“...para vestirse de niña
y entre la gente vivir.”
M. García Esperón
“La inspiración es la otra cara de la memoria”
(Introducción a su obra infantil y juvenil)
DATOS BIOGRÁFICOS: “EN BUSCA DE PALABRAS NO GASTADAS”
A continuación vamos a escribir acerca de una autora mexicana,
polifacética, que ha hecho de la literatura su vocación y de la
novela histórica su devoción, aparte de otros muchos registros
que trataremos de comentar. Va a ser muy difícil aprisionar en
la jaula de un estudio todo el torrente que arroja María García
Esperón en sus actividades.
María
García Esperón (Ciudad de México, 1964) es una escritora que ha
trabajado como periodista en diversos diarios y como guionista
de radio.
Realizó estudios de Ciencias Humanas en el Claustro de Sor Juana
y de Letras Clásicas en la UNAM.
En la actualidad, aparte de escribir, se dedica al periodismo, a
la difusión de la ciencia y a la interpretación y enseñanza de
la danza flamenca.
Mujer versátil y polifacética, es una gran apasionada de las
lenguas modernas y antiguas, de la Historia y de la Arqueología.
Ha estudiado el griego antiguo, el latín, el griego moderno, el
náhuatl y el árabe y domina el inglés, el francés y el italiano.
En el año 2000 fundó el estudio de danza flamenca “Triana” y la
primera página internet dedicada al flamenco en México. Con su
grupo “Anís y Yerbabuena” se presenta actualmente en tablaos y
centros culturales de Querétaro y San Miguel de Allende.
En el presente estudio nos centraremos en su amplia producción
dedicada a los niños y a los jóvenes, aunque con seguridad nos
quedaremos en un mero esbozo porque esta autora mexicana
derrocha energía y siempre está preparando nuevos proyectos.
Curiosa e inquieta por naturaleza, cuando se le pregunta qué
tipo de literatura y qué autores le interesan, María nos dice
que: “Soy lectora de clásicos. Mi libro favorito es La Ilíada.
Ahí está todo, hasta el cine y sus técnicas, pero de manera
inagotable. La Ilíada sería mi libro sagrado, el que abro al
azar para pedir consejo, al que voy en busca de palabras no
gastadas, al que no ceso de preguntar los porqués, los cómos y
los para qué. ¿Autores? Me gusta mucho Marguerite Yourcenar y
pienso que también en la obra de Borges –como en la Iliada- está
todo, están todos los libros que me gustan”.
OBRA LITERARIA: “LA ESTRUCTURA MISTERIOSA DE LA VIDA”
Es autora, junto con su esposo Juan Carlos Iracheta, de las
publicaciones “La Ciencia Recreativa” y “El Perico Consentido”,
que se publican en periódicos de la República Mexicana desde
1994 .
Si nos interesa saber desde cuándo escribe nos cuenta que:
“Podría decirte que desde siempre. Desde que aprendí a leer y
aún antes, porque me gustaría definir la escritura no como un
hecho físico que deja huella en algún soporte, sino como la toma
de conciencia de la realidad, como si una ola se abriera paso a
través de mi percepción para cantar sus sentidos infinitos.
Concibo la escritura como un ejercicio mágico, un procedimiento
para descubrir, develar, inhalar y exhalar la estructura
misteriosa de la vida.
Formalmente, digamos, escribo literatura infantil y juvenil
desde hace cinco años, cuando tuve la fuerte necesidad creativa
de investigar a través de una novela el misterioso disco de
Festos, cuyo mensaje no ha sido descifrado… y esa novela ganó el
Premio Barco de Vapor México 2004. Desde entonces no he parado,
un proyecto ha llevado al otro y he ido encontrando caminos”.
En 2004 obtuvo el Premio Barco de Vapor México, como ella misma
acaba de decirnos, por su novela El Disco del Tiempo, otorgado
por Ediciones SM y CONACULTA. En 2005 ganó el Premio
Hispanoamericano de Poesía para Niños convocado por la Fundación
Letras Mexicanas y el Fondo de Cultura Económica con su poemario
Tigres de la Otra Noche. Este libro fue publicado en 2007 por el
FCE e inmediatamente adoptado por las bibliotecas públicas
españolas. Posteriormente las bibliotecas escolares de Chile lo
adquirieron para sus acervos. En una edición de más de 90 mil
ejemplares fue adquirido por la Conaliteg para formar parte de
las Bibliotecas Escolares de México. En 2007 obtuvo el premio al
Arte Editorial que concede la CANIEM (Cámara Nacional de la
Industria Editorial Méxicana).
En 2007 ganó el Premio Latinoamericano de Literatura Infantil y
Juvenil Norma Fundalectura por su novela “Querida Alejandría”,
cuya protagonista es la hija de Marco Antonio y Cleopatra,
Cleopatra Selene. Esta novela se incluyó en la lista White
Ravens 2008 de la Biblioteca Internacional de la Juventud de
Munich, que anualmente distingue 250 libros entre 15 mil
publicados en todo el mundo. Desde 2007 es leído por jóvenes de
toda Latinoamérica en los niveles de secundaria y preparatoria.
Para María García Esperón los premios literarios: “son una buena
puerta de entrada para quienes comienzan a escribir, que llaman
la atención de los círculos relacionados con el libro, que crean
ilusión en los autores, funcionan en los esquemas de marketing
de las editoriales… y ya. Las premiaciones me parecen
deficientemente organizadas en el mundo de la LIJ
hispanohablante, pues no se centran en la obra premiada ni en
los proyectos del autor, sino en discursos de funcionarios,
empresarios editoriales y conciertos de cantantes de moda, lo
que desde mi punto de vista hace ceremonias mostrencas donde se
pierde el objetivo… y el autor y el libro quedan como el patito
feo, como un pretexto para que se reúnan las personalidades, los
editores se congratulen y exhiban sus números”.
