesor Seignalet, aunque en un
principio incluye el yogur entre los lácteos no recomendados,
más adelante (en Medidas complementarias del Régimen, p. 120)
recomienda la ingesta de fermentos lácticos por su acción
favorable sobre el sistema intestinal.
Pues, bien. Como por sus bacterias lácticas -propias y añadidas-
podemos considerar que los yogures bios son probióticos (los que
aportan microorganismos apropiados para repoblar la microbiota
amiga intestinal), si bien, ateniéndonos a las indicaciones de
Seignalet, no lo clasificamos como especialmente recomendables,
tenemos que considerarlos como alimentos que, excepto en algunas
personas alérgicas o muy intolerantes a las proteínas de la
leche, no implicarían riesgo alguno ni añadirían ninguna
nocividad a nuestra dieta.
Por último, no podemos dejar de comentar los actuales yogures
hechos a base de soja (que, junto a ese ya numeroso grupo de
"milagros" líquidos embotellados, forman parte de los llamados
"alimentos funcionales"). Y hemos de decir que, tanto el yogur
como muchos otros de estos "milagros", al no contener leche de
vaca u otras, sino exclusivamente leche de soja, carece de todas
los posibles inconvenientes reseñados para los anteriores de
leche, si bien, hay que tener en cuenta que casi todos ellos
suelen contener fermentos lácticos (que no tienen por qué ser
necesariamente provenientes de la leche, sino del numeroso grupo
de bacterias y microorganismos producidos en laboratorios y que
pueden encontrarse a la venta en granulados, líquidos, grageas,
cápsulas, etc.), además de otros componentes como saborizantes,
aromas, etc.
Resumiendo: En mi opinión, considerando sus innegables efectos
positivos, el yogur, tanto de leche como de soja, y
principalmente los bios o vivos, pueden tomarse por personas que
sufran o, como es mi caso, hayan sufrido Artritis Reumatoide. No
obstante, como cada persona es un mundo en cuanto a sus
particularidades metabólicas, cada uno deberá obrar de acuerdo a
lo que observe si lo incorpora a su dieta. Particularmente, los
tomo con cierta regularidad -dos o tres por semana- sin que
observe ni el menor efecto negativo en mi actual buen estado de
salud.
* * * * *
Nota:
En La Web de la Artritis Reumatoide, además de
un consultorio on line, dispone de infinidad de
artículos sobre los alimentos, pruebas realizadas sobre estos,
el Régimen Ancestral estudiado y comentado por Alfonso Estudillo
y descripciones de
muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas y autoinmunes en general.