El Arte se relaciona con la sociedad en cuanto la observa,
analiza y construye para ella unos lenguajes que la muestran
en sus aspectos constitutivos relevantes.
El Arte incorpora en su quehacer necesidades funcionales:
arquitectura, diseño de objetos de uso diario, relaciones
con el espacio habitado amalgamables y relacionadas con
quienes lo habitan.
Luego, se debe reconocer que las sociedades en sus diversos
momentos han manifestado formas de relacionarse y existir.
El trabajo de los artistas con estilos y materiales
disímiles, han construido cosmogonías colectivas e
individuales que con el correr del tiempo, la información y
opciones culturales han trasuntado en obras artísticas
(Gobierno de Chile. Mineduc, 2000).
La relación Arte y sociedad, viene dada desde el principio
de la vida.
Cuando es el medio ambiente; el entorno, que contiene la
existencia dota al Arte de significados, pero también
construye herramientas, estructuras y eventos que se
establecen como relevantes para los grupos humanos presentes
(el nacimiento, la muerte, la guerra, la paz, la caza), del
mismo modo, la pintura, el lugar de refugio y, en
definitiva, los seres humanos en comunidad, generan una
pertenencia y representatividades.
La sociedad con estas cargas y distribuciones de roles,
muchas veces dotadas de aspectos culturales que determinan
el género para los mismos, construye formas de
representación (plásticas, gráficas, escultóricas,
audiovisuales), a lo largo de la historia, mostrándonos su
evolución (Gobierno de Chile. Mineduc, 2000).
La situación posibilita, por medio de este reconocimiento de
género y muestra, el observar las identidades que habitan
geografías, que usualmente influencian a las estéticas y
otras manifestaciones que al día de hoy, más estilizadas,
siguen y continúan con una gran carga mística (flora y
fauna, fechas y cambios asociados a lo climático), en las
identidades personales y colectivas. Las cuales son luego
parte constructora de la sociedad, y como toda construcción
es procesual, aún sin el consentimiento de la misma.
(influencias teóricas, matéricas, modas, descubrimientos
geográficos y científicos) (Gobierno de Chile. Mineduc,
2000).
Como la corporalidad es la que acoge y desplaza a estas
identidades, surge en los grupos, casi sin exclusión, la
necesidad de diferenciarse, para lo cual, los símbolos,
colores, diseños y adornos significativos juegan un rol
relevante.
En este aspecto, es importante observar que éstos guardan,
una profunda relación con el entorno (el textil mapuche
contiene una importante visualización del medio ambiente
natural, la vestimenta típica del sur de Alemania, del mismo
modo, incorpora la flora del lugar en bordados de gran
oficio).
Los grupos constituyentes de estas sociedades, propenden a
reunificarse con el medio que los rodea, es lo que en
ocasiones solemos entender por folclor.
Dicho proceso origina una parte de la identidad cultural,
que estaría constituida por un desarrollo más complejo de la
existencia, planteamientos filosóficos y psicológicos,
incluso de las mismas que el folclor consignaría de manera
más anecdótica adicionándoles elementos que conjugan lo real
con lo irreal.
Esta mirada conjugada (lo real e irreal), es lo que hace en
parte la obra de Marc Chagall, un aporte a la lectura del
Arte contemporáneo, cuando integra relatos campesinos de su
aldea natal a la creación pictórica. Este artista ha
incorporado el concepto, la idea, el relato, el cuento (que
se han mantenido en el lenguaje y ha sido distribuido con el
mismo) a su obra, ocupando materiales y soportes que se
venían utilizando desde hace siglos, o sea, el aporte
radicaría en cómo el artista ha traducido ese lenguaje al
construirlo desde su conocimiento y articulación de
elementos compositivos que ha considerado pertinentes, a una
plástica bidimensional cromáticamente singular con una
lectura surreal, del sueño o lo lúdico con formas que
pertenecen al mundo de lo real pero habitando el lúdico.
Esta propuesta de lectura en un ambiente direccionado que
observaba el Arte como una fotografía de lo real y de lo
real usualmente lo más conservador, vino en establecer que
la sociedad y el Arte por cierto, lleva, traslada, adiciona
e integra a todas las existencias, aún las más
estigmatizadas por lo oficial, lo políticamente correcto o
por una franca percepción reaccionaria.