Ha publicado en pdf otros dos poemarios infantiles, Sombraluna
(2008) y Aires de Don Aire (2009); aparte de un libro de
relatos, Las Cajas de China (2007). Recientemente acaba de
editar, en España, su libro para jóvenes, Mi abuelo Moctezuma.
María García Esperón es una escritora de fina sensibilidad que
cree en la inspiración y lo afirma categóricamente:
“Absolutamente. Soy de las que creen –aunque no sea
políticamente correcto- que el escritor nace, que hay una
predestinación, que ha sido elegido por un principio misterioso,
llámalo musa, ángel o duende –como en aquella conferencia de
García Lorca- para que la realidad se haga consciente de sí
misma. Claro, la inspiración es la otra cara de la memoria (en
el mundo griego, las musas son hijas de Mnemósine, la memoria).
El camino de buscar, de investigar, estudiar, conocer, el del
trabajo literario, pues, se entrelaza con esa especie de trance
creativo en el que prácticamente sientes que Alguien o Algo te
dicta las palabras. El Designio de los textos sagrados
micénicos, el Deseo (Longing) del que habla el filósofo
británico Peter Kinglsey, el Amor “con ansias de salir
maravilloso” como dice el luminoso poeta argentino, Marcelo
Suárez De Luna. En lo personal, los libros que más me gustan son
en los que percibo no la maestría del autor, ni la lucidez, ni
el éxito en los pasillos de la extraliteratura, sino esta ansia
de salir maravillosa, voz oscuramente alumbrada de la
inspiración, que ha hecho del escritor su instrumento de
eternidad”.
POESÍA INFANTIL: “PALABRAS SON MARIPOSAS”
Para esta autora mexicana de raza y fuerza, “la poesía es la
manera más completa de conocer la realidad, de aproximarnos a la
estructura del tiempo, de vislumbrar nuestra relación con la
belleza, de viajar por los caminos de la memoria. La poesía nos
permite fundir opuestos en un instante que puede ser engarzado
como una joya a través del arte, sin perder su inasible
condición fugaz. (“¡Detente, eres tan bello!”, que dijo Goethe).
La poesía nos permite entrelazar imposibles y es siempre
enamorada. Sufriente y sacrificada, opulenta y menesterosa, nos
transforma -como dice el inmenso poeta argentino Alejandro
Schmidt- en instrumentos sagrados. Cuando nos habla el poeta
–dijo Gastón Bachelard- nos convierte en agua viva. A esas
transformaciones me acojo como un credo y a la triple definición
platónica de poesía: “ese algo liviano, alado y sagrado”.
Escribir poesía es tarea difícil, ya lo sabemos, pero hacerlo
para niños es aún más complicado porque los niños requieren un
verso musical, lleno de candencias, que no sea ñoño, pero sí
rico y rítmico. María García Esperón lo logra con “Aires de don
Aire” en donde, a manera de un apóstrofe continuado, nos habla
de un personaje entrañable, que es don Aire (“Señor Don aire /
que vas/ Seños Don Aire / que vienes”). Don Aire circula por la
ciudad con la alegría en sus manos, insuflando vida a todo lo
que toca y haciendo que las cosas se humanicen, como el sol que
no quiere helados, pero “devora la piedra”.
Las palabras que emplea María se vuelven nutritivas, tienen
cuerpo, aroma, saben a tierra y a cielo:
“En los hornos
de la tarde
ya están cocinando
estrellas
de ajonjolí,
de canela,
de anís
y de hierbabuena”.
Empieza con un verso en arte menor para representar que Don Aire
es aún suave, que no ha cogido el vuelo y, poco a poco, va
ganando en intensidad y el verso se alarga también, como el Aire
que lo lleva:
“El hombre de los helados
le ofrece su mercancía
le pone en los labios gotas
de amaranto, de alegrías.
Obleas que dicen historias,
barquillos que no navegan
galletas heladas, romas,
bocados de la sorpresa.”
Don Aire está ebrio de alegría y sigue su periplo, y se cuela
aquí y allá y llega al tren de los turistas y bromea con todo, a
la vez que va sembrando felicidad:
“De tu bolsillo Don Aire,
se escapan, listos, los sueños.
Con tu voz, siempre tan clara,
se enjuagan los limoneros.
Cuando miras esa rama
se levanta la mañana”.
Don Aire es el símbolo de la libertad, aunque este bien se puede
perder porque , cuando ya no tiene fuerza para seguir y ni puede
ayudar a la barca de vela:
“ ¡Al arma! ¡Al arma, Don Aire,
que se llevan tus caudales!
Que han abierto el cofre blanco
donde guardas cantidades
de conchas de caracoles,
de abejas de fino talle,
de gorros rotos de duendes
de velas blancas de naves.
Las palomas mensajeras
se llevan tus novedades,
ya vuelan por la ventana
te dejan solo, Don Aire...
¡Qué tristeza entonces!”
Don Aire ni se compra ni se vende, solo se regala y es que:
“Don Aire sí que es poeta.
Es poeta y no lo sabe:
-Palabras son mariposas
son cosa de regalarse.
Si yo les pusiera precio
-me dijo el señor Don Aire-
ya no me pondrían veleros
en los mares de la tarde.”
La poesía de María García Esperón alcanza entonces momentos de
hondo lirismo, cuando evoca el Aire y el vacío que deja su
ausencia. Son versos con un acento antiguo, cercanos al
“Romancero gitano”, teñidos de ausencias, de intuiciones, de
presagios:
“El niño del pescador
se sumergió ante tus ojos.
Cuando volvió traía el mar,
un mar moreno y ansioso.
Una moneda en los labios
Un raspón nuevo en el codo,
memorias de caracoles
y de extraviados tesoros”.
El propio yo lírico toma partido en la historia y:
“Por los mares de Don Aire
me embarqué aquella tarde
y me sorprendí remando
por su sueño interminable.
