Hay una campaña interactiva lanzada por la ONU sobre cómo crear
un mundo mejor y más seguro. La cuestión no es baladí. Ya nos
gustaría encontrar la solución a un problema tan complejo,
máxime cuando se han dejado en el camino tantos liderazgos
éticos, moralmente estéticos, por el hechizo de unos líderes
oportunistas que no suelen pasar de actores, pero que son
atrevidos a más no poder, que hablan por nosotros, viven por
nosotros, como si fueran los autores de nuestra vida.
Ciertamente, anterior a la crisis financiera mundial germina
otra crisis de la que todo el mundo habla, pero que apenas se
considera, es la de los auténticos valores humanos. Dignidad,
solidaridad, justicia, libertad; son fuerzas místicas que no se
compran ni se venden, que no deben entrar jamás en mercado
porque ese no es su territorio, son alma viva de los pueblos y
de las personas, ha de serlo, sin condiciones ni condicionantes.
Qué distinto sería todo si toda cultura se sintiese
profundamente valorada, respetada y amada. Está visto que
respetando y promoviendo la sapiencia integral e integradora,
que germina por si misma de la hondonada vida, cuando menos se
nos abren horizontes comprensivos. Prueben hacerlo.
Abrirse los unos a los otros. Esa es la cuestión. Por desgracia,
se ha perdido el verdadero e incondicional liderazgo de servicio
al ser humano. Casi siempre ganan los líderes de la mentira, de
la confusión, de la compraventa. Es una partida de absurdos
permanentes y continuos. Para ello, hará falta injertar un
fuerte impulso a la honradez. Hay que hacerlo desde la escuela.
Tenemos que ser capaces de valuar un derecho por su deber. Falta
esa labor asistencial, de ayuda en todo momento y en todo lugar,
a la persona por el hecho de serlo. En la actualidad hay más
comida que nunca en el mundo, pese a lo cual más de mil millones
de personas sufren hambre. ¿Qué está fallando? A mi juicio,
parte de la falta de líderes entregados sin reservas a la
especie humana. Hay mucho político haciendo su política, para sí
y para los suyos, no para el mundo y sus ciudadanos, que es de
lo que se trata, de poner estrategias de gobierno al servicio de
todas las gentes.
También hay que sembrar conocimientos, pero mediante un saber
que nos responsabilice los unos para con los otros. Cuanto mayor
es el conocimiento del ser humano sobre sí, mayor ha de ser su
compromiso; y cuanto más compromiso, más clara es su visión de
amparo a toda vida. A mi manera de ver también se ha perdido ese
liderazgo cultural impregnado en los centros educativos. Todo
está como muy adormecido y aborregado. Por si fuera poca la
desdicha, a los docentes, en muchas partes del mundo, les cuesta
mantener hasta el propio liderazgo de autoridad. Tampoco hay
maestros que enseñen de la vida, por y para la vida. Ni las
escuelas pueden ser cementerios de fracasos humanos, ni las
familias pueden ser infiernos de desesperación.
Los frutos de tantos liderazgos perdidos ahí están, vienen
pegando fuerte en las nuevas generaciones. Mal futuro nos
espera, pero los hechos son los que son. En España, hace unos
días, la Fiscalía General del Estado alertaba sobre el
preocupante incremento de agresiones de adolescentes contra
miembros de su propia familia. ¿Dónde está el liderazgo de los
progenitores? ¿Y la cultura de paz que tanto se pregona? ¿Por
qué tomamos la opción de la violencia? Difícil respuesta para
estos interrogantes cuando medios televisivos, tan importantes
en la formación de la opinión pública, no tienen otra medición
ética que ser líderes de audiencia, aunque para ello tengan que
propiciar escenas de violencia y sexo a raudales, comprar vidas
humanas y venderlas como chorizos.
En cualquier caso, siempre tenemos que mirar hacia el mañana con
la tranquilidad del orden, con el liderazgo de los amantes del
sosiego, con los lazos inmaculados de la poesía. Esto es lo que
nos falta. Por el contrario, nos sobra furia e intranquilidad,
dramas y poemas destrozados. La apuesta es bien sencilla. Cuanto
más libres sean mujeres y hombres para compartir sus bienes con
la sociedad y para asumir el liderazgo social, mayores serán las
perspectivas de progreso en sabiduría, justicia y dignidad de
vida para toda la comunidad humana. La armonía es consecuencia
de la actitud responsable que toda ciudadanía debe adoptar
respecto de la vida en sociedad. Ello exige una clara opción de
liderazgo por el ser humano y sus derechos inalienables.
Gobernantes, con envergadura moral en su hoja de ruta, son tan
precisos como necesarios.
Con la moral corregimos los errores de nuestros instintos y con
el amor los errores de nuestra moral. Lo dijo José Ortega y
Gasset desde su liderazgo de libre pensador. Sana filosofía para
trabajar con entusiasmo en el logro de objetivos comunes. Nunca
en el mundo hicieron falta tantos líderes de valor moral,
audacia y equilibrio mental. Obama puede serlo. De entrada,
tiene miles de seguidores y capacidad de persuasión e
influencia. Confiemos que, junto a ese magnético carisma que le
acompaña, la rectitud vaya consigo como manera de actuar y que,
tal excelencia ética, sea el resultado de su costumbre. Un grano
siempre hace granero. Se agradece. Andamos sobrados de dioses
enfermizos por el poder, ¡poder! De pena.