Lo comentado es un fenómeno que sucede también en otras
latitudes y, por cierto, con otras connotaciones en el
lenguaje pictórico y en la estética. Esto demanda igualmente
que la sociedad sea capaz de observar en la producción de
Arte una actitud que discierna sobre cómo los fenómenos
significativos para lo rural y lo urbano, no se conviertan
en modos productivos con fines claramente económicos y de
consumo (Gobierno de Chile. Mineduc, 2000).
La postura contestaría y estoica de los movimientos
estudiantiles de los años sesenta y, más tarde, de los
setenta y ochenta (Hippie, Punk), han terminado en modas,
evolucionando a una estética ecléctica que no habla ni
mantiene la idea original, a la inversa, la descompone en un
aparataje visual.
La sociedad debe observar que su existencia y muestras de la
misma son de una validez que nace de sí misma y la capacidad
analítica de estos fenómenos estéticos y sociales invertirán
la actitud reduccionista del decorador. Es la sociedad quien
construye espacios físicos arquitectónicos donde establece
habitabilidad, recreación, ocio, salud y trabajo, entre
otros. El Arte proporciona la oportunidad de indagar dichas
especialidades de modo de reconocer qué está ocurriendo con
los grupos humanos que allí habitan, aclara si los espacios
construidos, generan la capacidad de reconocerse, cómo
lograr establecer coordenadas de satisfacción o
insatisfacción, intervención y cambio en o los espacios
habitados colectivamente. ¿Cuáles son estas coordenadas
significativas para la juventud, los ancianos los niños? ….
¿Cómo encontrar una arquitectura que los represente y
presente a la sociedad toda?...
Son cuestiones factibles de llegar a comprender como
necesarias y por medio de este preludio derivar a fases más
conclusivas en los ámbitos que la constituyen (cantidad,
ubicación espacial, diseño, flujos de entrada y salida,
relaciones urbanas y comunicativas con el entorno, plazas
parques, áreas urbanas, patios, parques, centros culturales,
entre otras).
Se observa en este ejercicio lo relevante del Arte no sólo
en el ámbito creativo, al cual la enseñanza del Arte
tradicional direcciona casi todos sus esfuerzos.
Lo planteado, es también un espacio para expresar emociones
acerca del ámbito en cuestión, es decir, cómo el Arte
interactúa entre lo cotidiano y colabora para que éste sea
una posibilidad de transformación; lo que brinda el Arte no
concede límites, de allí que la comprensión, análisis,
propuestas y emocionalidad sean probables de manifestar en
los más diversos soportes creativos (multimedios,
experimentales, tradicionales).
La habitabilidad permanente se caracteriza por el uso de
objetos para fines y ocasiones.
Reconocerlos como parte del acervo cultural, de la
influencia y las necesidades, desarrolla el criterio en
cuanto a su cantidad y real necesidad. De la misma manera
unas formas representativas de quienes las manipulan, en
este sentido el análisis estético viene en proveernos de las
necesarias normas compositivas para una objetualidad y
habitación (uso del espacio), que mantenga una unidad y
retenga, en caso de ser pertinente, nexos con el antecedente
originario (étnico, emigrante), constituyéndose en un lugar
vitalizado por el Arte y de resguardo de una historia y unos
sucesos relevantes para quienes lo habitan.
Los nuevos soportes tecnológicos son nuevas posibilidades
creativas, el Arte acerca a las personas a estos medios
desde la mirada crítica y abierta que brinda el poner en
duda el pragmatismo de un solo uso, una sola posibilidad.
La sociedad observa el acto (uso creativo y analítico de las
tecnologías), como una actitud que la acerca; comprenderlo
desde la educación inicial facilita, su acercamiento y
análisis, cuando aquéllos se presentan en la medialidad.