Y me sorprendí llorando.
Y me consolé en seguida
para atrapar la marea,
con su luna aún encendida.”
El poemario es circular, empieza y acaba con la alegría de Don
Aire, pero ha seguido un camino que lo ha llevado de la
felicidad a la tristeza, pasando por varias etapas en su camino
de fuerza arrolladora:
“Salió Don Aire del verso
y te puso su sombrero,
cinta grana en tu paraguas,
y más sal en tu salero.
Salió Don Aire y airoso
agitó su pluma al viento,
le dio puntos a las íes
y firmó sus hasta luegos”
Don Aire está de nuevo aquí, a nuestro lado:
“Para volver a encontrarte.
Para volver a encontrarse.
Para sentarse
en la banca
a ver oler
los azahares...”
Y el verso, vemos como al final vuelve a encogerse puesto que es
un empezar de nuevo, a coger fuerza, a ensancharse, a perderla,
a recuperarse... La historia de Don Aire se contiene en el
poemario que es un texto unitario que recoge, como acabamos de
ver, la epripecia de este personaje singular, presente en
nuestra vidas aunque no siempre le hayamos prestado atención.
Las ilustraciones de Lorde –Lourdes García Esperón- son
hermosas, se adelgazan como la voz de Don Aire, suben y bajan y
se adaptan al texto como la propia voz de Don Aire se pega a
nuestras faldas y a nuestras risas.
Si pasamos a comentar “Tigres de la Otra noche” –ilustrado de
manera riquísima por Alejandro Magallanes- es también un texto
unitario que nos cuenta una historia llena de emoción y fantasía
entre un niño o una niña –o la propia autora- y un tigre:
“Hay un tigre
bajo mi almohada
todas las noches
estrena rayas.”
El tigre es el ser que emplea la poeta para conocer mundo,
gracias a él sabrá qué hay detrás de las cuatro paredes de su
habitación. El poemario es un homenaje que rinde la autora a los
héroes y autores de la literatura infantil y juvenil y, sobre
todo, al tigre que es uno de los símbolos del escritor argentino
Jorge Luis Borges. El tigre, como ocurría con Don Aire es el
símbolo de la libertad, de la fuerza. No podía ser de otra
manera viniendo de una mujer tan apasionada como María García
Esperón. No quiere tener miedo y el tigre le proporciona la
energía necesaria:
“Tigre,
dame una manita
de gato.
Quiero salir
a probar este mundo
a la carrera.
No podría hacerlo sin ti.
Afuera
están los chicos grandes,
las materias desconocidas
la maestra y los policías.
No es que tenga miedo:
sólo un poco de precaución,
que no es del todo mala.
Pero si me das algo tuyo...
algo simbólico,
no te asustes.
No quiero tu piel,
ni tus colmillos,
ni siquiera tu rugido
metido en un pañuelo.
Si acaso,
tigre mío,
quiero una mano,
una manita de gato.”
Con el tigre viaja a la India, hacia lo desconocido, en donde
vive aventuras mágicas, pero regresa a la realidad y quiere que
el tigre siga a su lado:
“¿Quieres venir conmigo?
¡Anda!
Te llevaré a la escuela.
Te sentaré en el sitio
de mi mejor amigo.
¡Cuidado con tu cola!
Trata de enroscarla
debajo del pupitre.
Así está bien.
¡Tus bigotes!
¿No puedes guardarlos?
Distraen a la maestra.
Trae acá esa pata.
Aquí,
sobre mis hombros,
para que,
en el recreo,
todos sepan
que yo tengo un amigo
verdadero.
Dictado.
Hay que poner acentos
en diez palabras.
Cerré los ojos
y volví a abrirlos...
Los acentos
eran rayas.
Sobre la hoja
y las diez palabras
el tigre
salía de caza.”
El mundo real y el imaginario, la rutina y la fantasía, Sancho y
Quijote se hermanan en estos hermosos versos, de medida
desigual, que nos hablan de una hermosa historia de amistad. El
tigre no parece encajar en la escuela y por eso:
“Llevé a mi tigre
al zoológico.
Lo pensé mucho
–no fuera a pasarla mal–
pero quise correr el riesgo.
Estuvo mucho rato
apoyado
en los barrotes
de la jaula de los tigres.
Finalmente rugí
y salté sobre las rejas,
asombrando al cuidador
y a los cachorros.
Le arrebaté al guarda
las llaves de la jaula
y abrí la puerta de la prisión.
Lo demás fue un río de tigres
corriendo bajo los árboles
entre nubes de globos
y algodones de azúcar
y nubes de verdad
y libertad dulce.”
La libertad de nuevo, la libertad tan importante en nuestras
vidas y que nadie puede arrebatarnos. El tigre es como una
ilusión en la vida de la poeta, que la sigue a todas partes, que
hace que su vida sea menos aburrida y gris, que sea una vida
especial. María García Esperón recoge muy bien los elementos que
conforman la vida de un niño y cómo éste rompe lo que parece
serio, organizado, cabal y crea una ilusión hermosa, llena de
rayas porque:!
“Abrí el viejo baúl
y ahí estaba:
enroscado entre mis cosas,
mis libros,
mis juguetes,
mis estampas.
Adormilado y contento.
con los ojos bien abiertos en un sueño.
¿Has pensado
que si abres la puerta
de tu armario
le podrías ver la cara
al tigre?
Escondido.
Agazapado entre las flores.
Soñoliento.
Coronado de rosas.
Rey en su jardín,
oculto por sus rayas.
El tigre de la alfombra
sabe que es mirado
solamente por mí.
Ellos pasan por el rastro
que deja la luna
cuando viaja.
Hunden sus patas
en la hierba
que tiene perlas.
Se beben la noche
sin copa ni vaso,
despacio.
Y si llegan a mirarse
tiemblan
de belleza.
