Xesús R. Jares, en 1997, acerca de los conflictos en la
organización escolar, cuestiona los criterios tecnocráticos
acerca del conflicto y establece que tras ellos existe un
ánimo acrítico, observa que el conflicto es connatural a
todas las organizaciones y especialmente a las escolares, es
una fuente de interacción, comunicación, investigación y
soluciones a los mismos. Las escuelas no escapan a los
conflictos, estos se relacionan con la visión ideológica
predominante. El conflicto, sirve como refuerzo del
denominado currículum oculto, puesto que este último coopera
en la internalización de las normas por parte de los
estudiantes (Apple, 1986: 117).
La mirada acrítica plantea que el conflicto debe y puede
solucionarse al corto plazo pues, es comprendido como un
desajuste o conflicto personal, no obstante, el conflicto no
es negativo o positivo per se, más bien las soluciones que
se plantean ante él determinan la connotación del mismo, de
hecho, el conflicto cuando es bien tratado, genera las
condiciones que promueven el análisis crítico, a pesar de
ello, en variadas ocasiones, el conflicto es evitado,
surgiendo estrategias que limitan su aparición (Ghilardi y
Spallarossa, 1983:125).
Los directivos, en esta situación, son vistos como
conciliadores constituyéndose en actores que vienen en
evitarlos, con el objetivo de no afectar la “eficacia”, que
los establecimientos deben presentar entendida como un bajo
de nivel de problemas y facilidad de resolución de los
mismos; no es casual que las referencias sean asumidas desde
la perspectiva de cómo mantener el control el conflicto
tendría su origen en la mala planificación, para el que
deberán tomarse medidas correctoras.
Si bien se reconoce la importancia de construir grupos de
trabajo armoniosos, hay realidades que no se pueden
desconocer, entre ellas la aparición del conflicto como
constituyente natural de las relaciones interpersonales, es
por ello que los directivos de un establecimiento
educacional, deben estar atentos para producir un ambiente
de armonía y a la vez estar preparados para enfrentar los
conflictos. Para esto resulta fundamental que aquellos
promuevan el análisis de la situación conflictiva, para que
se aborde el problema, permitiendo la disensión como forma
de búsqueda y solución de problemas, es decir, reconociendo
el aspecto social que éste contiene.
Esta perspectiva, soluciona el conflicto mediante la
promoción de procesos de comunicación entre individuos (Jares,
1997:7), pese a ello, la comunicación, por sí misma no
asegura la solución ni la comprensión de los conflictos.
Jares (1997) observa que el conflicto es algo natural y
necesario del mismo modo, citando a Galtung, es una
motivación para nuestra existencia determinándolo como un
instrumento esencial para la transformación de las
estructuras educativas. El conflicto genera espacios de
comunicación, momento de pensar y reflexionar en torno a
algún tema en particular. La propuesta de Jares es aceptar
el conflicto como guía de los cambios, parte de la
adaptación a los mismos y principalmente como posibilidad de
transformación. La propuesta favorece el asumir la
existencia del o los conflictos y afrontarlos utilizándolos,
de tal forma, que le conviertan en una vía de solución, en
palabras de Escudero (1992):
“El afrontamiento positivo de los conflictos puede favorecer
los procesos colaborativos de la gestión escolar para que
«las escuelas, como organizaciones sociales, se conviertan
en un entorno cultural en el que se promuevan valores de
comunicación y deliberación social, interdependencia,
solidaridad, colegialidad en los procesos de toma de
decisiones educativas y desarrollo de la autonomía y
capacidad institucional de los centros escolares” (citado en
Xesús R. Jares, 1997:8).
La consideración de las escuelas como lugares inmóviles,
carentes de conflictos o separado de los conflictos sociales
es una ilusión, desde la mirada crítica como de la
observación empírica, el conflicto tiene presencia en los
más diversos establecimientos educacionales, encontrándose
su naturaleza, entre las relaciones de los centros
educativos y sus metas, las políticas educativas y los
currículums. (Jares, 1997).
