El próximo 23 de febrero se cumplen 27 años del intento de golpe
de estado por parte del Teniente Coronel de la Guardia Civil,
Antonio Tejero Molina, quien recibió apoyo desde Valencia del
Teniente General de la región Jaume Milans del Bosch.
A diferencia de los artículos que he ido realizando hasta ahora
para esta sección de la revista, esta vez relataré este hecho
histórico en primera persona, ya que como muchos españoles, viví
con cierta angustia este intento de golpe de estado y de
supresión de las libertades que tanto había costado que
llegaran.
Cuando
este hecho se produjo, yo acababa de cumplir quince años y
estudiaba octavo de la antigua EGB. Vivía la joven democracia
con las ganas de cumplir pronto los dieciocho años y poder votar
por primera vez.
Se habían celebrado ya, desde la muerte del dictador, el
referéndum para la Reforma Política de 1976, las primeras
elecciones constituyentes de 1977, el referéndum de la
Constitución Española de 1978, las elecciones de la primera
legislatura después de la aprobación de la Constitución en 1979,
las primeras elecciones municipales en 1979 y Cataluña y Euskadi
habían aprobado sus Estatutos de Autonomía en 1979 y habían
celebrado también las primeras elecciones autonómicas en 1980.
Yo mientras, todo esto pasaba a mi alrededor, tenía ganas de ser
mayor de edad, para poder participar en todos estos
acontecimientos.
La tarde del 23 de febrero de 1981 yo estaba en mi casa en
Madrid, con mi abuela paterna y mi hermano mediano. Estábamos
esperando la llegada de mis padres y de mi hermano pequeño, que
habían ido al médico. Cuando llegaron, nada más abrir la puerta
de entrada a casa, mi madre, muy asustada y muy nerviosa, nos
dijo que según venían en el coche, habían escuchado por la radio
que se había producido un golpe de estado en el Congreso de los
Diputados.
Cenamos en la cocina de casa. Mi padre y mis hermanos parecían
indiferentes, mi madre y mi abuela paterna veían la llegada de
otra Guerra Civil y yo me encontraba en la misma línea de las
mujeres de la casa, pero con la esperanza de que esta vez
triunfasen las fuerzas democráticas.
Cené demasiado rápido, tenía mucha prisa por ver la televisión y
poder tener noticias sobre el acontecimiento, si es que había
alguna noticia.
Por la televisión se emitía un magazine de la época. En los
corrillos que se hicieron en el edificio donde vivía entonces,
el resto de vecinas y vecinos decían que las tropas golpistas
habían ocupado Prado del Rey, sede de Radio Televisión Española
y que, por eso, no darían ninguna noticia.
Alrededor de las diez de la noche, se emitió un avance
informativo, donde la locutora, demasiado nerviosa, contó el
acontecimiento y entonces, conectaron con Valencia, donde las
imágenes que se mostraban, hacían temer lo peor, ya que todos
los tanques, ocupaban las calles de la ciudad.
Rápidamente miré por la ventana, porque creía que estaba pasando
lo mismo que sucedía cuando todavía vivía el dictador cada
primero de mayo, que no solamente estaría la policía por la
calle, sino también el ejército entero. Pero la calle estaba
desierta. Con una pequeña radio traté de encontrar alguna
emisora que dijese alguna cosa. Conseguí escuchar que entre
otros los Jefes de Estado Mayor de los Ejércitos de Tierra y
Aire se oponían al golpe.
Esto me tranquilizó un poco. Muchas emisoras trataban de
averiguar que pensaba el Jefe del Estado, el Rey Juan Carlos I,
que según la Constitución era quien tenía que velar por las
libertades y la democracia.
Aunque al día siguiente tenía colegio, no me fui a dormir hasta
muy tarde. Por las emisoras escuchaba que el Rey Juan Carlos I
iba a emitir un comunicado, y tenía mucha inquietud por saber si
de verdad el Rey apostaba por la Constitución y por la
democracia.
Un poco más tarde de la una de la madrugada, apareció Su
Majestad el Rey Juan Carlos I, vestido con el uniforme de
Capitán General de los tres ejércitos, y después de escuchar sus
primeras palabras, donde decía que había ordenado a los jefes de
las principales unidades militares permanecer fieles a la
Constitución, por dos veces y que la Corona no podía tolerar
ningún movimiento en contra de la Constitución y de la
democracia, me fui a dormir más tranquilo.
Al día siguiente en la escuela había una cierta tensión y yo
estuve más pendiente de lo que pudiese estar pasando en el
Congreso de los Diputados que de las lecciones de turno.
Durante el recreo, uno de los profesores, nos dio la noticia a
otros alumnos y a mí, de que el Teniente Coronel Tejero se había
rendido, dando fin a esta pesadilla y a esta incertidumbre que
se había producido la tarde anterior, cuando con pistola en mano
unos cuantos guardias civiles, entraron en el Congreso de los
Diputados para cargarse la joven democracia española, gritando
eso tan célebre de todo el mundo al suelo.
De las imágenes posteriores, recuerdo la valentía del Teniente
General Manuel Gutiérrez Mellado, que se enfrentó a los Guardias
Civiles, siendo incluso zarandeado, y la del Presidente del
Gobierno dimisionario Adolfo Suárez, sentado en su escaño
mientras sonaban los tiros, en tanto el resto de los diputados
permanecían agachados.
Esta es mi reflexión personal de unas horas que estuvieron a
punto de acabar con nuestra, todavía débil, democracia. Juan
Carlos I durante aquellas tensas horas, estuvo acompañado de la
Reina Sofía y del Príncipe de Asturias, Don Felipe de Borbón, a
quien hicieron estar despierto toda la noche, para que, recién
estrenada la adolescencia, viviese su primera lección de
historia. En aquellas horas tan tensas y tan inciertas, yo
también viví mi primera lección de historia.
Para ampliar:
- http://es.wikipedia.org/wiki/23-F
- www.aguaron.net/golpe/golpe.htm
- www.laguia2000.com/espana/el-golpe-del-23-de-febrero-de-1981