Tigre
de la caja de colores
apenas diste
un zarpazo de acuarela.
La jungla se deshace
porque ha llovido
y te me olvidaste, tigre
agazapado,
en la hoja de papel
bajo el árbol.”
Pese a que (el tigre es una fiera/ a su manera...) la historia
llega a su fin y la vitalidad del tigre –y de los sueños-
también:
“Vino a despedirse.
La piel le colgaba
un poco
(de los codos).
De repente
me pareció viejo.
Debo confesar que,
cada día,
me costaba más trabajo
hacerlo correr.
De salir a cazar
bajo la luna,
ni hablar.
“Hace mucho frío”,
le decía yo,
como pretexto.
(Y no era cierto.)
El que no quería
correr ni cazar
–ya lo adivinaste–
era yo.
Por eso se hizo viejo.
Por eso se despidió.
“¡Espera!”, le dije,
pero ya era duro de oído.
Entonces...
corrí descalzo
bajo la luna fría.
Volví a ser su cazador,
su corredor,
su embustero.”
No puede desaparecer un amigo así, de repente, la vejez no puede
aniquilarlo, para eso sirven los sueños, para eso sirve la
ilusión que envuelve todo el poemario:
“(Mi tigre regresó,
la otra noche,
cuando por extrañarlo,
insomne,
contaba para dormirme
sus rayas de memoria.)”
Vemos que la personificación es esencial para entender los
versos de María García. La poeta es como un demiurgo que dota de
vida a las palabras, que observa los sueños, la magia que hay en
la naturaleza, en las miradas y todo eso lo plasma en sus
versos, llenos de ritmo, de cadencias, de recuerdos de otros
mundos que acaso estén en éste y que nos llevan, a los adultos
también, a su infancia y a los niños les dan alas para seguir
soñando y paladeando a qué sabe la palabra libertad.
“Sombraluna” es otro poemario de la autora mexicana, ilustrado
por Lorde, que, como los dos que hemos comentado, cuenta una
misma historia a través de varios versos que, en realidad,
forman parte de un mismo poema, un largo poema arromanzado, que
nos recuerda esos otros romances del Conde Olinos o del
Prisionero, porque María García Esperón bebe directamente del
romancero a la hora de escribir la historia de una niña, Sombra,
que se enredó con la Luna, en claro eco lorquiano (advertimos en
su momento la influencia que acaso tenga la autora de García
Lorca). Obsérvese la presencia de las rimas agudas a lo largo de
todo el poemario que lo dota de esa especial candencia que solo
tienen los romances:
“Sombraluna
Sombraluna
es niña y cruzó la mar
en una tarde de plata
que oyó sirenas cantar.”
Sombraluna en su peregrinar, a la manera de Don Aire, conoce a
las sirenas, juega con ellas y las humaniza:
“-Sirenas, Verdesirenas
¿puedo quedarme a jugar?
Me peinaré con sus peines
y puliré su coral.
Me aprenderé
sus canciones,
les cuidaré su rosal,
les sembraré margaritas
en sus jardines del mar.”
El viaje que realiza Sombraluna es una especie de camino hacia
ella misma, una especie de búsqueda que la lleva a su propio yo,
aunque se emplean como metáforas elementos de la naturaleza. Así
también se encuentra con las estrellas:
“Las blancas estrellas miran
el verde oscuro mirar
donde está la luna niña
la Sombraluna del mar.
Las blancas estrellas cantan
y es tan quedo su cantar
que Sombraniña
se esfuerza
para oírlas murmurar...”
Las estrellas le traen mensajes que la niña se esfuerza en
escuchar porque:
“-Escúchanos, Sombraluna
que es de sabios escuchar.
Te contaremos historias
de nuestro antiguo lugar
y encenderemos las luces
que no se van a apagar.”
Sombraluna se pregunta cómo es que ella ve las cosas que otros
no ven:
“-Estrellas de plata pura,
sirenas de dulce sal...
¿por qué si viven conmigo
no las miran los demás?”
El misterio sigue en los versos, como ocurre también con los
romances clásicos:
“-No preguntes, Sombraluna
que de tanto preguntar
los castillos
de la playa
los tira de golpe
el mar.
Los ojos de las estrellas
se vuelven oscuridad
y el canto de las sirenas
no lo vuelves a escuchar”.
Sombraluna descansa en una fuente que le cuenta historias sin
final, a la manera machadiana y llega a un castillo:
“Sombraluna, como siempre
se deja en la fuente ir
a los prados de la tarde
que tienen flores de lis.
Un castillo hay en un prado,
en el castillo un jardín.
En el jardín una fuente
y en la fuente yo te vi”.
Y ahora entendemos qué le pasa a Sombraluna, no se puede dormir,
como le ocurre a tantos niños y echa a andar su imaginación:
“Es de noche, Sombraluna...
Qué, ¿no te puedes dormir?
-Estoy mirando la cuna
que mece estrellas de anís.
-Y mañana, Sombraluna
te vas a desmañanar.
Se te va a quedar la noche
dormida en el delantal.
y sus pulseras de azahar.”
Sombraluna se encuentra con una niña dormida, una niña de cuento
que no sabe qué significa la palabra libertad:
“En un castillo encantado
de minaretes de sol...
La niña sombra se alumbra
con un fugaz resplandor.”
Es una niña que no sabe del sol, que prefiere la oscuridad de la
noche, que es amiga de la luna:
“No quiere soles la niña
ni tampoco claridad.
Quiere la luna caída
para hacerla manantial.
Quiere una noche de menta,
esa azul oscuridad,
que se esconde en la mañana
para verla despertar. “
Nos encontramos con un símbolo que, como dijimos, tiene
resonancia lorquianas, en este caso es la luna, del “Romance de
la luna luna”:
“En los arcos de la casa
la luna sale a cantar.
