BUDA y PEST
(inimaginable sorpresa)
 
Sorpresa, sí, ante la visita a esta formidable y monumental ciudad partida por el inmenso, tranquilo y venerable Danubio.

La que fue ha tiempo la Perla del Danubio vuelve ahora –aparentemente superados sus conflictos y perdidas guerras, sus desastrosas ocupaciones o invasiones, y sus peores ditirambos políticos entre fascismos y comunismos- a brillar, de una manera emergente, como gran ciudad monumental y excelente bastión cultural y turístico en el centro de la Vieja Europa.

Injustamente minimizada, Budapest, es hoy una ciudad de palacios, palacetes y palacitos en la que, desgraciadamente, su maltrecha economía –agravada por la crisis global- no puede hacer frente a la ingente restauración de todo su patrimonio monumental, aunque es bien cierto que los edificios más emblemáticos han sido restaurados e iluminados con esmero y mimo.
 



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Edificios de la Avenida Andrássy (sin restaurar) y Edificios de la Avenida Andrássy (restaurado)



Ciudad que merece, a mi juicio, ser en toda su extensión Patrimonio de la Humanidad (y no solo los márgenes del Danubio) y que reclama una mayor atención turístico-cultural por los operadores turísticos, y no solo por la amplitud y variedad de monumentos sobresalientes y museos, sino, sobre todo, porque en ella se explica la lucha de un pueblo-ciudad por la Libertad contra los sistemas dictatoriales del siglo XX y de la voracidad colonizadora de la Historia.

No es fácil, en una ciudad doble y de gran diámetro, plantearse un recorrido cultural, pero es quizá la Avenida Andrássy –en la planicie de Pest- una avenida recta de casi 2 kilómetro de recorrido la que de alguna forma sintetiza y aglutina gran parte de la monumentalidad de la margen izquierda del Danubio: esta avenida posee edificios impresionantes como la Ópera, la Basílica de San Esteban (en sus aledaños), la Casa de la Música de Listz, decenas de museos, la Academia de Ciencias o el Palacio Gresham, y está interrumpida por dos plazas coquetas –la plaza Listz y la Octogonal- que confieren a todo el trazado , con edificios del siglo XIX, un aspecto admirable hasta finalizar en la impresionante Plaza de los Héroes, en donde, a su vez, comienza un coqueto conjunto lúdico-recreativo que engloba el Parque Municipal, el Zoológico, el Castillo de Vajdahunyad (de propiedad rumana) y los Baños Termales de de Széchenyi, del siglo XV, soberbio edificio ricamente decorado con aguas termales externas e internas y de propiedad municipal para el solaz de los budapesinos.
 



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La Ópera y Basílica de San Esteban



En la misma planicie de Pest no se puede dejar de visitar dos edificios excepcionales, preñados de historias culturales y políticas: el Parlamento y la Sinagoga.

El Parlamento, en la misma orilla izquierda del Danubio, es un espléndido conjunto arquitectónico neogótico, escenario de las reuniones de la Asamblea Nacional, y es impresionante, sobre todo, su visión iluminada nocturna desde el Danubio.
 



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Plaza de los Héroes y Cúpula Baños Termales



La Sinagoga de Budapest, considerada la más grande de Europa, es un soberbio edificio de rasgos orientales (estilo bizantino) ubicada en la calle Dohány y que alberga, además del lujoso templo que puede visitarse sin reparos, el Museo Judío y un jardín del recuerdo en donde puede verse el famoso y emotivo Sauce del Recuerdo, un árbol escultórico donde en cada una de sus hojas está grabado el nombre de un mártir muerto durante el Holocausto.
 



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El Parlamento desde Buda y El autor junto al Sauce del Recuerdo



Decenas de monumentos, palacetes, museos y edificios singulares (como el Mercado Central) podríamos visitar en el lado de Pest, pero el viajero, so pena de disponer de varias semanas de estancia en la ciudad, deberá conformarse con los más representativos, dejando en su corazón viajero, para nuevas singladuras imprescindibles, una mayor profundización en esta singular urbe.

Y en medio el Danubio, flanqueado por sus seis puentes y varado en su preciosa Isla Margarita reconvertida en un imponente espacio lúdico-residencial.
 



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Danubio desde el Monte Gerardo y Danubio y Palacio Real



Monumentales sombras
se reflejan en tus perdidas aguas,
Perla Danubio:
cicerón callado e insumiso
de la Historia.

De aquí bebieron
inagotables fuentes clandestinas
entre guerras implacables
de fanatismos ansiosos;
hasta ti llegaron
las hordas rencorosas del azufre
con sus sangres inmoladas;
desde tus aguas semi-verdes
rezumaron los sabores asesinos
del fusil, la pistola y el Holocausto.

Y tú sigues
enlazando el ánima futura
de tus orillas sin mareas
-entre colinas y planicies-
para dar sentido y dramaturgia
a una ciudad que renace cada día
partida en dos, 
rincón de fe
de una Europa que llora y reinventa su futuro…

El Danubio omnipresente, cremallera entre colinas y planicie, arteria viva del fluir ciudadano y cultural: imprescindible un paseo nocturno por sus aguas, con cena y czardas, en uno de los numerosos barcos que lo ofrecen. La magia de sus dos orillas iluminadas es inolvidable.

La orilla derecha del río es ondulada y verde, y confiere a la zona de Buda un contraste espectacular y oxigenado.

En este lado del río el llamado Barrio del Castillo y sus maravillosos edificios constituyen un núcleo urbano ancestral y al mismo tiempo el principal conjunto de monumentos del país: tiene tres iglesias, seis museos y numerosos edificios históricos, entre los que destacan el Palacio Real, la Iglesia de San Matías, el Bastión de los Pescadores y el Palacio de Sándor (residencia del primer ministro), además de numerosas callejuelas medievales y casas y patios de singular encanto.
Todo un conjunto para perderse y retomar la Historia.
 



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Palacio Real y Bastión de los pescadores y S. Matías



Más abajo, en el mismo Buda y sobre el monte Gerardo, también es imprescindible 
visitar la Ciudadela: espectacular bastión con increíbles vistas sobre todo Budapest y donde destaca la Estatua de la Libertad, una escultura erguida de 14 metros erigida en 1947 para conmemorar la liberación del país, convertida luego por el régimen soviético en símbolo proletario, y reconvertida por fin –gracias a la ambivalencia de la palma que porta la figura- en símbolo de la Democracia y la Libertad.
 



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Danubio y Pest desde la Ciudadela y Estatua de la Libertad



Solo de puntillas puedo describir las cientos de iglesias de plantas solemnes, las decenas de Baños Hidrotermales, las agradables zonas comerciales peatonales y los adecuados hoteles de una ciudad que es, en mi opinión, una de las más bellas e interesantes capitales de Europa.

Y no es extraño que en esta ciudad monumental y de tan abigarrada historia, vieran la luz personajes tan importantes y variados como Robert Capa (fotógrafo), Sándor Mérai (escritor), Franz Listz (músico), Joseph Pulitzer (periodista), Erno Rabik (matemático e inventor), Artur Koestler (escritor), Bela Bártok (músico), Johnny Weissmuller (deportista y actor) o Ferenc Puskas (futbolista)…


Luis E. Prieto
Budapest
Septiembre 2009





 

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