REFLEXIONES SOBRE LO ESENCIAL HUMANO Y EL LENGUAJE
TRANSFIGURADOR, CARA Y CRUZ DEL TEXTO LITERARIO
1) La percepción de la realidad, tanto, objetiva como subjetiva,
a través del lenguaje. suele estar automatizada.
2) Surge la necesidad de la desautomatización, o sea que las
combinaciones verbales dejen de estar automáticas en su lectura,
dado el uso impersonal e inconsciente de la lengua literaria.
3) Esa desautomatización tiene efectos en la experiencia
imaginaria, es decir, en la relación arbitraria de los objetos y
las ideas; todo ello conforma una visión personalísima en la
configuración del lenguaje escrito.
4) ¿Es posible el empleo de un lenguaje al cien por cien nuevo y
sorprendente tal una “luz no usada”, como diría fray Luis de
León?
5) Pero no es posible prescindir de la experiencia universal de
lo esencial humano, aunque cabe el riesgo de incurrir en un
estilo colindante con el realismo.
6) La historia literaria se podría dividir en dos: la que emplea
un lenguaje de elemental objetivismo, aunque tenga como tema la
explosión de la fantasía, con lógica sintáctica sin novedad en
sus combinaciones lingüísticas, y la que no permite ni un solo
verso donde no haya combinación novedosa y sorprendente de
elementos lingüísticos. Como quería el músico veneciano Antonio
Vivaldi: “Reformar y sorprender”.
7) Hay percepciones desgastadas, vacías de originalidad y por
ello se repiten las fórmulas expresivas, por eso mismo, Víxtor
Sklovsky decía que estaban automatizadas, y era necesario urdir
una cobertura expresiva innovadora por el uso insólito del
lenguaje en el que han desaparecido las impresiones
convencionales de la lengua, de modo que el poeta nos presenta
los significantes como un tapiz en el que los elementos
gramaticales se relacionan a gusto del genio poético del autor
mediante transformaciones que están en el depósito del sistema.
La metáfora apareció como la perla preciosa incrustada en ese
tapiz verbal. Potebnia y las vanguardias hicieron de ella su
recurso mágico. También el New Criticism. Entre nuestros poetas,
el Grupo Cántico cordobés la tuvo en gran estima, herencia, sin
duda, de los poetas andalusíes.
Pero volvamos a la historia lineal. Para Mallarmé escribir era
"pintar no la cosa, sino el efecto que produce", por ello el
verso no tenía bastante con las palabras, sino de que debían
llevar una carga de intenciones para que tales vocablos
despertaran una determinada sensación, más allá de la lectura
acostumbrada.
8) Esto, que evoca el vanguardismo, no es una incursión en
terrenos deshumanizados, sino en una nueva visión del hecho
literario, un uso original del entramado lingüístico.
Efectivamente, lo humano no pierde protagonismo; todo lo
contrario: es lo que motiva el quehacer literario. La vida no
puede estar ausente de la creación, sino que la condiciona, en
cierto modo como decía Leo Spitzer, que el problema último era
el ser del autor manifestado a través de la obra literaria,
según comentario de Alicia Illera en su Estilística, poética y
semiótica literaria.
No se concibe, pues, una poesía sin alma, sin drama, sin
tragedia, como no sea el guiño de un trabajo escrito con
intenciones vanguardistas, en el que, como sabemos, el afán
lúdico del poeta lo es todo desde la ruptura sintáctica hasta la
jitanjáfora.