Lleva vestido de encaje
y pendientes de coral.
Canta que canta la luna.
Quiere que quiere salir
para cantarle a su niña
y para mirarte a ti.
De puntillas, Sombraluna
a la reja se asomó.
Quería oír las voces verdes
de las macetas en flor.
Tan sólo encontró silencio.
Solo silencio encontró.
De silencios Sombraluna
se compuso una canción.”
Obsérvese cómo la poeta retoma el final de un verso para iniciar
otro, lo cual le da una dimensión de poesía oral a sus textos
extraordinaria:
“Una canción de violetas,
de sombralunas
en flor.
De niñasombra
escondida
en un secreto verdor.”
De nuevo el misterio de la letra de la canción:
“Las palabras
más gastadas
las lavé con alhelí
y los nombres de las hadas
no te los puedo decir. “
La autora, como una presencia superior, le advierte a la niña:
“Niñasueño, no te obliguen
si no quieres, a decir
los secretos que tú sabes...
y que te saben a ti.”
Y sigue su caminar la niña, rodeada de enigmas y de aromas, en
hermosas sinestesias:
“Sombraniña caminaba:
yerbaluna era su andar.
En las puntas
de sus pasos
un jazmín
se echó a llorar.”
Se termina el sueño:
“-Niñasombra no te vayas
pero si quieres salir
de la noche que es mi casa
da al jazmín algo de ti”.
Y llega el momento de, como en los cuentos clásicos, dar una
prenda:
“-¿Qué podría darte yo
que tú no tuvieras ya?”
Lo que la luna cantora le pide a Sombra es especial, no se puede
medir ni se puede pagar porque está hecho de la sutil materia de
los sueños:
“-El principio de tu sueño.
De tus sueños el final.
El trébol de madrugada,
la naranja al despertar,
la violeta en el pañuelo,
un clavel para mi ojal”.
La luna tiene un secreto que, al final, se nos desvela en estos
versos llenos de misterio y de emoción:
“De la mano de la sombra
la luna se quiso ir
para vestirse de niña
y entre la gente vivir.
Y se puso Sombraluna
para poder resistir
sin que ninguno se entere
de lo que quiere decir.”
LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL (PROSA): “ESE MANANTIAL
DEL SER”
Cuando a María se le pregunta por qué escribe para niños y
jóvenes, su respuesta no puede ser más clara: “Porque a través
de ellos ocurrirá, si no es que ocurre ya, un renacimiento de
nuestro tiempo gastado, decadente, una renovación espiritual. La
infancia, la juventud simbolizan ese manantial del ser, la
poderosa fuerza del espíritu humano que se ha ensayado en
dialéctica a través de la historia. Los tiempos han sido peores
o mejores en la medida en que se ha escuchado de peor o de mejor
manera la inefable palabra de la infancia, la canción de la
juventud y su conjunción de horizontes infinitos”.
En cuanto al momento actual de la literatura infantil y juvenil,
así lo ve la escritora: “Momento sumamente rico en el ámbito
hispanoparlante. Si va a ocurrir algo extraordinario en la
literatura, será en la LIJ. España comenzó y van despertando los
países hispanoamericanos, con Argentina a la cabeza –aunque no
se trata de un concurso ni de una carrera, yo más bien pienso
que es una conjunción y un nuevo florecer de la lengua y de las
energías creativas.
Desde cierto punto de vista pareciera que la LIJ va aparte de la
literatura adulta, que tiene su propio sistema solar, sus
planetas y sus órbitas, pero he tenido oportunidad de comprobar
cómo el lector adulto encuentra muy enriquecedoras muchas obras
de LIJ. También creo que buena parte de la literatura infantil y
juvenil que estamos haciendo en España y América Latina se está
desprendiendo de los modelos de éxito anglosajones para ir en
busca de su originalidad, de las posibilidades de sus propias
fuerzas creativas. Un ejemplo es la poesía para niños, que ha
hecho eclosión en los últimos años, de la mano del libro álbum.
Aquí destacan Pedro Villar, Darabuc y Beatriz Osés en España,
los libros del Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños,
iniciativa mexicana editada espléndidamente por el Fondo de
Cultura Económica.
Es muy importante además, considerar el empuje creativo de los
ilustradores de LIJ, autores ellos mismos, por supuesto, que son
en buena medida responsables de su crecimiento. En el ámbito de
la poesía para niños, por ejemplo, creadores como el mexicano
Gabriel Pacheco , el español Miguel Ángel Díez y la argentina
María Wernicke son poetas por los cuatro costados. Hacen poesía
con imágenes.”
Son varios los libros que María García Esperón tiene publicados,
aunque nosotros nos centraremos en dos destinados a la
literatura juvenil, “Mi querida Alejandría” y “Mi abuelo
Moctezuma”. No obstante, no debemos dejar de señalar otros
títulos de la autora mexicana.
“El disco del Tiempo” se centra en un tema tan novedoso e
interesante como el recientemente descubierto Disco celeste de
Nebra. La autora propone una interpretación y lo relaciona con
otro disco, el de Festos, hallado en Alemania.
“El disco de Troya” parte de un hallazgo arqueológico que le
permite relacionarlo con las aficiones de algunos jóvenes en
torno a la iconografía satánica, ya que en la antigüedad clásica
también se hallan dioses con cuernos. Es una trama atractiva y
original.
“Sibila” relaciona el mito de la Sibila de Cumas, que no podía
morir, con las actuales investigaciones de genética, la
clonación y el chip de memoria. Memoria y tiempo son dos de los
ejes de esta novela que acerca pasado y presente y lo proyecta
al futuro.
“Las cajas de china” es un libro destinado al lector infantil.
