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Biografías
OCTAVIO PAZ
por Francisco Arias Solís
LA VOZ DE UN INTELECTUAL DE SU TIEMPO
“La claridad del cristal transparente
no es claridad para mi suficiente:
el agua clara es el agua corriente.” Octavio Paz
Paz es uno de los intelectuales de mayor entidad de
Hispanoamérica del pasado siglo. Poeta, ensayista, embajador,
conferenciante, eventual profesor, Premio Nobel de Literatura,
paradigma en suma del intelectual de su tiempo y país. Su
pensamiento y su obra poética ejercen un gran ascendiente en el
mundo literario que se expresa en castellano.
“La poesía moderna de nuestra lengua -escribe Paz- nos unió en
un culto y nos dividió en pequeñas cofradías. Unos juraban por
Huidobro y otros por Neruda, unos por García Lorca y otros por
Alberti. Yo pertenecía a la secta de Alberti y recitaba sin
cesar poemas de El alba de alhelí y de Cal y canto”.
Octavio Paz Lozano nació en Ciudad de México el 31 de marzo de
1914. Su educación se inicia en Estados Unidos, a donde habían
marchado sus padres cuando él era muy niño. De regreso a su país
participa en las rebeliones estudiantiles de la época, en la que
se trataba de alcanzar la autonomía para la universidad. Tras
diversos contratiempos motivados por su actividad política, se
gradúa como doctor en Derecho. Durante la guerra española reside
en Madrid, y en diversas ciudades de la zona republicana. La
reacción inmediata de Paz, apenas dos meses después que el
general Franco se levantara en armas en contra del gobierno
constituido, fue su poema ¡No pasarán!. Paz funda en Yucatán un
“Comité pro-Democracia Española”. Acepta una invitación de Pablo
Neruda al “Segundo Congreso Internacional de Escritores en
Defensa de la Cultura”, que reunió en Valencia a José Bergamín,
Ramón J. Sender, Nicolás Guillén, John dos Passos, André
Malraux, Iliá Ehrenburg, Corpus Barga, Antonio Machado, Pablo
Neruda, Octavio Paz, Emilio Prados, Antonio Aparicio, Herrera
Petere, Lorenzo Varela, Miguel Hernández, etc. Conoce y trata a
muchos españoles, sobre todo a los ligados a la revista Hora de
España, Gil-Albert, Gaya, Cernuda, Arturo Serrano Plaja y
Altolaguirre.
Paz regresa a México (1939) y funda la revista Taller, llamada a
ocupar un extraordinario papel en la renovación de la literatura
mexicana. Es designado para ocupar un cargo diplomático en
Estados Unidos (1943). Más tarde viaja por Europa. Colabora
asiduamente en importantes publicaciones vanguardistas de
Francia e Inglaterra. Embajador en la India (1962-1968), recorre
todo el Extremo Oriente e intenta, con La hija de Rapaccini
(1965), la aventura teatral, que no logra buenos resultados.
Dimitió del cargo de embajador en 1968 por las actuaciones del
gobierno contra el movimiento estudiantil mexicano. Desde el año
1970 enseña en Cambridge y Harvard. Traduce poesías del japonés
Matsudo Basho, y obras de Ionesco y de Gerard de Nerval. Es
fundador también de las revistas literarias Plural y Vuelta
(1976), de la que fue también director y que en 1993 fue
galardonada con el Premio Príncipe Asturias de la Comunicación.
Paz ha sido galardonado con el Premio Ollin Yolitztli (1980), el
Cervantes (1981), el Neustadt (Estados Unidos, 1982) y de la
Paz, otorgado por los libreros alemanes por el conjunto de su
obra (1984). En 1987 recibió el Premio Internacional Menéndez
Pelayo y en 1990 el Nobel de Literatura. Octavio Paz muere en
Ciudad de México el 19 de abril de 1998.
