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Pedacitos de una vida
NO FLAQUEAR
por Mónica Alonso Calderón
Hay frases que con oírlas o leerlas te hacen pensar y te
cambian la vida. Frases de película, refranes, dichos
coloquiales... Yo me fijo mucho en esas cosas porque si las
prestas atención te das cuenta que tienen más razón que un
santo, aunque normalmente, no las hagamos ni caso, yo por lo
menos. A veces escucharlas te animan a seguir adelante, sin
embargo, al rato ya te has olvidado de ellas y sigues
sintiendo exactamente lo mismo.
Hay muchas frases de películas que se me han quedado
grabadas, las típicas, las que todo el mundo recuerda aunque
no hayan visto la cinta en concreto. Y es curioso, conseguir
que una frase perdure años tras años y que todo el mundo
sepa de donde proviene tiene su mérito y, por supuesto, su
encanto. ¿Quién no recuerda el inolvidable 'Siempre nos
quedará París', mítica frase que yo repito continuamente; el
'a Dios pongo por testigo...' (aunque conmigo va más el 'Ya
lo pensaré mañana', que es lo que me suelo decir yo cuando
me agobio); o el algo más reciente 'Si tú saltas yo salto'
(yo eso jamás lo haría porque en seguida me vendría a la
mente otro refrán muy cierto que dice El muerto al hoyo y el
vivo al bollo...).
Hay muchas frases que se quedan grabadas sin saber cuál es
la clave para que esto sea así. Mi frase de película
favorita no es tan conocida pero a mí me hace mucha gracia
y, cada vez que la recuerdo, me echo a reír. Es de La
princesa prometida, no es que me encantara el filme pero sí
que se me quedó grabada para siempre, aunque es un poco
larga: Hola, soy Íñigo Montoya, tú mataste a mi padre,
prepárate a morir.
Os cuento todo esto porque hoy he leído una frase que ha
escrito una persona que me ha quitado la venda que tenía en
los ojos. Realmente es una tontería, simplemente una
opinión, pero gracias a ella he podido comprobar que cierto
personaje me ha estado mintiendo durante mucho tiempo en mi
propia cara. Y no es que me importe, pero es que, a
sabiendas de que todo el mundo miente, aunque sean mentiras
piadosas, en este caso la mentira y la traición no venían en
absoluto a cuento.
Y con sólo una frase, o dos, la vida te cambia. A veces
vemos lo que queremos ver y oímos lo que queremos escuchar.
Es una especie de defensa que tiene el ser humano ante el
dolor, el miedo o el desengaño. Te crees las cosas porque
necesitas hacerlo o simplemente porque sí. En este caso era
porque sí, porque pensé que en eso una persona no miente
nunca, pero ya veo que sí.
De cualquier forma, me alegro de haberme topado por
casualidad con esa frase, que la tengo guardada ya en mi
memoria y que, en el momento oportuno, seguro que me
ayudará, como toda las demás, a no flaquear.