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LA PLUMA ALEGRE
HITLER POR FIN AJUSTICIADO
por Marcos Winocur (México)
Al grito de “no más guerras”, un ex policía alemán degolló la
cabeza de Adolf Hitler, de su figura de cera, a pocos minutos de
haber sido inaugurada en el Madame Tussauds, museo en Berlín.
Ahora sí funcionó el atentado, comentó un visitante haciendo
referencia a los múltiples que sufrió en vida Adolf Hitler,
saliendo ileso de todos ellos, incluso uno ejecutado por figuras
prominentes del ejército alemán, quienes pagaron su osadía con
la horca.
Cierto que Hitler ocupa un lugar relevante en la Historia, lo
testimonian así los campos de exterminio y el holocausto, las
guerras de conquista y los muertos de la II Guerra Mundial,
decenas de millones de gente inocente. Nadie gana nada
borrándolo de la Historia por comodidad, por falta de argumentos
para explicar su figura. Tampoco Adolf Hitler es el causante de
todo eso, sino el ejecutor de intereses del gran capital en las
circunstancias de extremo patrioterismo y crisis de la economía
en que se encontró la Alemania de los años treinta. Hitler las
aprovechó para sí y para su política del nazismo pero
seguramente que no es ese hombre tranquilo cuya figura de cera,
detrás de un escritorio, era inaugurada en Berlín el 5 de julio.
Presentar así al hombre de la guerra y de los campos de
exterminio es un fraude. Ocupa un lugar, sí, en la Historia pero
no sentado pacíficamente detrás de un escritorio sino de
alambradas donde pretendió encerrar a la humanidad no aria.
Afortunadamente, hubo un alemán capaz de decir no y correr a
cortar su cabeza. Esta vez, como comentó un visitante al museo,
el atentado funcionó. Funcionó, cabe agregar, no sólo para
mantener el pasado en su lugar, sino hacia el futuro: para que
nunca más un Adolf Hitler. En él, en el gesto de ese ex policía,
está viva la tradición humanística de Alemania, allí donde se
inscriben los nombres de Hegel y Goethe, los republicanos Mozart
y Beethoven, los más recientes de los escritores Hermann Hesse,
Thomas Mann y Günter Grass, y tantos otros. La indignación de un
simple hombre de pueblo que, desafiando las posibles represalias
de los grupos neonazis, continúa la tradición humanística de su
país en nombre de la humanidad.