"Hay un mensaje / hay un secreto.”
“La niebla cerró su cortina
en la ciudad
Caminan todos los fantasmas
en soledad”.
Mercedes Calvo

NOTA BIOGRÁFICA: “LETRAS SALVADORAS”
Dedicamos
hoy este estudio a una escritora uruguaya, de exquisita y fina
sensibilidad: Mercedes Calvo quien con las hermosas palabras que
transcribimos recrea su biografía y pensamos que ya, después de
leerlas, no haría falta nada más que ir directamente a su libro,
“Los espejos de Anaclara”. No obstante, trataremos de acercarnos
un poco más a esta poeta. Leamos, primero, este texto lleno de
poesía y, después, sigamos nuestro acercamiento a su figura, su
obra y su especial percepción del mundo y de las cosas:
“Si uno es lo que come soy, antes que nada, el jugo de las
naranjas de mi Salto natal, los caramelos de azúcar quemada que
hacía mi madre, las sopas interminables -una cucharada para
papá, otra para la abuela- donde flotaban, entre las verduras
insípidas, los fideos de letras salvadores con los que escribí,
en el borde del plato, mis primeros poemas.
Si uno es lo que lee, navego con Guillén por el mar de las
Antillas, galopo con Alberti, escribo los versos más tristes con
Neruda, grito con Lorca que no quiero verla, transito la oscura
soledad de Góngora. Voy y vuelvo siempre, con Cernuda, entre la
realidad y el deseo.
Pero si uno es lo que sueña –y en verdad es poca una oportunidad
para las infinitas posibilidades del existir- sin duda estoy
comenzando mi segunda vida donde, después de compartir los años
escolares de muchas generaciones de niños, vuelvo a la infancia
por el hilo misterioso de la escritura, buscando en ella la raíz
oscura, pero siempre luminosa, de la poesía.”
Mercedes Calvo (Salto, 1949) ha gustado de la poesía desde
pequeña y, gracias a ello, nunca ha perdido de vista los
misterios de la infancia, como veremos en estas líneas. Desde
1971 se dedicó a la docencia como maestra y esta vocación, en
sus palabras, ha dado especial valoración al desarrollo del
lenguaje poético, tanto redactando como llevando a cabo
proyectos y publicaciones de trabajos de los niños. Preocupada
por el fomento de la lectura desde las aulas considera que “No
creo que se haga poco, creo mas bien que a veces es necesario
darle otro enfoque, hacer otra cosa para quitarle al libro su
condición de instrumento didáctico y volverlo, simplemente,
elemento de disfrute. Creo, con Pennac, que la función del
docente debe ser similar a la función de una celestina: debe
propiciar el encuentro entre las dos partes, y luego alejarse,
discretamente. Pero los docentes tenemos la idea de que debemos
estar enseñando siempre, y nos cuesta bajarnos de nuestro
pedestal. La relación niño- adulto no es todo lo horizontal que
debiera y el niño lo percibe. Sabe que detrás de la lectura
escolar hay intenciones ocultas, mensajes, la vieja moraleja de
las fábulas, sólo que ahora más sutil, más encubierta. Y si
bien, paulatinamente, la lectura de cuentos va ganando terreno
en el aula, no ocurre lo mismo con la poesía, que sigue
utilizándose para las fiestas patrias, los acontecimientos
escolares, la memorización y el recitado, o, en el mejor de los
casos, el dibujo.”
No considera, por lo tanto, que la lectura esté desapareciendo
ya que, al proponerle que haga una defensa de la misma, comenta
llena sentido común: “Ello implicaría considerar que la lectura
está siendo atacada, y no lo considero así. No creo que se lea
menos que antes, creo, más bien, que se lee diferente. El gusto
por la lectura es un gusto normal y constante que se desarrolla
naturalmente en un ambiente adecuado. Si no hay que realizar una
defensa de la televisión es porque ésta iguala al niño y al
adulto, el niño mira TV para imitar al adulto. El libro, en
cambio, si no existe en el hogar un ambiente lector, alude
directamente a la escuela, y separa. No es con técnicas
especiales que se trasmite el amor al libro, sino con entusiasmo
y ejemplo”.