Estas primeras relaciones con las nuevas tecnologías (TICS),
brindan la gran oportunidad de observar e investigar acerca
de cuál es la real percepción de los jóvenes frente a las
mismas, debido al carácter inicial en complejidad como a la
transversalidad con que son factibles de utilizar, así
mismo, permite establecer el carácter comunicador y
relacionador que éstas contienen, las posibilidades
creativas y lo que los jóvenes estudiantes observan como
deficiencias e incluso nuevas probabilidades de trabajo. Tales
reconocimientos facilitarán que los futuros integrantes y
actores sociales, accedan de mejor forma a las fuentes de
información de todo orden con la posibilidad de saber que
aquellas albergan el Arte (Gobierno de Chile. Mineduc,
2000).
En la sociedad de la información usualmente se encuentra a
los estudiantes, en la calidad de receptores pasivos, las
posibilidades de respuesta son menores cuando se desconocen
las herramientas tecnológicas y, aún más, cuando las
respuestas carecen de una originalidad que puede ser dada
también desde el análisis artístico.
Los niños y jóvenes de hoy podrán acceder a la
metainformación desde una mirada personal o colectiva con
respuestas críticas, constructivas y de discusión,
aminorando el carácter receptor y conductista a que la
uniformidad del pensamiento nos pretende llevar. Sin
embargo, no se debe desconocer que la creación de mensajes
multimediales facilita, por otra parte, el trabajo colectivo
(Gobierno de Chile. Mineduc, 2000).
Al contrario de lo que se pretende dar a conocer, la
situación personalista que se le confiere a las nuevas
tecnologías pasa, como antes se mencionaba, porque no se han
desarrollado otras posibilidades (creativas, informativas,
redes solidarias, discusión). El proceso educativo, por su
carácter procesual, facilita llegar a este lugar, de manera
dinámica, transversal y experimental, pese a esto, se
observa cómo los establecimientos aún no generan una cultura
al respecto, pese a los mismos intereses planteados por los
estudiantes, continuando una formación escolar que se
relaciona más bien con el planteamiento ilustrado y
conductista del siglo XIX.
Hasta aquí se ha visto que el Arte está profundamente ligado
al estudiante como medio comprensivo y creativo, y del mismo
modo, lo acerca a la comprensión de la sociedad de una
manera sensible, transformadora, innovadora y crítica, que
potencia otras áreas del conocimiento y desarrolla aspecto
sensibles de su personalidad determinando una visión del
mundo como Arte (Eisner, 1998).
No obstante, se debe reconocer que la escuela es el espacio
socializante por excelencia, asegurando aprendizajes
selectivos que propenden al crecimiento y la posterior
inserción social del individuo (Gobierno de Chile. Mineduc,
2000).
La atención se ha concentrado entonces, en el individuo
estudiante y el constructo guiador escuela que presenta una
guía abierta y transversal, de participación y colaboración.
¿Qué puede hacer el Arte en general, y las Artes Visuales en
particular, para aumentar la calidad de vida individual y
social? ¿Cómo aporta a la existencia?
La relevancia que posee el Arte como disciplina escolar,
está dada por el aporte que hace al abrir nuevos espacios
revitalizando la existencia en una sociedad que tiende a la
uniformidad. Debido a las posibilidades infinitas que las
nuevas tecnologías ofrecen, así como la diversidad de
poblaciones a las que se dirige el mensaje unificador y
globalizante, más no una globalización de la diversidad...
el acto creativo liberador adiciona a lo compositivo todo lo
que el trabajo permanente ofrece, nuevas posibilidades, en
la mirada de Eisner (1998):
“Si el Arte es algo, es una calidad de vida que se disfruta
por sí misma. En un orden social, que tiende a incentivar el
que las personas traten los objetos y a las demás personas
no como instrumentos, las Artes llaman la atención sobre los
aspectos no instrumentales de la vida. La obra de Arte
visual es una forma a explorar visualmente, los ritmos de la
obra, su forma, su entorno, su color, hacen que se avance
por un camino cualitativo. La experiencia estética es un
proceso que emerge del propio Arte. A diferencia de tantos
otros tipos de actividades humanas, la experiencia que
constituye el Arte no empieza cuando ha acabado la
indagación; no es algo que se encuentra al final de un
trayecto, es parte del propio trayecto (Eisner, 1998:255).
Con respecto a esto último, resulta importante observar los
planteamientos de Eisner, en relación a los diferentes
estadios de la enseñanza media en Chile en la especialidad
de Artes Visuales...
