Han
transcurrido otros seis meses desde que publicara mi último
artículo sobre cómo me va con mi artritis. En él les contaba que
llevaba ya año y medio sin crisis ni dolores de ningún tipo. Y
ahora, seis meses más tarde, no puedo decir otra cosa sino
certificar la bondad de una alimentación cuidada para vencer a
la enfermedad.
Siguen sin aparecerme aquellos fuertes dolores que me
invalidaban para hacer hasta las más mínimas tareas. Ni crisis
ni dolores ni nada que me haga recordar que sufro de Artritis
Reumatoide. Y ya van dos años continuados. Sin embargo, en la
conciencia y el convencimiento de que una alimentación bien
cuidada -es decir, de la forma que nos aconseja el Dr. Seignalet
en su Régimen- tiene la virtud de eliminar los dolores y
síntomas de la enfermedad, y como mi interés en ofrecerles
soluciones más cuidadas y detalladas para que curen su
enfermedad me llevan a hacer pruebas y seguir investigando, he
descuidado ex profeso algunas de las recomendaciones del Régimen
y comido a propósito más o menos pequeñas cantidades de
alimentos no recomendados o cocinados algunos de ellos con más
calor y tiempo al fuego. La experiencia resulta interesantísima
porque nos revela que no podemos hacer una dieta a medias ni
descuidada. Les cuento lo que he hecho en estos meses.
Entre otras cosas, he aumentado de manera notable la -hasta ese
momento, mínima- cantidad de pan con que mis insoslayables
costumbres de toda la vida me llevan a acompañar todas las
comidas. Otro factor que considero muy importante es la ingesta
de patatas fritas con una mayor frecuencia de la que solía
(hasta tres o cuatro días a la semana cuando sólo las comía una
sola vez). También he "diversificado" mis cenas con productos
tan poco recomendables como butifarra (que pueden llevar
ingredientes y aditivos tan desconocidos como poco saludables y
se elaboran mediante cocción de la que ignoramos tiempo y
temperaturas), fuet de diversas procedencias (con aditivos tan
nocivos como leche en polvo, proteínas de leche, lactosa,
conservantes, etc.), huevos cocidos con mahonesa -duros, con 15
minutos de cocción- y con una frecuencia mayor de lo que podría
ser aceptable (o sea, casi a diario, cuando no se recomienda
comerlos sino crudos o con una ligera cocción), dulces, helados
y algún que otro producto de pastelería, también en mayor
cantidad o con más frecuencia de lo habitual (productos poco o
nada recomendables por cuanto suelen contener azúcar refinado,
leche, harinas o féculas y ser sometidos a altas temperaturas
durante su elaboración). A todo esto hay que añadir el comer
menos frutas y verduras sobre lo que venía siendo habitual (tan
sólo una de las tres o cuatro piezas de fruta diarias y rebajar
los platos de productos hortícolas de dos por semana a uno o dos
al mes).
Los resultados de este intencionado "descuido" no podían ser
otros que los esperados. Dolores -digamos que en un grado leve o
muy moderado- en algunas articulaciones, principalmente en las
muñecas, aunque también he llegado a sentir molestias en los
codos y tobillos. También he llegado a notar -muy moderados, eso
sí- algunos dolores en las manos, lo que -a pesar de mi plena
conciencia de que soy yo el que estoy provocando la situación-
me ha llevado a pensar en algún momento si no sería que mi
curación es una utopía y podría volver a sufrir los mismos
dolores de cuando la artritis estaba en su mayor virulencia.
Afortunadamente, no es así y puedo decir que todos estos efectos
remiten en cuanto vuelves a eliminar de la dieta todos los
alimentos no recomendables. De todo esto podemos sacar una
extraordinaria experiencia que nos dice, que no sólo hemos de
seguir todas las recomendaciones del Régimen del Dr. Seignalet
-y que proponemos en todos nuestros artículos-, sino que no
podemos pasar por alto ninguna de ellas y comer cualquier cosa
so pena de que todos los esfuerzos sean en balde.
No lo olviden. No vale el seguir una dieta a medias pensando que
es suficiente con las cuatro cosas principales. No, la dieta
debe ser completa, con todas las recomendaciones de Seignalet y
teniendo muy en cuenta todo cuanto apuntamos en nuestros
artículos sobre Los Alimentos a examen. Este conocimiento -y
toma de conciencia, ¡ojo!- sobre la alimentación es lo que les
abrirá las puertas a una verdadera curación.
Y, ahora -porque no me cansaré de repetirlo-, permítanme que
recuerde y les ponga aquí de nuevo algunos apuntes y
recomendaciones sobre el Régimen que les hacía en mi anterior
artículo sobre mis experiencias.