Jares (1997), plantea cuatro causas de conflictos en la
institución escolar: 1)Ideológico-científicas: Opciones
pedagógicas diferentes, relacionadas con el poder y
relacionadas con la estructura, relacionadas con cuestiones
personales y de relación interpersonal; 2) Control de la
organización, la promoción profesional, el acceso a los
recursos y la toma de decisiones; 3) Carácter estructural,
se refiere a la ambigüedad de metas, el trabajo en
solitario, debilidad organizativa, contextos y variables
organizativas y 4) Las relaciones personales e
interpersonales, en este sentido estima propia y afirmación,
seguridad, insatisfacción personal y comunicación deficiente
y/o desigual.
Finalmente, pese a la visión tecnocrática, el conflicto es
parte fundamental de la escuela e incluso una de sus
dimensiones más relevantes, de allí la importancia de
investigarlo para una posterior construcción del cuerpo
teórico de la organización escolar, en palabras de Jares
(1997): “De la inevitabilidad del conflicto no sólo no se
deriva la disfunción o la patología de la organización, sino
que, además, si se afronta de forma positiva y no violenta,
el conflicto puede ser un factor fundamental para el cambio
y el desarrollo organizativo de los centros de carácter
democrático, participativo y colaborativo” (pág. 16).
Según Ball (1987) existen dos problemas fundamentales para
la elaboración “de una sociología coherente de la
organización escolar” la primera el fracaso en reconocer la
peculiaridad de la convención escuela, y la segunda la
escasez de investigaciones al respecto. Muchos textos dicen
relación con lo que suponemos de la escuela o lo que
supuestamente todos saben, el autor manifiesta que el futuro
análisis organizativo se encuentra en los espacios
desconocidos, en específico “de la Micropolítica de la
escuela” además señala que la figura de “control”, no
significa necesariamente directrices piramidales sobre la
conducción de la escuela; éste se encuentra tal como el
currículum oculto, no establecido, no reconocido aún a pesar
de ser conocida por todos los actores que intervienen en las
decisiones.
Un comentario acerca de las deformaciones que impone el
análisis de sistemas sociales es la importancia excesiva que
se concede a las metas, en variadas ocasiones se enfatiza
más el logro de los resultados que la riqueza que se logra
durante el proceso mismo.
Silverman (Citado en Ball, 1987), comenta la legitimidad
dudosa de dotar de metas a las instituciones, señala que
esto sólo es factible cuando los integrantes se han dado de
conformidad los propósitos de su trabajar conjunto y, más
aún, cuando las instituciones educativas presentan en su
conformación una gran variedad de subgrupos que, a su vez,
originan actividades por separado en diversos ámbitos de
interés.
La proyección de esta falta de coordinación, ha significado
según Bell (1980) la percepción de un entorno socialmente
cada vez más agitado, ubicado en una estructura educacional
aparentemente desconectada, por lo que se la ha llegado a
denominar “organización anárquica” (citado, en Ball 1987).
Uno de los aspectos que originan esta situación se encuentra
en las mismas especialidades de los profesores y la
subcultura que subyace en ellas, aspiraciones políticas y
las exigencias a las que el conjunto de las escuelas se ven
sometidas, lo que plantea dificultades para la formulación
de metas o prioridades que tengan algún valor o
trascendencia (Ball, 1987). No sólo es importante atender a
los aspectos del control y de la organización de la escuela,
sino también a la elaboración de políticas por su alto
contenido ideológico.
Las diferencias son observables en las conversaciones entre
departamentos de especialidad presentes en la escuela y los
mismos profesores, sin embargo, es igualmente impensable
comprender la escuela como un lugar de proyección de
aspectos puramente personales. La práctica de estos aspectos
en el aula se observa en la clasificación de alumnos y las
diferencias entre departamentos de especialidades y cómo
hemos dicho entre los mismos profesores, son en los momentos
de crisis cuando estas diferencias se hacen más patentes
definiendo una ”ideología de la enseñanza” (Ball, 1987).
Las ideas de jerarquía e igualdad como en ningún otro lugar
se observan en la escuela, estando destinadas a coexistir de
manera estrecha, haciendo surgir postulados que van más allá
de los que ésta se ha dado en los programas, como las
percepciones personales del proceso educativo.
