Mareas vivas se refugian en los acantilados ocres de la montaña
que resbala hasta las olas, dejando arenas solitarias para el
solaz de los cangrejos.
Ensenada de Xanteiro – Playa de Xanteiro
Una piragua
va desafiando blancos
en la trasparencia impoluta
del verde.
Noroeste
de brisas atlánticas
acarician los helechos submarinos
que se agitan en las corrientes calladas.
Ahora el agua se hace camino de meigas y soledades fantasmas, de
labradores sin tierra y de santos con iglesias trasformadas en
cárceles antiguas.
Cañones sin obuses se agazapan entre el granito aburrido por el
viento, y los eucaliptos van esclavizando las laderas que
ascienden hasta Sta. Catalina, que mira a la ría y al Atlántico.
Ría de Ferrol desde Sta. Catalina: Mugardos y Ferrol
Veredas
donde la selva se hace monte
de vincas y laureles,
senderos
que serpentean entre regatos
hacia el levante
donde las cascadas
despejan sus laberintos en O Baño,
al pie de los mariscos.
Las espaldas de las marisqueras se doblan en la marea baja entre
almejas y vieiras a la espera de la noche.
Y nada perturba la solitaria paz del monte, que se cimbrea entre
dos ensenadas mágicas...