Enero, 2009

Alfonso Estudillo, 2008Han transcurrido otros seis meses desde que publicara mi último artículo sobre cómo me va con mi artritis. En él les contaba que llevaba ya año y medio sin crisis ni dolores de ningún tipo. Y ahora, seis meses más tarde, no puedo decir otra cosa sino certificar la bondad de una alimentación cuidada para vencer a la enfermedad.
 
Siguen sin aparecerme aquellos fuertes dolores que me invalidaban para hacer hasta las más mínimas tareas. Ni crisis ni dolores ni nada que me haga recordar que sufro de Artritis Reumatoide. Y ya van dos años continuados. Sin embargo, en la conciencia y el convencimiento de que una alimentación bien cuidada -es decir, de la forma que nos aconseja el Dr. Seignalet en su Régimen- tiene la virtud de eliminar los dolores y síntomas de la enfermedad, y como mi interés en ofrecerles soluciones más cuidadas y detalladas para que curen su enfermedad me llevan a hacer pruebas y seguir investigando, he descuidado ex profeso algunas de las recomendaciones del Régimen y comido a propósito más o menos pequeñas cantidades de alimentos no recomendados o cocinados algunos de ellos con más calor y tiempo al fuego. La experiencia resulta interesantísima porque nos revela que no podemos hacer una dieta a medias ni descuidada. Les cuento lo que he hecho en estos meses.
 
Entre otras cosas, he aumentado de manera notable la -hasta ese momento, mínima- cantidad de pan con que mis insoslayables costumbres de toda la vida me llevan a acompañar todas las comidas. Otro factor que considero muy importante es la ingesta de patatas fritas con una mayor frecuencia de la que solía (hasta tres o cuatro días a la semana cuando sólo las comía una sola vez). También he "diversificado" mis cenas con productos tan poco recomendables como butifarra (que pueden llevar ingredientes y aditivos tan desconocidos como poco saludables y se elaboran mediante cocción de la que ignoramos tiempo y temperaturas), fuet de diversas procedencias (con aditivos tan nocivos como leche en polvo, proteínas de leche, lactosa, conservantes, etc.), huevos cocidos con mahonesa -duros, con 15 minutos de cocción- y con una frecuencia mayor de lo que podría ser aceptable (o sea, casi a diario, cuando no se recomienda comerlos sino crudos o con una ligera cocción), dulces, helados y algún que otro producto de pastelería, también en mayor cantidad o con más frecuencia de lo habitual (productos poco o nada recomendables por cuanto suelen contener azúcar refinado, leche, harinas o féculas y ser sometidos a altas temperaturas durante su elaboración). A todo esto hay que añadir el comer menos frutas y verduras sobre lo que venía siendo habitual (tan sólo una de las tres o cuatro piezas de fruta diarias y rebajar los platos de productos hortícolas de dos por semana a uno o dos al mes).
 
Los resultados de este intencionado "descuido" no podían ser otros que los esperados. Dolores -digamos que en un grado leve o muy moderado- en algunas articulaciones, principalmente en las muñecas, aunque también he llegado a sentir molestias en los codos y tobillos. También he llegado a notar -muy moderados, eso sí- algunos dolores en las manos, lo que -a pesar de mi plena conciencia de que soy yo el que estoy provocando la situación- me ha llevado a pensar en algún momento si no sería que mi curación es una utopía y podría volver a sufrir los mismos dolores de cuando la artritis estaba en su mayor virulencia.
 
Afortunadamente, no es así y puedo decir que todos estos efectos remiten en cuanto vuelves a eliminar de la dieta todos los alimentos no recomendables. De todo esto podemos sacar una extraordinaria experiencia que nos dice, que no sólo hemos de seguir todas las recomendaciones del Régimen del Dr. Seignalet -y que proponemos en todos nuestros artículos-, sino que no podemos pasar por alto ninguna de ellas y comer cualquier cosa so pena de que todos los esfuerzos sean en balde.
 
No lo olviden. No vale el seguir una dieta a medias pensando que es suficiente con las cuatro cosas principales. No, la dieta debe ser completa, con todas las recomendaciones de Seignalet y teniendo muy en cuenta todo cuanto apuntamos en nuestros artículos sobre Los Alimentos a examen. Este conocimiento -y toma de conciencia, ¡ojo!- sobre la alimentación es lo que les abrirá las puertas a una verdadera curación.
 
Y, ahora -porque no me cansaré de repetirlo-, permítanme que recuerde y les ponga aquí de nuevo algunos apuntes y recomendaciones sobre el Régimen que les hacía en mi anterior artículo sobre mis experiencias.
 

