Como estoy suscrito -además de a algunas revistas médicas- al
servicio de Noticias de Google para Artritis Reumatoide, tengo
ocasión de saber y estar al día sobre todo lo que se va
descubriendo sobre ésta y otras patologías actuales de las que
los médicos y especialistas dicen "que no tienen curación".
Naturalmente, todo lo que se descubre, financiado por las
grandes multinacionales farmacéuticas, e investigado en sus
laboratorios, no son sino medicamentos -generalmente nuevas
moléculas- que sólo sirven como paliativos que frenan los
efectos, pero que de ninguna manera curan la enfermedad. Parches
para ir tirando -y llenar las arcas-, pero nada, absolutamente
nada, que sirva para curar definitivamente estas enfermedades.
Que las multinacionales enfoquen sus negocios en lo que le es
rentable es obvio: son empresas privadas que están para ganar
dinero. Lo que no es tan lógico es que los responsables de
salud, las autoridades sanitarias y, sobre todo, los
especialistas médicos encargados de tratarlas e intentar
curarlas, por regla general y salvo honrosas excepciones, tanto
en Congresos o conferencias como en la práctica clínica con los
pacientes, no aporten otra cosa que las pautas aprendidas años
ha en la Facultad o las directrices marcadas por las
Farmacéuticas. No es lógico que pasen de largo ante un factor
tan importante en la causa y desarrollo de estas patogenias como
es la alimentación.
Servidor de Vdes., paciente de Artritis Reumatoide severa
durante 15 años (diagnosticada en 1994), llevo casi tres años
sin crisis, sin inflamaciones ni dolores de ningún tipo gracias
a una sola medicina: la alimentación.
Cuando, allá por el año 2000, harto de medicinas y nuevos
tratamientos prescritos por los especialistas en Reumatología,
con una vida truncada, lleno de dolores e imposibilidades y
caminando hacia la tumba a pasos de gigante, a punto de tirar la
toalla y montarme en un tren que nunca regresa, logré entender
que aquellos en quienes depositaba mi confianza nunca me
curarían, decidí dejarlo todo y ponerme a investigar de dónde
venía la enfermedad, qué causaba aquellos malditos dolores que
arruinaban mi vida, dónde tenía su origen aquél infierno tan
temprano...
Sabía que la Artritis Reumatoide es una enfermedad polifactorial,
y que para que se desarrolle, si bien el componente genético es
parte importante, lo es aún más los factores externos y
medioambientales. Mis sospechas se centraban principalmente en
la alimentación. Pude encontrar estudios y teorías de muchos
investigadores, norteamericanos, ingleses, italianos,
franceses... a los que nadie hacía el menor caso. Sin embargo, y
a medida que mis conocimientos se iban ampliando, mis teorías se
consolidaban y adquirían fundamentos cada vez más sólidos. Su
puesta en práctica, es decir, la introducción de ciertos cambios
en mi dieta habitual, fue la confirmación plena de que estaba en
el buen camino. Los dolores habituales, los que padecía de
manera continuada (manos, muñecas, tobillos, etc.), fueron
aminorando y, poco a poco, consiguiendo hacer cosas como
peinarme, abrir un grifo o subir una persiana, cosas que, hasta
entonces, eran un suplicio o sencillamente imposibles. Y tan
importante como esto, que las crisis (fuertes ataques en
hombros, codos, piernas, caderas, etc.), que me dejaban
imposibilitado, pasaron de tres o cuatro al mes a una cada tres
o cuatro meses. También fueron desapareciendo los nódulos
subcutáneos.
Pero la confirmación definitiva me vino cuando conocí las
teorías y estudios del profesor Jean Seignalet. Y con ellos, la
curación.
Jean Seignalet, médico, biólogo, catedrático de Medicina de la
Universidad de Montpellier, director del Laboratorio HLA de
Montpellier, precursor y pionero en trasplantes, investigador
incansable con más de 200 estudios en publicaciones científicas
internacionales, y, sobre todo, un total enamorado de la
profesión médica y de las Ciencias, dedicó buena parte de su
vida al estudio de la Artritis Reumatoide en todas sus
vertientes. Fruto de ello publicó un libro, La Alimentación. La
tercera Medicina, que recoge tanto sus estudios y teorías, todas
perfectamente fundamentadas, como sus experiencias clínicas con
multitud de pacientes.
Encontrar los estudios de Seignalet significó, no sólo la
confirmación de que efectivamente la alimentación es el factor
determinante en la aparición de la Artritis Reumatoide, sino
dejar investigaciones y búsquedas y pasar a aplicar todo cuanto
el sabio profesor nos dejó en su impagable trabajo. El
resultado, increíble si quieren, es que llevo casi tres años sin
dolores ni crisis de ningún tipo. La Artritis Reumatoide se fue
de mi vida y creo que para siempre. Lo que sí me ha quedado es
una secuela o consecuencia de la toma de los fármacos que tomé
durante años, una Insuficiencia Adrenal Secundaria, consecuente
a la ingesta de corticoides, que, según muchos autores, es
irrecuperable y me obligará a seguir tomando una pequeña
cantidad de este fármaco toda la vida. Ya veremos, porque creo
que no es así. Sigo investigando...
Y, mientras esperamos a que la alimentación y sus consecuencias
en multitud de enfermedades pase a formar parte de los tratados
de medicina que se imparten en las Facultades -lo que dudo mucho
porque choca frontalmente contra los intereses de empresas de
muchos recursos-, algo hay que hacer.
Por mi parte estoy en ello. Hace años que, además de continuar
estudiando en los campos de la Reumatología, Endocrinología,
Biología y Nutrición, escribo y publico artículos sobre el
tema en esta misma revista y, además, desde hace un año creé y
puse en la Red La Web de la Artritis Reumatoide
en donde pueden encontrar completa información sobre la Artritis
Reumatoide, sobre el Dr. Seignalet, su Régimen, su libro y las
enfermedades curables mediante la alimentación, diversos
artículos y estudios sobre los alimentos, las vitaminas y
minerales, relato de mis propias experiencias y un consultorio
on line donde resolver dudas de los pacientes aquejados
de estas patologías, consejos y sugerencias y, sobre todo,
ánimos para curarse de estas puñeteras enfermedades.
Afortunadamente, ya van siendo notables los que se van curando u
obteniendo mejorías. Que siga. Es mi mayor satisfacción.