En la tesis de Vixtor Sklovski la visión reemplaza al
reconocimiento. Entendamos este reconocimiento como una
lexicalización de lo que se lee, mientras que la visión es una
desautomatización de ese reconocimiento, y que por esa misma
novedad denominadora, altera lo establecido en la lectura
marcándola con la desviación voluntaria, ayudándose para ello
con la metáfora, la sinestesía o cualquier otra figura. La
visión es creadora, pero puede llegar a arbitraria dentro de un
cierto orden en la percepción. Un sostenimiento de ella hasta
extremos irreconocibles lleva a la llamada imagen visionaria.
Vemos ejemplos para comprobar gradualmente este proceso.
1.- Tenemos el reconocimiento del sujeto poético sin
complicación en un texto clásico de Leandro Fernández de
Moratín.
Esa corona, adorno de mi frente,
esta sonante lira y flautas de oro
y máscaras alegres que algún día
me disteis, sacras musas, de mis manos
trémulas recibir y el canto acabe,
que fuera osado intento repetirlo.
“Elegía a las musas”
Como vemos, el orden lógico-sintáctico es tradicional y en él se
inscribe el reconocimiento sin dificultades semánticas.
2.- En este ejemplo de Góngora observaremos que la percepción
directa está alterada, al menos en el orden sintáctico, con el
protagonismo del hipérbaton:
Estas que me dictó, rimas sonoras,
culta sí aunque bucólica Talía,
oh excelso Conde, en las purpúreas horas
que es rosa la alba y rosicler el día,
ahora que de luz tu niebla doras,
escucha, al son de la zampoña mía,
si ya los muros no te ven de Huelva
peinar el viento, fatigar la selva.
Fábula de Polifemo y Galatea
En el texto siguiente de Miguel Hernández veamos cómo la
realidad percibida no es objetiva, sino que el autor se sirve de
la sinestesia y de la antítesis —¿paradoja?— para violar lo que
en otros autores es visión todavía al servicio del
reconocimiento directo sin injerencia de subjetividad alguna.
(No olvidemos que fue el expresionismo el movimiento que
proclamó esta opción del artista. El expresionismo es una
corriente artística que buscaba la expresión de los sentimientos
y las emociones del autor, más que la representación de la
realidad objetiva.)
3.- Sangre ligera, redonda granada,
raudo anhelar sin perfil ni penumbra,
fuera la luz en la luz sepultada;
siento que sólo la sombra me alumbra.
Sólo la sombra. Sin astro. Sin cielo.
Seres. Volúmenes. Cuerpos tangibles
dentro del aire que no tiene vuelo,
dentro del árbol de los imposibles.
Eterna sombra
El reconocimiento deja paso a una interpretación más personal
del sujeto poético. La percepción mueve, por así decirlo, la
pasividad del reconocimiento y tenemos unas impresiones ligadas
a cierta influencia vanguardista. La visión es personal, a la
que le imprime cierto dinamismo con el verso endecasílabo
acentuado en 3ª, 7ª y 10 ª.
4.-
En este poema de Lorca la visión se ha desequilibrado casi del
todo a su favor anulando parcialmente el reconocimiento de una
semántica lógica.
Asesinado por el cielo,
entre las formas que van hacia la sierpe
y las formas que buscan el cristal,
dejaré crecer mis cabellos.
Con el árbol de muñones que no canta
y el niño con el blanco rostro de huevo.
Con los animalitos de cabeza rota
y el agua harapienta de los pies secos.
Con todo lo que tiene cansancio sordomudo
y mariposa ahogada en el tintero.
Tropezando con mi rostro distinto de cada día.
¡Asesinado por el cielo!
Vuelta de paseo (en Poeta en Nueva York)
En este texto hay un triunfo de la visión, en concreto la imagen
visionaria, sobre el reconocimiento.
5. Un paso más en la desautomatización y llegamos a la
jitanjáfora.
En la jitanjáfora, en su mayor parte, las palabras son
inventadas y carecen de significado en sí mismas. Su función
poética está determinada por sus valores fónicos. La totalidad
del texto puede contribuir a un sentido.
El poeta mexicano Alfonso Reyes fue su creador. De ello da
cuenta en su libro La experiencia literaria, editado en 1942.
Sin embargo, parece que hay antecedentes en el poeta cubano
Mariano Brull. También en los poetas de las vanguardias, los
dadaístas más concretamente. También Miguel Ángel Asturias hizo
mención en el uso de la jitanjáfora, especialmente en su obra El
señor Presidente.
Podemos definir la jitanjáfora como un texto que recurre a lo
fónica y sonoro, aunque las palabras estén inventadas o bien
confundidas con las verdaderas.
Veamos dos ejemplos. En el primero todavía el alejamiento de la
expresión lógica es menor que la segunda, mucho más alejada e
irreconocible.
El diablo liebre,
fiebre,
notiebre,
sepilitiebre,
y su comitiva,
chiva,
estiva,
silipitriva,
cala,
empala,
desala,
traspala,
apuñala
con su lavativa.
Podemos concluir este artículo diciendo que las vanguardias le
dan una nueva visión a la palabra, sacándola de la oxidación y
el desgaste del uso de muchas generaciones que se han contentado
con decir, comunicar vivencias humanas entre lo ideológico y lo
sentimental con escaso o nulo esfuerzo artístico.
Solamente poetas y poetisas que han vivido el drama del lenguaje
literario falto de emoción, se han sentido espoleados por la
monotonía, hasta recrearlo con toda la lozanía del talento y los
recursos que les propicia la estilística al servicio del
depósito del sistema.