A saber, cuando el autor plantea “explorar visualmente” esta
percepción, no sólo es factible de contenerla en la
observación de obra sino vista como una idea, promueve la
capacidad de entender el estar y habitar un lugar. Se puede
asociar al primer nivel de enseñanza media, (Arte,
naturaleza y creación), donde el “explorar y registrar,
apreciar, profundizar y expresar ideas”, son parte
fundamental de los contenidos relacionados con el medio
ambiente, de la misma forma, promover el cuidado y
responsabilidad frente al mismo.
El Arte viene a profundizar las posibilidades de comprensión
de la sociedad que el estudiante habita desde una mirada
medioambientalmente amigable.
En el segundo nivel (Arte, persona y sociedad), la idea de
que el Arte emerge de su propia experiencia, factibiliza el
reconocerse como género (femenino y masculino), y como éstos
a lo largo de la historia son observados y, más tarde,
entendidos en funciones y acciones; luego, cómo los seres
humanos se han dado diversos puntos de encuentro y
desencuentro (la festividad y la guerra, por citar algunos).
El análisis de obras, su creación e investigación,
posibilitan aprender de la historia reconociendo que estos
hechos, ritos y reuniones humanas son una resultante de
voluntades, coincidencias y desacuerdos que involucran a la
sociedad en escalas diversas de participación y
responsabilidad. Se reafirman así, las identidades
colectivas y personales, por ejemplo, en el folclor y
artículos de uso cotidiano (adornos, objetualidad
funcional).
El Arte valora los aportes que hace a la vida en sociedad y
personales, haciendo de esta práctica una situación
inclusiva debido a la importancia que da a los grupos
específicos (étnicos, urbanos, campesinos, entre otros).
Eisner (1998), en su lúcida percepción del Arte, facilita el
arribo al tercer nivel de la enseñanza media (Arte, entorno
y cotidianeidad). El Arte en este estadio comprende el
universo juvenil y sus características como la del valorar y
reflexionar acerca de los procesos y productos artísticos.
El trayecto sin fin que Eisner plantea, se encuentra
concatenado con la sociedad y las personas, en este caso,
con una parte adolescente y joven de ella, en el mismo
contexto y vitalizando la idea del camino, ¿Quién podría
decir exactamente las posibilidades expresivas de una
generación a otra, aún cuando las bases teóricas fuesen o
tuviesen coincidencias notables?...
Sólo basta observar la segunda mitad del siglo XX y podemos
ver con claridad que las juventudes se han manifestado,
encontrado y desarrollado diversas modalidades expresivas
que han intervenido con mensajes y propuestas el mundo
medial y social. El trayecto propuesto por Eisner (1998),
dice relación también, con la habitabilidad estructural y
espacial (arquitectura y espacio público). Allí es donde el
Arte muestra cómo las sociedades han solucionado problemas y
necesidades, evidenciando las diferencias (pobreza y
riqueza), ocupación territorial y como el constructo
hogar-casa, es luego un reflejo de la percepción de la
existencia. El Arte y, en especifico, la arquitectura,
muestran opciones que las sociedades se han dado en todos
los tiempos, generando obras que involucran el espacio
habitado, asumiendo con estas estructuras una visión de la
sociedad, aún sin que estos constructos sean de importancia
y sólo reflejen grupos fácticos de interés reducido. La
experiencia que brinda el reconocer este fenómeno
posibilitará la construcción de espacios que contengan una
mirada diversa y trascendente basada en la percepción
colectiva, generando a la vez una colectiva la solución
arquitectónica.
Del mismo modo, el análisis de la producción de Arte ha
significado, muchas veces, ser parte fundamental de
transformaciones sociales como defensa de las mismas,
estableciendo con ello los momentos en que el Arte se ha
vuelto una mercancía, como cuando ha intentado ser guía, voz
de alerta, denuncia y cambio, liberando al ciudadano de la
percepción reaccionaria del mismo, que la actividad creadora
es indescifrable o que contiene aspectos relacionados única
y exclusivamente con códigos estéticos.
