ANTOLOGÍA POÉTICA

Un panorama de autores chilenos ofrecido por Mario Meléndez

(Ver entrada del libro "TÁBANOS!)

  


Marcelo Rioseco (Concepción, 1967)

Se tituló de ingeniero en la universidad de Concepción. Más tarde fue encargado del Departamento de Extensión en la universidad del Bío-Bío. Ha publicado: “Ludovicos o la aristocracia del universo” (Premio de Poesía Revista de Libros del diario El Mercurio, 1994), “El cazador y otros relatos” y "Chile, poesía contemporánea, con una mirada al arte actual" (editada por la Revista Litoral, en Málaga, España).



SALUDO A LA LEYENDA DEL MAÑANA

Ludovicos
energía de cráteres concentrados
vendaval y férreo elemento de guerra
A tu figura la luz proyecta su destino y cede el milagro
no hay quien pueda declararse enemigo de tu música
naciste inmenso
y más inmenso habrás de morir
porque en tus pulmones entra todo el oxígeno del mundo
y a tu corazón corresponde la argolla del impulso último

Eres igual a océanos de ronca voz
a bosques y sus perfumes de árboles orgullosos
a ríos enteros, archipiélagos
península o roca volcánica
te pareces a todo lo que vive
como si tu corazón concentrara un átomo especial

Yo tiendo mi mano hacia ti y saludo tu viejo peregrinar
brindo por tu inconstancia
bendigo la irresponsabilidad que te ha dado tanta belleza
te proclamo la sustancia de lo maravilloso
materia y crisol de la poesía paralela
Qué perpetua inquietud te asiste
como el crecimiento del liquen o cardúmenes sin sosiego
semejante a manadas de búfalos en trote furioso
te observo en la rueda obstinada de la vida
abriéndole el vientre a las semillas
yendo por estrellas y desde allí al infinito

Qué puede importar si el hombre ciego no comprende
el deseo de estar por sobre toda realidad
Yo me adhiero a tu salto de ala abierta
y eso es más que el entendimiento
Me anudo a las cruces de las catedrales
e igual a un elemento divino
desde todas partes surges llevándome

¡Ah! Ludovicos
monje guerrero del porvenir
hijo de la tierra y su propio vagabundo contradictorio
la mirada de tus ojos traspasa el obstáculo
y aérea como ninguna
anuda águilas eternas a tus párpados
Qué puedes hacer sino atormentarte con los necios
Ludovicos
sé ese ángel aliado al trueno resplandeciente
coloso
enemigo de las anclas y su peso de muerte silenciosa
Sé el solitario corazón que no cesa de luchar

Yo bebo a tu salud, camarada místico
Por todas partes te salen imprevistos
brilla la espada
Nunca un armisticio, una rendición
a eso llamo locura, insensatez, desmán
y desde mi posición de espectador favorecido
aplaudo, aplaudo
así vive el espíritu exaltado
similar al potro embravecido con el relámpago
vacilante
y aún así, arrojado a regias tormentas
con sueños al alcance de la mano
su arquitectura estelar comprende el imán del mundo
vivo y más vivo
con explosiones en el pecho
histórico y absoluto
vuelto hacia el porvenir de la luz
Así, Ludovicos
Así por siempre.

(De “Ludovicos o la aristocracia del universo”)












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