RECOMENDACIONES
 
El Régimen Ancestral de mi admirado profesor Seignalet recoge casi todo cuanto necesitamos saber para comenzar a curarnos de la Artritis (y les recuerdo que no sólo la artritis, sino también de enfermedades tan frecuentes como la Espondilitis anquilosante, Psoriasis, Tiroiditis de Hashimoto, Esclerosis múltiple, Diabetes tipo 2, Enfermedad de Crohn, Fibromialgia, Alzheimer, Parkinson, y un largo etcétera que comprende el tan temido cáncer en casi todas sus manifestaciones). Como ya saben, realmente no hay nada especial en este régimen, se trata tan sólo de eliminar determinados alimentos (como la leche y los cereales, que la industria y el mercado nos hacen tomar cada día), comer con más frecuencia otros a los que no les damos la debida importancia (como las frutas y verduras, y aceites y otros productos no refinados) y cuidar mucho la forma del cocinado y las temperaturas que les damos a los alimentos (ya saben que, cuanto más crudo, mejor).
 
Especial importancia tienen los aceites. No me cansaré de repetirles que huyan de todo aceite manipulado de forma industrial. Tanto el de oliva -el mejor sin duda alguna- como los de girasol, soja u otras semillas, deben ser de primera presión en frío, o sea, no refinados. Los aceites refinados -todos- han sido sometidos a procesos químicos para su extracción y envasado al objeto de darles unas óptimas condiciones organolépticas (sabor, color, etc.) y obtener el mayor aprovechamiento posible de los productos bases. En los aceites de oliva, fíjense bien que sea Aceite Virgen de Oliva EXTRA (el extra es el único aceite no refinado), y en los de semillas, delen de lado a todos aquellos que pongan en la etiqueta Aceite de Tal o Cual REFINADO, por mucho que le añadan lo de SIN ADITIVOS o NATURAL o cualquier otra frase que les haga aparentar ser muy buenos y naturales.
 
Y, vuelvo a insistirles: tan importante como el producto es su uso. Cuando usemos un aceite para freír (y vuelvo a repetirles que deberían eliminar los fritos de su dieta), de ninguna manera debemos someterlos a temperaturas excesivamente altas (cosa que ocurre en muchas de las freidoras del mercado, capaces de superar los 225º C.), o sea, freír entre 160 y 180º C. y sólo el tiempo justo para dorar las patatas, el pescado, las croquetas, etc. En cuanto a la reutilización del aceite, aunque su buen estado dependerá del tipo de aceite, temperaturas alcanzadas, alimentos usados, etc., lo aconsejable es -siempre que las temperaturas alcanzadas no sean muy altas- no usarlo más allá de seis veces. Y si un aceite se nos pasa de temperatura y humea (que indica que se ha quemado), la reacción inmediata debe ser la de tirarlo y cambiarlo por otro nuevo. Tenga siempre en cuenta que un aceite que ha sido sometido a la acción del calor (peor cuanto mayor la temperatura), incluso los de mejor calidad, genera sustancias muy tóxicas con efectos negativos impredecibles para la salud humana.
 
En líneas generales, prefieran el pescado a la carne, los pescados de mar a los de río o de piscifactorías (aunque hay dudas por los contaminantes), la carnes de animales criados en libertad a los de crianza industrial (criados con piensos y estabulados sin el menor movimiento), el jamón y los embutidos curados y secados a cualquier fiambre cárnica (todas con largos procesos de elaboración y multitud de aditivos), alimentos crudos o con muy poco tiempo al fuego que guisos, pucheros y asados con largas exposiciones al calor, frutas y verduras naturales mejor que las envasadas, zumos hechos en casa que los ya envasados, etc., etc. No deje de pensar que los alimentos, cuanto más naturales sean, mejor. Huya cuanto pueda -y su economía le permita- de todos aquellos que han sido elaborados industrialmente. Éstos, además de que la procedencia y calidad de sus componentes puede no ser la que dicen en sus etiquetas, llevan generalmente multitud de aditivos como conservantes, colorantes, estabilizantes, potenciadores del sabor, espesantes y un largo etcétera de productos químicos de los que, por muy autorizados que estén, por muy legales que sean, ninguna autoridad sanitaria podrá dar fe de una total inocuidad cuando son consumidos y mezclados durante años y años.
 
Hay en la actualidad toda una serie de enfermedades -como la Artritis Reumatoide- a las que los médicos y la Ciencia no encuentran ni por qué se originan ni nada para su curación. Yo, servidor de ustedes, catorce años ya con Artritis Reumatoide, hace dos años que encontré lo que la origina y cómo curarla. Y usted que me lee también lo sabe. Es todo esto que les vengo contando en mis artículos. Léanlos y llévenlos a la práctica, y, cuando su enfermedad ya no esté, cuando se haya curado, escríbame para contármelo. Saber que usted también se ha curado será mi única y mejor recompensa.






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Nota:
En La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio on line, dispone de infinidad de artículos sobre los alimentos, pruebas realizadas sobre estos, el Régimen Ancestral estudiado y comentado por Alfonso Estudillo y descripciones de muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas, neurológicas y autoinmunes en general.

URL: La Web de la Artritis Reumatoide




 

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