En el cuarto nivel, Eisner (1998) nos acerca al comienzo de
su propuesta, el último estadio de la enseñanza media (Arte,
cultura y tecnología), debido a la conexión con los diversos
lenguajes especialmente los contemporáneos, caracterizados
por una fuerte carga tecnológica. En la denominada
revolución de las comunicaciones, el fenómeno de conocer,
trabajar, crear y experimentar con las mismas, facilitará la
comunicación, pues es un fenómeno activo, cuando incorpora
mecanismos de reproducción, cuando se vuelve fundamental en
las áreas de relaciones humanas (laborales, familiares,
sociales), facilitando la expresión de opiniones y
emociones. ¿No es esto acaso una razón suficiente en la
actual globalización económica que pretende objetivamente
asumir la comunicación como un intercambio de información y
una cuestión mercantil, en contrario al intercambio de
ideas?
El Arte no es ajeno al fenómeno global, y desde sus miradas
ha desarrollado una obra contestataria como propositiva
frente a lo mencionado. En este sentido toma entre otros
aspectos la fragilidad a que nos lleva la falta de
comunicación e intercambio. Eisner (1998), con su propuesta
de Arte y las posibilidades que éste ofrece al ser humano
contemporáneo sin desconocer su pasado, es un camino por
recorrer que contiene alternativas para una mejor calidad de
vida, comunicación y reconocimiento de la sociedad para su
intervención…
Dicho de otra manera, disfrutar del proceso creativo como un
logro, lo que produce una recompensa cualitativa en el
proceso y desarrollo de la vida con los demás, con los
otros. Pese a los argumentos anteriores, Eisner (1998), con
la misma lucidez, nos vuelve y revuelve...
“En una época en que nunca había sido mayor la necesidad de
personas sensibles, resulta paradójico que se preste tan
poca atención al desarrollo de la sensibilidad en las
escuelas. Pero se podría especular que, en la medida en que
los hombres están encallecidos entre sí y frente al entorno
en el que viven, la probabilidad de aumentar la calidad de
vida es, sin duda, pequeña. Sería una exageración decir que
basta con la educación en las Artes; sin embargo, sin ella,
las perspectivas parecen desoladoras” (pág. 257)
Entonces ¿cuáles podrían ser los aportes que el Arte brinda
desde la mirada de los tiempos modernos?...
Vitalizar la existencia en un tiempo donde el trabajo se ha
constituido fragmentario y rutinario, una calidad de vida en
sí misma y desde sí misma, reconociendo los aspectos no
instrumentales de la vida como una situación que hace crecer
la capacidad sensible, empática y solidaria, la obra de
Arte, especialmente audiovisual o que contiene las nuevas
tecnologías, facilita de mejor forma la capacidad de
explorar visualmente, haciendo de esta observación un avance
cualitativo en el mismo acto.
La experiencia del Arte es transversal pues, como la
existencia, no tiene un comienzo ni un fin determinado,
desde el postulado teórico como desde el estético, es un
trayecto, y este trayecto es lo importante más que la
necesidad de llegar a un resultado determinado por
exigencias de índole diversa, en palabras de Eisner (1998)
“Así, una importante aportación de las Artes a la sociedad
contemporánea es la de servir tanto como la experiencia como
de recordatorio de que no se debe considerar que la vida sea
una serie de medios para alcanzar un fin deseado. El Arte
nos recuerda que el acto de observar intensamente, de abrir
la sensibilidad al entorno produce una recompensa
cualitativa en el proceso de vivir” (págs. 255 y 256).
De lo anterior se desprende que el Arte, construye en gran
medida el estar y habitar un lugar y la existencia, la
experiencia del Arte y quienes se relacionan con él y, más
aún, quienes la reconocen en su accionar cotidiano,
establecen más rápidamente los ámbitos de la selección y lo
específico.
Desde una mirada ejecutorial de acciones donde los
individuos tuviesen una paleta amplia de finalizar dichas
acciones, la diversidad que el Arte nos promueve pudiese no
tener algún impacto importante, sin embargo, la actualidad
tiende a particularizar el trabajo y cada vez es menos
posible finalizar una labor de manera individual. En este
sentido Eisner (1998) propone que las Artes dan a los
hombres la posibilidad de iniciar, continuar y concluir lo
que empiezan, quien lo realiza se identifica y
responsabiliza del mismo, es decir, el hombre vuelve a ser
homo faber. El trabajo en las Artes promueve la capacidad de
apreciar o desarrollar la visión microcósmica; se aleja de
lo monumental, se acerca a los aspectos internos de la vida
en sociedad y personal que, por cierto, guardan una relación
con la colectiva, desde su aceptación y el rechazo.