El aventurero Gustavo Tajín le ha enviado a su sobrino Jerónimo
un regalo original: las cajas de China. El niño tiene que abrir
una caja cada día de la semana, descubrir para qué sirven los
objetos fabulosos encerrados en ellas y enterarse de unas
historias extrañas y singulares que se meten poco a poco en su
vida hasta envolverla por completo en ese delicado papel de
china. En estas cajas se encuentran cuentos inspirados en las
tradiciones de Egipto, China y la india, aunque el libro tiene
un interés añadido que vamos a comentar brevemente.
“Las cajas de la china” es un texto que ha servido para vincular
libros e Internet, como dice la autora, placer literario e
investigación, a ventura e historia. Si entramos en el blog
dedicado a “Las Cajas chinas” éste es el mensaje que encontramos
de su autora:
“Soy la autora del libro.
Si ya leíste Las Cajas de China... ¡bienvenid@!
Si no lo has leído... ¡bienvenid@ también!
Esta es otra oportunidad para abrir cajas y encontrar sorpresas
relacionadas con culturas lejanas, libros y aventuras...
No dejes de enviar tus preguntas, comentarios, dibujos,
sugerencias y cuentos a mi correo: maria.garciaesperon@gmail.com
¡Vamos a abrir más cajas!”
El libro está publicado en Colombia por Editorial Libros y
Libros, Hillman Publicaciones http://librosylibros.com.co. Una
editora colombiana, la propia María García Esperón y la maestra
española Rosa Serdio tienen el proyecto de leer este libro con
niños de estos tres países y hacerlos comunicar a través de un
blog, el blog dedicado a Las Cajas de China
http://lascajasdechina.blogspot.com
“Berenice la Sirena” es una fábula llena de humor, en la que una
niña, Conchita, la hija de los marqueses de la Laguna, descubre
al llegar a Veracruz una sirena en su plato de sopa. Y también
descubre que las sirenas no son lo que se piensa de ellas, ya
que ésta, Berenice, no para de meterla en líos.
MI ABUELO MOCTEZUMA y QUERIDA ALEJANDRÍA:
”SABER DE ESOS ANCESTROS”
María
García Esperón sabe conjugar muy bien la realidad actual con la
historia y así, para ella, no resulta difícil presentarnos a
Moctezuma y, a la vez, tratar de arrojar algo de luz acerca de
su actuación frente a los españoles, tan juzgada y criticada por
la historia. El lector conocerá, gracias al libro, cómo era la
cultura azteca y la situación que originó el levantamiento de
los mexicanos en la Noche Triste, desde la óptica del propio
emperador Moctezuma.
“Mi abuelo Moctezuma” es un relato hermoso que nos habla de
amor, de amistad, de reconocimiento por las propias raíces y de
tolerancia. Isabel es una joven mexicana que, a raíz de un
trabajo para la escuela, descubre que procede de Moctezuma,
aunque nadie se lo cree o, mejor dicho, sólo se lo cree un
compañero, Francisco, hijo de diplomáticos, español, y muy
interesado por descubrir el pasado de caudillo mexicano. El
profesor de Isabel parece ser un hombre engreído que no acepta
ese parentesco, aunque tiene ocasión de reflexionar y
disculparse.
Lo que parece, simplemente, un encuentro académico en la
biblioteca de México se convierte en una aventura llena de
peligros que les lleva a descubrir el códice perdido del
emperador Moctezuma.
La autora tiene una habilidad suplementaria que es mezclar
personajes de distintas edades e intereses, así el profesor
Zubirú, una especie de sabio chiflado que les lleva a descubrir
el documento, el guardaespaldas de Francisco que acaba
descubriendo lo importantes que son las raíces para una nación y
lo mucho que hay que conservarlas. Es él quien más empeño pone
en la conservación del códice y él el que protege al profesor de
encuentros indeseados y peligrosos, ya que la novela también
presenta momentos de suspense e intriga.
Particularmente simpático es el personaje de la madre de Isabel,
una mujer animosa, que presenta un papel secundario, pero que
merecería mayor desarrollo.
Entre Isabel y Francisco, en suma, se fragua una hermosa amistad
que no desaparece cuando Francisco ha de cambiarse de nación, a
causa del trabajo de sus padres. Es emocionante la despedida
entre los jóvenes.
En definitiva, una novela interesante que mezcla dos mundos y
dos épocas, que nos permite conocer algo más de la cultura e
historia mexicanas y que hará pasar un rato de entretenida
lectura a los jóvenes –y mayores-, ya que la novela mantiene un
tono vivo, juega mucho con los diálogos y no permite que decaiga
el ritmo narrativo. Cabe añadir que presenta algunos vocablos
distintos al español peninsular, aunque eso se comprende por la
procedencia de la autora y enriquece el texto. Observamos
también que emplea distintos registros lingüísticos, lo cual
dota de realismo a la historia. Así cada personaje ofrece su
registro de habla. El investigador utiliza un lenguaje más
elaborado, el guardaespaldas más coloquial, la chica emplea
giros más juveniles propios de México mientras que en el joven
esas expresiones son las propias de España.
“Querida
Alejandría” es un relato epistolar escrito con exquisita
sensibilidad, ya que María García Esperón maneja una prosa llena
de sentimiento, cercana a la poesía, para desgranar todas las
vivencias e inquietudes de un personaje histórico, poco
conocido, como es Cleopatra Selene. La fama de su madre, la gran
Cleopatra eclipsó a su hija y le robó la identidad que, de
alguna manera, le devuelve María García Esperón en este libro,
que ha sido distinguido, como dijimos al principio de este
estudio, con el Premio Norma-Fundalectura 2007.
Tras la caída de Alejandría en manos romanas, Marco Antonio y
Cleopatra se suicidaron para no aparecer derrotados ante la gran
Roma, pero sus hijos sobrevivieron y, pese a que fueron muy bien
tratados por Octavia, la esposa de Marco Antonio y hermana del
emperador, no dejaron de ser rehenes dorados que tuvieron que
desfilar de una manera humillante ante el pueblo romano
envueltos en cadenas, de oro, eso sí; pero cadenas al fin.
