Numerosos árboles recubren las calles con su pelo
Mojado el cemento donde repican las suelas
Los aires de invierno penetran abrigos y pieles
De perros que deambulan perdidos sin olfato ni color.
Invernan los autos bordados de rocío
Algunos bostezan cuando se prende el motor
Otros aguardan apacibles la espera
El amable calor de un verano sonriente.
Paraguas de nylon azul desfilan por la calle
Se agolpan sus puntas en el portón
Donde los niños acuden y acuden y acuden
Donde los padres despejan las frentes
Y con saliva borran los rostros.
Buenos Aires, para mí, un pequeño rincón.
Las lluvias interminables
Que el olvido no borra.