Al trabajar con esta posibilidad de observar la escala
humana, como hemos visto, se está construyendo la
posibilidad de ver e investigar los intereses sensibles en
el ser humano, esto es lo que según Eisner (1998) “nos
permite dar sentido al mundo”. El Arte provee, como hemos
visto, de sentido y también de sensibilidad. Luego, cuáles
son las exigencias de lo que significa trabajar con el Arte,
algunas de ellas son: “perfección, selección y organización
de cualidades” ellas se deben desarrollar para alcanzar una
sensibilidad hacia los fenómenos a los cuales son
enfrentados. Por tanto, el trabajo en las Artes plantea
exigencias especiales a quien lo realiza” (pág. 257).
El acceso masivo a la educación producto de los movimientos
sociales del siglo XX, hace que la educación del Arte se
inscriba en el proceso educativo, aún con una clara
funcionalidad en sus comienzos; más tarde, la masividad del
libro y, por tanto, del conocimiento, producirán intereses
en grupos y personas dando paso a las denominadas escuelas,
talleres y líneas de trabajo reafirmadas en propuestas
teóricas (filosóficas, políticas, sicológicas).
Esto explica, en gran medida, que el siglo XX sea una
explosión de tendencias y escuelas que han sabido leer su
historia.
En miradas sociocríticas y antimilitaristas (expresionismo
alemán), las nuevas posibilidades tecnológicas (futurismo),
el rechazo a la materialidad y lenguaje visual del
neoclasicismo y la burguesía (suprematismo ruso), el mundo
interno del ser humano (surrealismo), los fenómenos
existencialistas (abstracción y conceptualismo), la crítica
al consumismo (pop art), la vida como obra de Arte y su
relación con la impersonalidad generada por la meta
comunicación (instalaciones multimediales).
Estas miradas ratifican el carácter documental que las Artes
poseen para cuando esta era sea la prehistoria del mundo.
¿Es acaso este carácter documental de sucesos, de hombres y
mujeres notables, de luchas sociales de las que el Arte ha
sido parte, el que molesta a los criterios tecnocráticos de
la educación?, o ¿La posibilidad que el Arte ofrece a los
estudiantes y la sociedad, de reconocerse libremente sin
previo requisito que saber que la expresión y la necesidad e
importancia de este fenómeno es lo que efectivamente
consigna como una de sus razones fundamentales?
Algunas de las resultantes de este desconocimiento o
negación a las Artes y su natural significado para la vida
en sociedad, es factible observarlo ya en los inicios de los
diferentes estadios de la educación y, luego, en la vida
futura en sociedad. En la voz de Eisner
“Cuando un orden social… asigna valores a los campos
denominados cognitivos en detrimento de las Artes,
probablemente no se desarrollará en los jóvenes, la
capacidad para responder a las dimensiones sutiles de la
vida cualitativa” (1998, p. 257).
Respecto a lo anterior, Dewey (1998), señala que “la
eficacia social” implica el gozo de las actividades comunes.
Plantea que esto es imposible sin cultura. En la misma línea
Eisner (1998) aclara que:
“no se puede participar en el intercambio con los demás sin
aprender, sin obtener un punto de vista más amplio y sin
percibir cosas que, de otro modo, se ignorarían. Y no hay,
quizá, mejor definición de la cultura que la de considerarla
como la capacidad para ampliar constantemente el radio de
acción y la precisión de la propia percepción de
significados” (pág. 111).
La importancia de valorar el Arte en la educación como un
antecedente o forma de comprender y relacionarse con la
sociedad, tiene su origen en que sucede precisamente lo
contrario: el consumo (supuesta clave para el bienestar), la
estabilidad laboral y la educación como camino hacia los
objetivos antes mencionados.