Cleopatra Selene escribe cinco cartas conmovedoras a su ciudad,
Alejandría, “porque te extraño, te sueño y reconstruyo tus
calles y tus fragancias y los gritos de tus vendedores y tu
lengua sorprendida en la encrucijada de los dioses”. Cada una de
estas cartas constituye un capítulo que empieza con las cinco
letras primeras del alfabeto griego y no es por azar, sino
porque María García Esperón quiere recordar, de esta manera, los
cinco distritos en que se dividía Alejandría; mejor dicho,
quiere recordarlo Cleopatra Selene.
Gracias a estas cartas vemos un alma sensible, instruida y culta
que añora su patria, que recuerda a sus padres y que a veces se
deja llevar por el fatalismo de su destino, aunque también
siente ilusión como cuando la destinan a Juba, otro hijo de rey
desposeído, con quien reinará en la Mauritania romana,
favoreciendo un oasis de cultura y de paz en esa tierra
africana.
Cleopatra habla de las costumbres romanas, escribe acerca de sus
hermanos, ve con preocupación, desde el presente, cómo lo que
ocurrió en Alejandría estaba cantado; tiene palabras de piedad
para sus padres y para ella misma. Escribe en primera persona
del singular y siempre se dirige a un tú, en ese caso una ciudad
que se humaniza gracias al apóstrofe continuado que emplea la
autora.
De alguna manera “Querida Alejandría” es un relato alegórico que
introduce a los lectores –jóvenes o no- en un mundo fascinante,
que nos habla de la cultura egipcia y griega, con admiración, y
que recuerda la fuerza romana y, sobre todo, al gran César,
amante también de la madre de Selene. Las intrigas palaciegas
por conseguir el poder hicieron que Selene fuese la última
descendiente de los Tolomeos y, acaso, del propio Alejandro
Magno. Habla de la debilidad de los gobernantes, de Octavio
Augusto que enfermaba en cada batalla; de la crueldad de las
guerras; de lo duro que es vivir fuera de la patria y de una
serie de elementos que hacen de la novela un mosaico vivo y
fascinante de una época que ya pasó, pero que aún sigue
despertando fascinación y admiración entre el mundo.
El libro termina cuando Cleopatra y Juba contraen matrimonio y
la joven princesa se despide de su ciudad, a la manera del Aleph
borgiano, evocando todo lo que, en su ensoñación de recién
desposada, cree ver y que le lleva a Alejandría, a sus gentes, a
su futuro, a su destino: “…vi mi tumba junto al mar, monumento
circular sin cesar labrado por el viento y, más allá de
cordilleras y ríos salvajes…”.
“Querida Alejandría” es un libro que nos acerca a la historia
antigua, de manera humana, viva y llena de riqueza. La autora,
insistimos, emplea una prosa llena de cadencias, de ecos, que se
paladea, que sabe a tierra, que sabe a río, que sabe a
Alejandría.
Dejemos, por último, que sea la autora quien nos cuente por qué
ha escogido a estos dos personajes históricos, Moctezuma y
Cleopatra, como protagonistas de dos de sus mejores novelas,
hasta la fecha: “Para encontrarme con mi destino mesoamericano.
(Al fin me encuentro/ con mi destino sudamericano, dijo Borges
en el Poema conjetural). En México tenemos las dos tradiciones,
la mediterránea y la mesoamericana. Las cosmovisiones que se
enfrentaron/encontraron en el siglo XVI –la española y la
azteca- son a su vez suma de diversos y variados modos de
entender y decir el mundo, de muchos cielos, infiernos y
cosmogonías. Una síntesis no se realiza en un año, en una
década, ni siquiera en medio milenio. ¡Todavía no acabamos de
entender la Conquista española, pero tampoco acabamos de
entender el misticismo guerrero del pueblo del Sol! Considero
que en mi país tenemos una doble responsabilidad histórica: una
dirigida hacia la cultura occidental y otra a la cultura
indígena.
En lo personal, siempre he sentido una imantación poderosa hacia
el mundo clásico, griego y romano. Me fascina el helenismo y
quisiera comprender, desde sus adentros, lo que fue Alejandría.
Pero también quisiera trovar (encontrar, cantar) la fascinante
cosmovisión mesoamericana, sin soslayar el tema del sacrificio
humano, que fue constitutivo de la organización política y
religiosa del pueblo del Sol, que muchas veces se despacha con
la etiqueta de “práctica salvaje de un pueblo primitivo”. Pero
los aztecas no eran “primitivos”, todo lo contrario, eran muy
sofisticados; el sacrificio humano se engranaba en una
concepción muy compleja del hombre y su relación con el cosmos,
una concepción muy honda del significado de la vida y de su
imbricación constante, presente, con la muerte.
Moctezuma y Cleopatra tienen en común que ambos simbolizan su
respectivo mundo. Ambos luchan por mantenerlo y ambos tienen
reconocer que se ha irremediablemente perdido. Cleopatra pierde
Alejandría. Moctezuma a Tenochtitlan, de círculos de jade. Dos
ciudades portentosas, dos soberanos a los que se les muere la
ciudad entre los brazos. Y mueren con ellas. En circunstancias
misteriosas. ¿Quién mató a la reina de Egipto? ¿Quién acabó con
la vida del Gran Tlatoani? ¿El veneno de un áspid? ¿Una pedrada
mexica, una espada española? ¿Qué ocurrió después, en ambos
casos?