Aquéllas ponen de manifiesto que los profesores incorporan
en su discurso pedagógico una variante ideológica y al tomar
decisiones en función de las políticas, éste (el discurso
ideológico), se encuentra en juego. Consecuente con esta
apreciación, los individuos son considerados necesidades por
sobre la idea de trabajo grupal o tendencias ideológicas que
laboran mancomunadas.
Lo valórico y las alianzas que surgen; por tanto, de estas
uniones carentes de los aspectos mencionados son
inexistentes, por esto el análisis programático de los
establecimientos debe contener a los actores que los
constituyen y los intereses que estos presentan, dentro de
estos intereses Ball (1987) destaca tres tipos básicos:
intereses creados (preocupaciones de orden material),
intereses ideológicos (se relacionan con lo valórico y
filosófico) e intereses personales.
Lo anterior lleva a señalar que los intereses están y juegan
un rol fundamental en la toma de decisiones organizativas,
llegando para algunos a significar una característica
connatural (Ball, 1987).
Un estilo de dirección encarna una definición de la
situación, una dinámica de interacción entre los
participantes de la escuela, su aceptación determinará
niveles de participación, agrado o desagrado con las
propuestas y formas de cooperación; de la misma manera, las
negociaciones y los acuerdos tomados en conjunto son de
vital importancia, la continuidad de estos aspectos
reflejará la forma y funcionamiento de la escuela, pero no
está exenta a los cambios externos (económicos, políticos),
resulta, luego, de suma importancia que el director logre
inspirar un sentido de credibilidad colectiva.
La dirección, como hemos visto, no es un lugar único, en el
sentido que realiza labores únicas, es centro de ideas,
innovaciones y centro administrativo. Tal división de
funciones resulta igualmente estrecha para la realidad de
este actor, aunque es sabido que las corrientes jerárquicas
de conducción no son las pertinentes por las complejidades
que presenta la escuela, la tendencia no parece decrecer (Ball,
1987:270).
La información compositiva de la micropolítica de la escuela
proviene de la experiencia inmediata de los docentes,
proporcionando modos de comprender como interactúan las
existencias con las estructuras organizativas. El poder
restrictivo de la organización con el que la gente se
encuentra diariamente, es real, está inserto en las acciones
de otros, con todas sus ambigüedades y complejidades; en
otro sentido, la misma macropolitica actúa, lo que pudiese
significar una gran cantidad de aspectos positivos, sin
embargo, se relaciona con mantener el estado de las cosas,
de esta forma aclara, en alguna medida, los grados de
disfunción que allí habitan.
Las ideologías son consideradas irrelevantes, y los
conflictos patológicos. “Las ideologías del control sobre
los profesores normalmente se hallan asociadas a ideologías
relativas al control de los estudiantes” (Ball, 1987:271).
No obstante el mantenimiento del dominio, la organización no
está carente de problemas. Habita la lucha ideológica,
competencias por cuestiones de orden material e intereses
diversos desde los profesores y estudiantes, los que son
promovidos y desafiados por la micropolítica.
EDUCACIÓN ARTÍSTICA EN LA ACTUAL POLÍTICA CURRICULAR
CHILENA.
Una expresión en el currículum prescrito de enseñanza media
Trabajo de Graduación para optar al grado de Magíster en
Política y Gestión Educacional. Fulvio Fernández Muñoz
Talca - Chile
Fuentes Bibliograficas y Cibergráficas
· APPLE MICHAEL W, Educación y Poder. Madrid, España. Centro
de Publicaciones del Ministerio de Educación y Ciencia y
Ediciones Paidós Ibérica, S.A. 1986.
· BALL STEPHEN, La Micropolítica de la escuela. Hacia una
teoría de la organización escolar, Madrid. Ministerio de
Educación y Ciencia, Ediciones Paidós. 1987.
· GHILARDI F. Y SPALLAROSSA C., Guida alla organizzazione
della scuola. Roma, Editori Riuniti, 1983.
· JARES XESÚS R. Revista Iberoamericana de Educación Número
15 Micropolítica en la Escuela Septiembre - Diciembre 1997
El lugar del conflicto en la organización escolar. http://www.campus-oei.org/oeivirt/rie15a02.htm.
Consultado los días 4-5/ 02/06.