Es decir, si tuviésemos una existencia donde el Arte tuviera
la trascendencia que ésta tiene seguramente la demanda por
la misma carecería de la urgencia con que hoy se pretende
hacerla ver. Como se han establecido algunas de las
relaciones que poseen la dualidad, conexión, o enlace, “Arte
y Sociedad”, se desean igualmente establecer de manera más
concreta qué hace que la enseñanza del Arte pierda cada vez
más terreno y, en el mejor de los casos, se la observe como
un acto recreativo-terapéutico por muchos estudiantes y no
pocos docentes. La importancia de estas implicaciones radica
no sólo en lo que nos aclara sino que también nos avisa
acerca de una de las razones de por qué la Educación
Artística y otras especialidades relacionadas con las
ciencias humanas pierden espacio en el currículum escolar.
Cuando el estudiante es visto como un adulto, sin
posibilidad de modificación, se transforma en una percepción
asfixiante, por lo que pretender ser sensible es casi
imposible, Gimeno (1997), comenta acerca del ser humano y su
papel en la sociedad, señala que esta “orientación
educativa”, proporciona, una ideología del sometimiento y
homogenización de la educación, donde se potencia el
almacenaje de información, parcelando el acto mismo, señala
que “es una pedagogía coherente con una sociedad que obliga
a dividir la propia personalidad, fomentando la falta de
proyección personal en lo que se hace y en las relaciones
sociales” (pág. 163).
Como lo señala Gimeno, la pedagogía por objetivos, al
contrario del espíritu que anima a las Artes y su relación
con la sociedad, promueve la homogeneización ¿qué sería del
Arte con esta situación en forma permanente?, en este
sentido, los contenidos que se imparten se encuentran al
margen de la experiencia personal y social” (Gimeno,
1997:163). Incluso, los conocimientos, adquieren un carácter
utilitario, casi de comprobación y su importancia se basa en
la adquisición de destrezas, alejadas de modelos de
pensamiento, los cuales “ayudan al hombre a comprenderse a
si mismo y al mundo que lo rodea. La utilidad dentro del
modelo eficientista es un rendimiento conductual y
material”. Lo anterior se refleja al calzar mejor el modelo
con las ciencias útiles a la sociedad (desde una visión
tecnologizada) dejando al margen del desarrollo, el cultivo
de las Artes. Se ha visto, que a pesar de los profundos
nexos entre Arte y sociedad, hoy se evidencia como el
currículum en forma agresiva traslada al ser humano a una
función, eliminando todas sus posibilidades creativas,
sensibles y transformadoras, peor aún esta actitud viene más
clara para los sectores a los que la distribución desigual
del ingreso golpea más nítidamente.
Finalmente, y a modo de conclusión, desarrollar la
creatividad de los estudiantes, así como generar espacios
para potenciar las particularidades de los estudiantes, es
posible a través del desarrollo del las Artes Visuales,
puesto que ellas sensibilizan a los estudiantes ante la
complejidad del entorno familiar, escolar y societal.
Tras la realidad que se ha presentado en las líneas
precedentes, se pretende esbozar algunas propuestas para el
desarrollo de la Educación Artística en las instituciones
escolares.
Bibliografía · CHILE: Ministerio de Educación. Decreto Supremo de
Educación, Nº 220. En Ministerio de Educación. Currículum de
la Educación Media: Objetivos Fundamentales y Contenidos
Mínimos Obligatorios. Santiago de Chile: Ministerio de
Educación, 1998.
· EISNER ELLIOT, Educar la visión artística, Barcelona,
España. Editorial Paidós. 1998.
· DEWEY JOHN, Democracia y Educación, una introducción a la
filosofía de la educación, Madrid. Ediciones Morata. 1998.
· GIMENO JOSÉ. La pedagogía por objetivos: Obsesión por la
eficiencia. Madrid: Morata. 1997.
Trabajo de Graduación para optar al grado de Magíster en
Política y Gestión Educacional, Universidad de Talca, Talca,
Chile.
EDUCACIÓN ARTÍSTICA EN LA ACTUAL POLÍTICA CURRICULAR
CHILENA.
Una expresión en el currículum prescrito de enseñanza media.
Enero, 2007.