En “Querida Alejandría” es Cleopatra Selene quien narra la
derrota de su madre y de su padre. En “Mi abuelo Moctezuma” es
el propio Tlatoani quien da razón de sus actos en una carta
disfrazada de códice. Tengo en puertas de publicación, con la
editorial mexicana El Naranjo, una novela en torno a la hija de
Moctezuma, la joven Tecuixpo, Copo de Algodón. Mi familia, por
el lado materno –Esperón- es descendiente de esta princesa
(línea de su primer marido español, Pedro Gallego de Andrade) y
por ende del gran Tlatoani. Desde niña he sentido la necesidad
de remontar el tiempo y la sangre y saber de estos ancestros. “
Hay, pues, parte biográfica en el último libro de nuestra
autora, “Mi abuelo Moctezuma”.
LEER PARA SER FELIZ: “¿ESO NECESITA DEFENDERSE?”
Para María leer es esencial porque es una fuente de felicidad y
así defiende la lectura, con vehemencia: “Tal vez yo sea de las
que no pueden defender la lectura porque no comprenden cómo
pueda haber personas que se nieguen a la felicidad y al
conocimiento que solamente se encuentran en los libros, esas
extensiones de la memoria y de la imaginación, como dijo Borges.
A este respecto me gusta recordar un pasaje bellísimo del poema
de Gilgamesh, en el que el héroe va en busca de la última
respuesta, del secreto de la inmortalidad, del cómo vivir para
siempre … y llega hasta la morada de Utnapishtim (el Noé
babilónico, que posee el secreto de la inmortalidad).
Utnapishtim le dice que se lo revelará con gusto, pero con una
condición: que no se duerma en el transcurso de su relato,
porque si se duerme, no podrá conocer el secreto, no podrá ser
inmortal, se le escaparán las palabras con el secreto. Gilgamesh
accede, pareciéndole cosa muy fácil y Utnapishtim empieza a
enunciar su largo poema, las genealogías y los nombres primeros,
las esperanzas y las descripciones del Universo. Gilgamesh ha
padecido grandes trabajos y fatigas para llegar hasta ahí y por
más que quiere mantenerse despierto, se duerme y no escucha el
secreto de la inmortalidad.
Así, defender la lectura me parece defender la vida, la
respiración, los sueños, el amor, la libertad, la felicidad, la
inmortalidad. ¿Eso necesita defenderse? ¿No es todo eso la
vocación esencial del ser humano?”
Por último, ante el desánimo que hay por la lectura, ella nos
ofrece una posibilidad para aumentarla y animarla que sería:
”Ofreciendo auténtica literatura. Y por auténtica literatura
entiendo la que transmite emoción, conocimiento, pasión. La que
ayuda a los lectores a encontrar su propio sentido de la vida,
la que los lleva a ese sentimiento inefable que fue descrito por
Borges como “la inminencia de la revelación”, que no es otra
cosa que la experiencia estética. La literatura nos brinda, como
el arte, un conocimiento por con naturalidad afectiva:
intercambiamos naturalezas. El lector entrega su verdad al libro
y el libro entrega su verdad al lector. Esto, a cualquier edad.
También pienso que actualmente se está leyendo mucho, pero de
diferente manera. Lo que ocurre en internet no deja de
asombrarme: en determinados círculos –o redes, a través de
blogs- la gente lee y escribe y discute y sueña y vuelve a leer,
se levanta de la silla, va por un libro, contrasta y compara, se
emociona, conoce, se transforma. En Internet cierto tipo de
gente está replanteando la cultura, está leyendo en el sentido
original del término: legere, seleccionar, elegir, ligar,
religar…”
En definitiva, leer a María García Esperón supone entrar en un
universo en el que las palabras rezuman identidad, tienen cuerpo
y saben porque están vivas. El castellano de María viene
envuelto en el aroma mexicano y enriquecido con otros giros,
otros vocablos, otros usos. Su poesía así lo demuestra haciendo
que el sueño y la fábula dancen en nuestros ojos sin perder ni
un ápice del misterio. No obstante, cuando escribe prosa, sin
perder el gusto por la palabra esencial, por la palabra precisa,
también quiere hermanar presente con pasado y demostrarnos que
los personajes de la historia no están tan lejos de nosotros
mismos porque sentían y sufrían igual. Gracias a ella estos
personajes olvidados adquieren de nuevo la palabra y con ella la
voz y pueden, al fin, decirnos qué pasaba por sus mentes, qué
sentían, qué anhelaban, qué amaban. Tienen, gracias a María, una
segunda oportunidad.
La obra literaria de María García Esperón es lo suficiente
amplia y atractiva como para que todos encontremos un momento de
buena lectura con sus historias. E insistimos, lo único que
importa para leer es que sea buena literatura. Tanto da la
etiqueta que le pongamos, lo importante es que sea LITERATURA. Y
la de María lo es.
BIBLIOGRAFÍA
· “Las Cajas de China” (Hillman Publicaciones, Bogotá 2009)
· “Mi abuelo Moctezuma” (Edelvives, Madrid 2009). Colección
Alandar, 109.
· “Sibila” (México, 2006)
· “El Disco del Tiempo” (México, 2006)
· “El Disco de Troya” (México, 2006).
· “La limonada y otros cuentos” (México, 2007)
· “El Duende No y otros cuentos” (México, 2007)
· “Aires de Don Aire” (México, 2007)
· “Sombraluna” (México, 2007)
· “Berenice, la sirena” (Hillman Publicaciones. Bogotá, 2010)
http://www.scribd.com/doc/15676028/Aires-de-Don-Aire-Poesia-para-nins
http://www.scribd.com/doc/14671324/Sombraluna-poesia-para-nins
http://mariagarciaesperon.blogspot.com
http://lascajasdechina.blogspot.com
http://www.pizcadepapel.org (pueden consultarse las reseñas de
“Mi abuelo Moctezuma” y “Querida Alejandría” que publiqué en
Pizca de Papel y que han servido también para este estudio).
http://blocs.xtec.cat/asaiz
Nota:
Mi agradecimiento y reconocimiento a la autora, María García
Esperón quien me ha dado todas las facilidades y toda la
información que he necesitado para escribir esta semblanza.