RECOMENDACIONES
El Régimen Ancestral de mi admirado profesor Seignalet recoge
casi todo cuanto necesitamos saber para comenzar a curarnos de
la Artritis (y les recuerdo que no sólo la artritis, sino
también de enfermedades tan frecuentes como la Espondilitis
anquilosante, Psoriasis, Tiroiditis de Hashimoto, Esclerosis
múltiple, Diabetes tipo 2, Enfermedad de Crohn, Fibromialgia,
Alzheimer, Parkinson, y un largo etcétera que comprende el tan
temido cáncer en casi todas sus manifestaciones). Como ya saben,
realmente no hay nada especial en este régimen, se trata tan
sólo de eliminar determinados alimentos (como la leche y los
cereales, que la industria y el mercado nos hacen tomar cada
día), comer con más frecuencia otros a los que no les damos la
debida importancia (como las frutas y verduras, y aceites y
otros productos no refinados) y cuidar mucho la forma del
cocinado y las temperaturas que les damos a los alimentos (ya
saben que, cuanto más crudo, mejor).
Especial importancia tienen los aceites. No me cansaré de
repetirles que huyan de todo aceite manipulado de forma
industrial. Tanto el de oliva -el mejor sin duda alguna- como
los de girasol, soja u otras semillas, deben ser de primera
presión en frío, o sea, no refinados. Los aceites refinados
-todos- han sido sometidos a procesos químicos para su
extracción y envasado al objeto de darles unas óptimas
condiciones organolépticas (sabor, color, etc.) y obtener el
mayor aprovechamiento posible de los productos bases. En los
aceites de oliva, fíjense bien que sea Aceite Virgen de Oliva
EXTRA (el extra es el único aceite no refinado), y en los de
semillas, delen de lado a todos aquellos que pongan en la
etiqueta Aceite de Tal o Cual REFINADO, por mucho que le añadan
lo de SIN ADITIVOS o NATURAL o cualquier otra frase que les haga
aparentar ser muy buenos y naturales.
Y, vuelvo a insistirles: tan importante como el producto es su
uso. Cuando usemos un aceite para freír (y vuelvo a repetirles
que deberían eliminar los fritos de su dieta), de ninguna manera
debemos someterlos a temperaturas excesivamente altas (cosa que
ocurre en muchas de las freidoras del mercado, capaces de
superar los 225º C.), o sea, freír entre 160 y 180º C. y sólo el
tiempo justo para dorar las patatas, el pescado, las croquetas,
etc. En cuanto a la reutilización del aceite, aunque su buen
estado dependerá del tipo de aceite, temperaturas alcanzadas,
alimentos usados, etc., lo aconsejable es -siempre que las
temperaturas alcanzadas no sean muy altas- no usarlo más allá de
seis veces. Y si un aceite se nos pasa de temperatura y humea
(que indica que se ha quemado), la reacción inmediata debe ser
la de tirarlo y cambiarlo por otro nuevo. Tenga siempre en
cuenta que un aceite que ha sido sometido a la acción del calor
(peor cuanto mayor la temperatura), incluso los de mejor
calidad, genera sustancias muy tóxicas con efectos negativos
impredecibles para la salud humana.
En líneas generales, prefieran el pescado a la carne, los
pescados de mar a los de río o de piscifactorías (aunque hay
dudas por los contaminantes), la carnes de
animales criados en libertad a los de crianza industrial
(criados con piensos y estabulados sin el menor movimiento), el
jamón y los embutidos curados y secados a cualquier fiambre
cárnica (todas con largos procesos de elaboración y multitud de
aditivos), alimentos crudos o con muy poco tiempo al fuego que
guisos, pucheros y asados con largas exposiciones al calor,
frutas y verduras naturales mejor que las envasadas, zumos
hechos en casa que los ya envasados, etc., etc. No deje de
pensar que los alimentos, cuanto más naturales sean, mejor. Huya
cuanto pueda -y su economía le permita- de todos aquellos que
han sido elaborados industrialmente. Éstos, además de que la
procedencia y calidad de sus componentes puede no ser la que
dicen en sus etiquetas, llevan generalmente multitud de aditivos
como conservantes, colorantes, estabilizantes, potenciadores del
sabor, espesantes y un largo etcétera de productos químicos de
los que, por muy autorizados que estén, por muy legales que
sean, ninguna autoridad sanitaria podrá dar fe de una total
inocuidad cuando son consumidos y mezclados durante años y años.
Hay en la actualidad toda una serie de enfermedades -como la
Artritis Reumatoide- a las que los médicos y la Ciencia no
encuentran ni por qué se originan ni nada para su curación. Yo,
servidor de ustedes, catorce años ya con Artritis Reumatoide,
hace dos años que encontré lo que la origina y cómo curarla. Y
usted que me lee también lo sabe. Es todo esto que les vengo
contando en mis artículos. Léanlos y llévenlos a la práctica, y,
cuando su enfermedad ya no esté, cuando se haya curado,
escríbame para contármelo. Saber que usted también se ha curado
será mi única y mejor recompensa.
* * * * *
Nota:
En La Web de la Artritis Reumatoide, además de
un consultorio on line, dispone de infinidad de
artículos sobre los alimentos, pruebas realizadas sobre estos,
el Régimen Ancestral estudiado y comentado por Alfonso Estudillo
y descripciones de
muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas y autoinmunes en general.