PRÓLOGO de Gerardo Lewin para edición-e y quinta edición soporte
papel del poemario “Tomavistas” de Rolando Revagliatti
...asiste al transcurrir de las otras vidas / Asiste incluso /
al transcurrir de la propia.
En la novela fantástica de Bioy Casares "La invención de Morel"
un náufrago asiste a un improbable teatro de sombras mecánicas.
En la contemplación de ese artilugio conoce a una mujer (la
imagen de una mujer) de la que se enamora. Para lograr ese amor
(la apariencia de ese amor) lleva a cabo lo que en la moderna
jerga artística se denomina intervención: el náufrago se
introduce, subrepticio, en la trama de esa realidad
fantasmagórica. Le resulta indiferente o anecdótico el que tal
operación suponga su propia muerte ya que ahora forma parte de
una historia que lo incluye y lo trasciende.
Como se dice en bibliotecología: / no es clasificable
En los últimos años, en candorosos encuentros poéticos under,
solían celebrarse lides de imitación del "estilo Revagliatti".
No he de mentir: también yo, con variable fortuna, participé de
esas chuscas aproximaciones a la obra que hoy me toca presentar.
Es sabido que el imitador busca acercarse a su modelo. ¿Qué
intentaba atrapar con esos torpes remedos? Aún hoy, no lo sé.
Sospecho que quien sólo ve en Rolando Revaglatti una
"performance" ligada a lo gestual o a un cierto modo de decir ve
la mitad del paisaje, la felicidad de un instante. Es posible
que la obra (las palabras que irrumpen libres desde el texto) le
resulte extraña, oculta. Irónicamente, superflua.
Equilibrio entre este espejo factible / y ese otro, improbable
Tal, de algún modo, el cabo suelto de lo que podríamos llamar la
paradoja Rolando Revagliatti: quien se acerque a su obra escrita
después de presenciar a su obra "dicha" está condenado, si no a
una decepción, por cierto a una trabajosa relectura: es difícil
demoler un clásico. Déjenme anticiparles que vale la pena. Puede
intentarse un esquema simplificado: suponer que coexisten dos
artistas conjugados y distintos. Llámese Revagliatti al primero,
al "recitador argentino"; en tal esquema bien podríamos designar
como Rolando al autor oculto, casi secreto. Al poeta.
con la naturalidad y hasta simpleza / que me caracteriza
Revagliatti se confiesa ante nosotros, la barra de amigos que
con ineficaz e inclaudicable envidia lo escucha. El se ha
acostado, quizás contra su voluntad o en amores mercenarios con
Kim (Novak y/o Bassinger), con Anouk, con Sharon y con Stefania...
¡Si sabré qué padecer es el de las rubias / lascivas! En su
particular humor de mesa de café, los relatos transcurren en
escenarios exóticos, extraños, lejanísimos. Revagliatti,
canchero, nos permite colarnos a esos mundos mediante el idioma
(que nos es) común. Así, desfilan policías en curda,
heterosexuales turros, zoncitos en corazoncitos, rimadores
amasijados en pelotas, morondangas... En el mejor momento,
Revagliatti nos guiña y nuestro corazón se alboroza porque
sabemos que viene el chiste, como cuando retuerce el fino cuello
de la actriz hollywoodense o cuando fotografía a la artista
tropical de varieté / pulposa. En medio de la actual
proliferación de poesía supuestamente amatoria, trasgresora o
sencillamente desfachatada, Revagliatti hibrida elegantemente
géneros, maridando ironía, erotismo:Satisfaciendo al sensible
señor / una chica lo que se dice / corta de faldas. Qué fineza,
qué toque amable de sutil chanchadita.
Es / en soledad / donde es
El otro, Rolando, es el que permanece. Nuestro gerundioso amigo
es el náufrago que elige quedarse para la eternidad en la isla
de Morel, no preso ya sino entregado a la fabulosa, inexorable
máquina de imaginar. Sospecho que Rolando, al contrario de
Revagliatti, no nos necesita. Los contornos de su personaje son
vagos, de difícil sujeción, un rostro en disgregación que
buscara adaptarse, proteico, al tipo de materia que conforma los
sueños: Cualquiera de nuestras enrarecidas atmósferas.
¿Qué podemos afirmar acerca de Rolando? Poco. Aparece ante
nosotros como un fantasma, un incorpóreo (tener una vida / por
fin y sin embargo) fugaz (así es él, de mundo, aun en las malas
/ huyendo, ocultándose...) un ser que percibe un mundo oculto
(No me imagino / más / que a un cierto / canto / envolviéndolo /
todo) con novedosos sentidos (Dios ama / la voz de mi mente).
Como en una parábola cabalística de sabios que intentan ingresar
al paraíso místico: no todos consiguen entrar, no todos logran
salir. Sorteado el peligro de haber fallecido casi sin abrir el
alma, debemos permanecer en el equilibrio entre este lado de acá
del simulacro / y la parodia contigua donde quizás podamos
encontrar al sosías, al siamés parodiador Revaglatti. Al cerrar
el libro, la pregunta queda, insidiosa, desesperada: ¿Cómo es /
donde no es / acá?
Y aprende a despedirse el invitado
Al aceptar el encargo de estas líneas, dudaba acerca de mi
capacidad para descubrir o describir algún aporte significativo,
una verdad secreta cuya revelación sorprendiera, si no al mundo,
mínimamente a los amigos. Compruebo ahora, con tranquilo
deleite, que tenía razón en dudar: fui felizmente derrotado por
la dupla Rolando Revagliatti.
Hasta aquí llegó mi amor. Caro lector, te abandono sin más. Como
decía la propaganda de Malboro: donde comienza la aventura. Te
deseo, en gozosa complicidad, mi misma suerte.