Muy cerca de aquí, de El Burgo, si tomamos la carretera que
nos llevaría a Segovia, encontraremos a muy pocos
kilómetros, apenas diez o doce, San Esteban de Gormaz.
En San Esteban, entre valiosísimas muestras del románico
peninsular más puro y antiguo, se duerme, en ensenadas, un
Duero que, nacido cerca, en la sierra de Urbión, ya se
ensancha, y en una de sus orillas, a pie de carretera,
podremos detenernos en el hotel Rivera del Duero. Así, con
uve, como ellos tienen rotulado. Es cómodo, agradable y su
gente de trato afectuoso. Excelente cocina que ofrece platos
de la ribera y vinos mágicos entre otros desconocidos.
En su sótano, en un pequeño recoveco y a modo de bodeguilla
Antonio, cuñado de Gerardo que es el encargado y responsable
de todo el conjunto, ofrece, algunas noches de sábado y
abrazado a su guitarra, veladas largas y cálidas, humeantes
y entrañables entre boleros, rumbas y un extensísimo pasar
por las obras de Sabina (Ver foto arriba).
Ya tarde, cuando el comedor queda cerrado y la cocina
recogida, acude Gerardo a la bodeguilla, con su pipa
rebosante de aromáticos tabacos que perfuman el ambiente y
canta. También él canta.
Es normal que, de vez en cuando, para aclarar la garganta en
medio de tanto canto y de tanto humo, Antonio alce un vaso
de refresco y, copiando un verso rimado por Sabina invite a
todos a beber diciendo: ¡Hay motivo! Todos, entonces, a
coro, alzamos las copas y decimos, antes de beber, ¡Hay
motivo! Y seguro que lo hay pues en el brindis se oculta,
por impronunciado, el deseo íntimo de cada cual.
En estos días, y en otro ámbito, siempre hay motivo.
Permanentemente nos ofrecen motivos para, en lugar de alzar
la copa, elevar el puño apretado y lleno de rabia. Puño
libre de banderas y desprovisto de pancartas con frases
provocadoras. Es un puño que clama contra el engaño. Quizá
mentira aunque, ya para la historia, el mentiroso fue Aznar.
Engaño es negar la crisis. Engaño es el aval a los bancos
para que tapen sus vergüenzas. Engaño es la cifra de paro y
el importe del subsidio de desempleo. Engaño es el valor de
los ahorros y de los pisos y de la parcelita en el pueblo.
Engaño es comprometer recursos a terceros países cuando en
el nuestro se avecina un incierto futuro repleto de delitos
cometidos para subsistir. Engaño, y tomadura de pelo, es que
la ministra de educación cuelgue en Internet un video
comentado el dictamen del T. Supremo acerca de la
controvertida asignatura de “educación para la ciudadanía”
tres días antes de que el mismo T. Supremo haga pública su
sentencia. Engaño es gastar treinta mil millones de euros en
carteles a colocar en los pueblos publicitando el “donativo”
para que los municipios lleven a cabo obras menores que den
de comer a unos pocos. Engaño es que de los fines de ese
“donativo” quede expresamente excluido el pago de deudas de
los ayuntamientos a las empresas y gentes que para ellos
trabajaron y que hoy andan cerrando las puertas de su
negocio y abriendo las de su casa a quien se lleva los
muebles. Engaño son los veinte mil millones de euros, diez
mil menos que los de los anuncios arriba citados, que el
ministro de justicia ofrece para parar la huelga de jueces,
como si con veinte mil millones de euros se pusiera orden en
los juzgados. Algo más peritan los entendidos. Engaño es que
la oposición -me refiero sólo al PP.- se pierda en luchas
internas con el único fin de conquistar internas parcelas de
poder, mientras su líder, que anda siempre a la gallega, no
piensa que mejor futuro encontraría, como muchos gallegos de
pro, allá en las américas o en algún registro de provincias.
Engaño es el silencio de los sindicatos y de las autonomías
independentistas. ¿Lo habrán conseguido todo?
Engaños, como todos sabemos, podemos descubrir a miles. Cada
españolito está al tanto de alguno y todos ellos, todos los
engaños, merecen nuestro puño alzado.