La obra poética de Paz lleva a cabo una constante reflexión en
torno al mundo y al lenguaje, y en sus ensayos, que han ejercido
una extraordinaria influencia en todos los ámbitos literarios,
indaga acerca del erotismo, la muerte, el sentido de la historia
y la cultura hispanoamericana. Entre su poesía destacan: Luna
silvestre (1933), Raíz del hombre (1937), Bajo tu clara sombra
(1937), Entre la piedra y la flor (1941), A la orilla del mundo
(1942), ¿Águila o sol? (1951), Semillas para un himno (1954),
Piedra de sol (1957), obra fundamental en la poesía
hispanoamericana moderna, La estación violenta (1958), Libertad
bajo palabra (1960), recopilación de lo escrito entre 1935 y
1958, cuya amplitud da idea de la cambiante evolución del poeta,
tan inclinado a la búsqueda de nuevos caminos: poemas
neorrománticos primero, existencialismo a continuación y
surrealismo finalmente. Un segundo bloque de su poesía está
representado por Salamandra (1962), que recoge los libros Días
hábiles, Homenaje y profanaciones y Salamandra, escritos entre
1958 y 1961: se intensifica lo irracional y la indagación en el
poder mágico de la palabra, en la sugerencia al partir del
hermetismo. Un tercer grupo se reúne bajo el título de Ladera
Este (1969), integrado por Viento entero (1965), Vrindabar
(1966) y Blanco (1967), y es consecuencia de su contacto con
Oriente, de la experimentación lingüística, del concepto
autónomo de las palabras, del rechazo de la lógica.
Posteriormente, el poeta ha desembocado en los textos visuales,
previstos ya en Blanco, y publica Topoemas (1968), Discos
visuales (1968) y Renga (1971). Otros libros suyos son Pasado en
claro (1971), estructurado en un solo y largo poema, Vuelta
(1976), Poemas (1979) y Árbol de adentro (1983).
Entre los ensayos, los más relevantes son El laberinto de la
soledad (1950), agudo análisis de la sociedad mexicana que le
dio a conocer internacionalmente, El arco y la lira (1959), Las
peras del olmo (1957), Cuadrivio (1965), Puertas al campo
(1966), Corriente alterna (1967), Claude Levi-Strauss o el nuevo
festín de Esopo (1967), Marcel Duchamp o el castillo de la
pureza (1968), Conjunciones y disyunciones (1969), Posdata
(1970), El signo y el garabato (1973), Los hijos del limo
(1974), El mono gramático (1974), El ogro filantrópico (1979),
Inmediaciones (1979), Sor Juana Inés de la Cruz o las trampas de
la fe (1982), Tiempo nublado (1983), Sombras de obras (1983),
Hombres en un siglo (1984), Pequeña crónica de grandes días
(1990), Convergencias (1991), Al paso (1992) y Vislumbres de la
India (1995), apuntes autobiográficos, muchas veces inconexos,
sobre sus experiencias en el subcontinente asiático. Importante
traductor, Paz ha reunido sus principales trabajos en Versiones
y diversiones (1973).
Es Octavio Paz poeta de la soledad y de la comunicación. Su
palabra, que aspira a la lucidez y llega de manera inmediata al
lector, ha indagado en el existir del hombre en su dimensión
individual e histórica en un intento de visión totalizadora del
ser humano y de su relación con el mundo. Intensamente
existencial, ha ahondado en claves como la incomunicación, la
angustia frente al tiempo, la radical heterogeneidad del ser.
Precisamente el tiempo, el amor, la libertad y la poesía misma
son motivos fundamentales y reiterados en su obra, en lo que la
búsqueda metapoética está llena de sabiduría y densidad.
Conocedor de la mejor poesía europea y en particular de la
española, su obra se abre al contacto con muy diversas y lejanas
tradiciones culturales y literarias. “Yo recuerdo tu voz”,
escribía Paz. También nosotros recordamos tu voz: “El mar, el
mar y tú, plural espejo; / el mar de torso perezoso y lento /
nadando por el mar, del mar sediento: / el mar que nace y muere
en un reflejo”.