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Pentagrama de Letras
Con el fuego en la palabra
por Javier Claure Covarrubias
Calidad y talento son condiciones que caracterizan las obras de
Víctor Montoya, escritor boliviano residente en Suecia desde
1977.
Montoya es autor de varios libros y ha tenido la audacia de
incursionar en diferentes géneros literarios. Afronta la
aventura de escribir, desentraña la forma narrativa más precisa
y descubre nuevas realidades a medida que se interna en lo que
cuenta. Uno avanza por el interior de sus relatos descubriendo,
más allá del posible mensaje, hechos que atañan a los humanos.
Precisamente, este punto de encuentro ocurre en sus novelas y
cuentos. El siguiente texto es un fragmento del libro “Con el
fuego en la palabra”.
Literatura latinoamericana en el exilio.
- Hace mucho tiempo que has salido de Bolivia. Sin embargo, tu
obra está totalmente ligada a tu país de origen. ¿A que se debe
esto?
- Al simple hecho de que los temas bolivianos forman parte de mi
identidad cultural, son temas que siento vibrar muy cerca de mi
corazón. Es difícil hacerse el sueco siendo boliviano hasta la
médula de los huesos. No olvides que la cultura, el idioma y las
costumbres se aprenden ya en el pecho materno. De nada sirve que
uno se cambie el apellido o se tiña el pelo queriendo ser “el
otro”. Ahora bien, en cuanto a mi literatura, no es raro que mis
libros tengan una temática casi enteramente boliviana, aunque
vivo en Suecia desde hace tres décadas. Sigo escribiendo sobre
los mineros, los indígenas, las luchas sociales y las costumbres
bolivianas como si estuviera viviendo en Oruro o en Potosí. No
obstante, a diferencia de los escritores que jamás salieron de
Bolivia, abordo también temas contextualizados en la realidad
sueca. Claro que una nueva realidad, además de enriquecer la
experiencia de un autor, se refleja de una u otra manera en su
obra. No digo que la literatura del exilio sea mejor sólo por
ser “del exilio”, desde el punto de vista estético, pero sí creo
que tiene elementos que no existen en la obra de un autor que
jamás salió de su país.
- A estas alturas de tu vida y tu experiencia, ¿cómo definirías
el exilio?
- Tomando en cuenta mi caso, y el de muchos otros, lo definiría
como un pasaje de ida pero no de vuelta. Como es natural, todo
asilado o exiliado añora retornar algún día al terruño que lo
vio nacer, pero no siempre es fácil, porque el asilado o
exiliado, con el transcurso del tiempo, va formando familia en
su segunda patria, en el país que lo acogió solidariamente. De
manera que uno va asimilando, sin darse cuenta, las nuevas
normas y costumbres que en principio le eran completamente
ajenas. Mientras más dura el exilio, se hace cada vez más
difícil pensar en el retorno definitivo. Esto ha pasado conmigo,
muchas veces pensé en volver a Bolivia, pero la idea nunca se ha
concretizado, quizás porque llegué muy joven a Suecia y porque
muy rápidamente me adapté a las nuevas normas de vida.
-¿En qué medida ha contribuido el exilio en tu literatura?
