221. Todos viven, pero pocos existen; todos están, pero pocos
son; todos hablan, pero pocos dicen.
222. Las palabras, deslumbrantes azafatas en los poemas, en la
máxima filosófica apenas deben asomar su cabecita.
223. Sólo se merece la luz quien ha aprendido a andar en la
oscuridad.
224. La esperanza es la esposa decente de nuestro ideal, pero, a
la larga, el hombre acaba desengañándose de ella y se tira en el
camastro de la primera realidad indecente y descarada que la
contradice.
225. Para entender el libro de la vida es necesario conocer
antes el alfabeto del sufrimiento.
226. La tristeza es el signo de las almas grandes; el regocijo,
el de las almas pequeñas. Las primera son pozos profundos que
nunca se llenan de agua de lluvia. Las pequeñas son acequias que
rebosan con cualquier chaparrón de una alegría de paso.
227. Los deseos son trozos de cuerda que se van añadiendo. Si no
los dominas, la cuerda puede ser tan larga como tentadora para
ahorcarte con ella en una crisis de carencias.
228. Los hombres y las mujeres que son excelentes amadores se
parecen a los buenos hortelanos: convierten la gleba baldía en
tierra de siembra.
229. Prepárate, hijo, para esa realidad que te espera. Digo
mejor: prepárate para esa guerra sin armisticio que es la vida.
230. Una sola lágrima pesa más que el mundo que la arranca del
corazón.
231. Quien roba lo que no necesita es doblemente ladrón, ya que
frustra la posibilidad de que lo robe otro ladrón al que le haga
verdaderamente falta.
232. Todos los humanos padecen en la fragua de la vida, pero
pocos son los que se dejan moldear en el yunque de los ejemplos
y el fuego del sufrimiento.
233. Ni la inteligencia más precavida ni el Dios más sabio
pueden evitar la condición azarosa del mundo, como los mejores
generales y las armas más poderosas no pueden evitar lo
imprevisible de una batalla.
234. Todos somos reyes en la monarquía del dolor: a nadie le
falta una corona de sinsabores, un trono de pesares y un manto
de secretas lágrimas.
235. La filosofía te dice que soportes y te abstengas, la fe que
te resignes y la vida que te inventes tretas astutas para
engañar a quienes te engañan, pero esta opción te llega tarde,
precisamente cuando la experiencia te aconseja una de las dos
primeras para evitar peores disgustos.
236. Alguna vez se avergüenza el afortunado de lo mucho que le
ha dado la fortuna sin apenas esfuerzo cuando se acuerda de los
esfuerzos de quienes no sobrepasan la frontera de la miseria.
237. Noche, tierra de nadie donde yerra el insomnio, donde la
soledad dura siglos de sombras.
238. El fracaso es un soldado vencido al que se le arrebata las
armas, incluso el uniforme, si es preciso. Sólo le queda la
honra, a no ser que renuncie a la valentía de su ideal vencido.
239. Un perro sarnoso huye ladrando del león, pero diez perros
sarnosos atacan al león.
240. Cuando estamos felices y cuando estamos tristes deberíamos
ser el que no se fía demasiado de la felicidad ni se rinde del
todo a la tristeza.