- Toda nueva experiencia en la vida sirve para enriquecer los
conocimientos y forjar la personalidad. El exilio, en este
contexto, me ha servido para comprender que el mundo es más
complejo de lo que me imaginaba. En el exilio he comprendido que
no todo es blanco ni negro. En el exilio, después de tener la
experiencia de las dictaduras militares en América Latina, he
aprendido que la libertad del individuo y el respeto a los
Derechos Humanos son las piedras fundamentales sobre las cuales
se asienta toda sociedad democrática y pluralista. El exilio es
uno de los temas recurrentes en mi literatura, porque es una
experiencia vivida en carne propia y porque quiero que sea un
punto de orientación en el contexto de la literatura
latinoamericana producida fuera de fronteras. Es evidente que el
exilio, con sus connotaciones tanto positivas como negativas, ha
contribuido en el forjamiento de mi literatura. La distancia me
ha permitido tener una visión más global de los valores
culturales de mi país. La distancia, muchas veces, te devuelve
tu identidad cultural. Ésta es la razón por la cual los
bolivianos en Suecia se reúnen cada año para hablar de sus
problemas y para sentirse orgullos de su cultura; de sus bailes,
su música, sus comidas y sus costumbres. Muchos de ellos, así
suene raro, se sienten más orgullosos de ser bolivianos estando
en Suecia que estando en Bolivia. La distancia, ya sea como
exilio forzado o como emigración voluntaria, ha contribuido
también en la formación de la moderna literatura
latinoamericana. No olvides que varios de los grandes escritores
de nuestro continente escribieron sus mejores obras estando
fuera de América Latina. Ahí tenemos a García Márquez, Cortázar,
Vallejo, Vargas Llosa, Neruda, Galeano y Onetti, por citar
algunos.
- ¿Crees que existe una literatura latinoamericana del exilio?
- No cabe la menor duda. A partir de los años setenta, y tras el
advenimiento de las dictaduras militares en el Cono Sur, se han
incrementado los libros que, en los distintos géneros
literarios, abordan el tema del exilio desde una perspectiva
personal y colectiva. La palabra “exilio” aparece en el título o
el subtítulo de varias obras escritas en la diáspora
latinoamericana, como una forma de testimoniar la etapa más
sombría de la historia contemporánea, pero, a la vez, como un
grito de protesta contra los sistemas que cometieron atropellos
de lesa humanidad. Incluso una vez reestablecidas las
democracias no se ha dejado de insistir en el tema del exilio,
que es -y seguirá siendo- una herida abierta en la historia de
varios países. La literatura del exilio -o escrita en el exilio-
merece un estudio particular en los compendios de literatura
latinoamericana, no sólo por su valor cuantitativo, sino también
cualitativo. Hay obras que, teniendo como tema central el
exilio, merecen toda la atención de los estudiosos de la
literatura.
- La “Antología del cuento latinoamericano en Suecia”, editada
en 1995, concitó bastante expectativa tanto en Suecia como en
otros países de Europa y Latinoamérica. ¿Podrías decirme cómo
nació la idea de hacer esta antología?
- Puedo resumir en pocas palabras: la idea nació como una
necesidad, prácticamente, desde cuando llegué a este país, donde
encontré a varios escritores latinoamericanos, con los cuales
compartía las mismas inquietudes y los mismos afanes. Es decir,
el afán de captar una realidad distinta de la nuestra y llevarla
al papel. La antología es el producto de un estudio intuitivo y
extensivo que hice de las obras que han sido publicadas a lo
largo de muchos años.
- La mayoría de los escritores contemplados en esta antología
son refugiados políticos, gente que, de algún modo, ha sufrido
la persecución y la tortura. Por lo tanto, ¿de qué manera
influyeron estas experiencias en sus textos o, simplemente, en
ese deseo de expresarse mediante la palabra escrita?
- Es verdad, gran parte de los escritores han sufrido la
persecución y la cárcel, muchos de ellos conservan las secuelas
indelebles de la tortura, desde el instante en que han sido
víctimas de un proceso de represión desencadenado por las
dictaduras militares en los años ’70 y ’80. Creo que el
terrorismo de Estado ha marcado profundamente, sobre todo, en la
generación vieja. Estas personas llegaron al exilio con muchos
conocimientos y experiencias, con un bagaje cultural
impresionante. Sus maletas estaban llenas de esperanzas y ansias
de crear cosas, de querer cambiar el mundo y, de pronto, se ven
enfrentados a una nueva realidad, en la que sus hijos crecen
mientras ellos se hacen más viejos y empiezan a asumir un cierto
pesimismo al comprobar que sus ilusiones se van trocando en
frustraciones.
- ¿Crees que el hecho de vivir en Suecia, en una cultura
diferente a la latina, estimula a escribir o, por el contrario,
es una forma de sentirse marginado?
- Muchas veces se me ha formulado la siguiente pregunta: ¿La
literatura de los escritores latinoamericanos en Suecia es un
producto de gueto? Yo creo que no. Nosotros, los
latinoamericanos, como los franceses o ingleses, somos minoría
en un país mayoritariamente sueco, pero no por eso vivimos en un
gueto ni nuestra literatura es una literatura de segunda
categoría. Si García Márquez y Pablo Picasso hubieran vivido en
Suecia, seguramente, hubieran sido también llamados “artistas
inmigrantes”, independientemente de que sus obras alcanzaran o
no un prestigio internacional. Por cuanto no es importante el
idioma en el cual se escribe, como la calidad de la obra en sí
misma. Pienso que las obras bien escritas serán nomás traducidas
un buen día y, por supuesto, serán reconocidas por la
colectividad tanto cercana como lejana. Uno no tiene porqué
dejar de cultivar la lengua que habla y domina mejor, ni porqué
dejar de escribir sobre los temas que son del dominio de uno. En
mi caso, por ejemplo, no he hecho otra cosa que reflejar una
realidad que me marcó en la infancia y la adolescencia. De ahí
que la temática de varias de mis obras está centrada en el
contexto boliviano por mucho de que viva lejos del país, como
fue el caso de Adolfo Costa du Rels, quien, a pesar de haber
pasado gran parte de su vida en París, jamás dejó de
considerarse escritor boliviano. De manera que la única
preocupación que debe tener un escritor es la de intentar
escribir cada vez más y mejor.
- ¿Cuáles son las afinidades y los contrastes en esta antología?
Me refiero a la temática y al valor expresivo de cada uno de los
autores.
- El eje temático de varios de los cuentos de esta antología
gira en torno a las experiencias y las peculiaridades de cada
uno de los narradores, pero también está presente el tema de la
represión política y las franjas de distorsión que impone el
exilio. En cuanto al valor expresivo, muchos de los cuantos
seleccionados, de alguna manera, tienen una excelente calidad
tanto por el tratamiento de los temas como por el manejo del
lenguaje. Algunos cuentos son verdaderas joyas de orfebrería, ya
que los escritores explayan un texto y un contexto riquísimo en
matices lexicales y literarios.
- Últimamente has elaborado una antología digital de narradores
latinoamericanos en Suecia. ¿Qué me puedes decir acerca de esta
nueva forma de difundir la creación literaria?
- La página digital es el resultado de un proyecto que me estuvo
rondando en la cabeza desde hace mucho tiempo. En realidad, mi
afán por reunir en un solo volumen a los narradores
latinoamericanos en Suecia se concretizó en 1995. Así es como
ese año publiqué la “Antología del cuento latinoamericano en
Suecia”, que reúne a 21 escritores - casi todos exiliados
políticos- de diferentes países: Argentina, Chile, Bolivia,
Colombia, Guatemala y Uruguay. Años después, aunque ya muchos de
estos escritores retornaron a sus países de origen tras la
instauración de gobiernos de consenso, se me ocurrió preparar
una antología digital con los narradores que quedaron en Suecia
y con otros nuevos que se fueron incorporando en los últimos
años. La primera vez que se lanzó en la Red esta antología
digital de narradores latinoamericanos en Suecia fue el 2002. El
año 2005 se la actualizó y, al mismo tiempo, se insertó una
versión en sueco para los lectores interesados en conocer algo
más de nuestra literatura. La página está alojada en la
siguiente dirección:
http://www.narradores/
Esta página ha generado mucha expectativa entre los lectores
hispanoamericanos y tiene enlaces en otros sitios de literatura
en Europa, América Latina y Estados Unidos. Los resultados han
sido positivos y se espera que en un futuro próximo podamos
ampliar con una versión en inglés para darle mayor difusión a
través de la Red de Internet, que es un medio eficaz y barato.
Debo remarcar que varios de los escritores reunidos en esta
página son autores conocidos y reconocidos en sus países de
origen, pero desconocidos en Suecia debido a que sus obras aún
no han sido traducidas al sueco.