Mercedes
Calvo es una excelente lectora: “Desde niña –asegura- he
preferido los libros no escritos específicamente para niños;
tuve la suerte de tener acceso a una gran variedad de libros y
adultos que supieron no interferir ni pretender guiar. En esa
época gusté a Lorca, Nicolás Guillén, Alberti, Machado, Miguel
Hernández, León Felipe, Cernuda, Góngora. Los españoles me
marcaron mucho: Azorín, Valle Inclán, Pío Baroja. Me gustaba
entonces especialmente la poesía y el teatro. También leí Cronin,
Pirandello, Sartre, Françoise Sagan, Colette, Chejov. Después
descubrí a Neruda, Oliverio Girondo, Vallejo, mucho después
Saramago, y Wislawa Symborska, que hoy es una de mis
preferidas.” En la actualidad uno de sus libros de cabecera es “Memoría
de la melancolía”, de Mª Teresa León.
Cuando se le pregunta qué es para ella la poesía nos dice,
modesta: “Las palabras de Octavio Paz se adaptan perfectamente a
lo que yo siento: “Entre lo que veo y digo, entre lo que digo y
callo, entre lo que callo y sueño, la poesía. Se desliza entre
el sí y el no, dice lo que callo, calla lo que digo, sueña lo
que olvido. No es un decir, es un hacer. Es un hacer que es un
decir. La poesía dice y se oye: es real. Y apenas digo es real,
se disipa. ¿Así es más real? Idea palpable, palabra impalpable.
La poesía va y viene, entre lo que es y lo que no es. Teje
reflejos y los desteje. La poesía siembra ojos en las páginas.
Siembra palabras en los ojos. Los ojos hablan, las palabras
miran, las miradas piensan. Oír los pensamientos, ver lo que
decimos, tocar el cuerpo de la idea. Los ojos se cierran. Las
palabras se abren.” No se puede decirlo de una manera más
hermosa”- añade Mercedes. Pero, en la entrevista que le hiciera
Abraham Díaz en Noticias 22, que citaremos y reproduciremos más
adelante, añadió algo más: “Una ventana a la inocencia arrancada
por el tiempo, Edén de mil colores y fantásticos sonidos”.
Nuestra escritora ha colaborado con artículos sobre esos temas
en revistas de actualización docente. Desde 1997 trabajó en
Educación de Adultos, y desde 1999 fue correctora del
Departamento de Publicaciones e Impresiones del Consejo de
Educación Primaria. Jubilada desde 2006, ha podido, al fin,
gracias al tiempo libre, dedicarse a escribir poesía para niños.
No acaba de gustarle mucho el término poesía infantil: “El
término “poesía infantil” es engañoso, Por lo general alude a
una versificación trivial , con abundancia de diminutivos. Pero
la verdadera poesía infantil es, simplemente, poesía, que además
de todos sus valores, interesa a los niños. No debemos
dictaminar nosotros cuál es, sino ellos.”
Mercedes Calvo, cuando habla de su labor como escritora,
comenta: “Todos hacemos catarsis escribiendo, en algún momento
de nuestra vida. Las penas de amor, las alegrías, las
injusticias, hacen que necesitemos volcar en el papel los
sentimientos, las emociones. Y la poesía es el medio ideal para
ello. De allí a escribir para publicar, hay un abismo. Pero
desde que comencé a trabajar con mis alumnos la escritura de
poemas, aprendí con ellos que todos tenemos nuestra propia
mirada, y el deber de dar testimonio de ella. El encontrarme con
tiempo para mí misma después de muchos años en el pluriempleo
posibilitó que, ante una convocatoria a escribir poemas para
niños, a los cuales estuve ligada toda mi vida, me preguntara.
¿Y por qué no? Así surgió Anaclara.” Sobre Anaclara,
precisamente, escribiremos a continuación.
PREMIO HISPANOAMERICANO DE POESÍA 2008: “LOS PREMIOS
ABREN PUERTAS”

En
el año 2008, con “Los espejos de Anaclara”, Mercedes Calvo
obtuvo el Premio Hispanoamericano de Poesía para niños,
convocado por el Fondo de Cultura Económica y la Fundación para
las Letras Mexicanas. Su seudónimo, cómo no, fue “Anaclara” y el
libro ha sido publicado por el Fondo de Cultura Económica de
México, ciudad en dónde recibió el galardón. “Lo escribí -nos
dice- especialmente para esa convocatoria, en dos semanas. Por
supuesto sentí mucha alegría, era mi primer intento de escritura
y un espaldarazo como éste es importante. Mis amigas me decían:
-no sabía que escribieras. Y yo les contestaba: -yo tampoco. De
la noche a la mañana me vi convertida en escritora. Los premios
actúan como agentes literarios, y sin duda abren puertas pero,
en definitiva, este premio no significa más que fue el poemario
que eligieron tres personas entre otros presentados. Yo
agradezco la oportunidad, pero hora el libro deberá enfrentarse
sólo a sus lectores.”
El jurado que le concedió el premio estaba integrado por los
escritores María Baranda y Carlos Pellicer López, de México, y
Pedro Villar, de España. Como nota curiosa hay que decir que se
presentaron 270 obras al concurso. De “Los Espejos de Anaclara”
el jurado destacó “el libro seleccionado tanto por su reflexión
y hondura como por la manera en que se aproxima al misterio
poético con un lenguaje preciso y adecuado para el lector
destinatario.”
Anaclara, la protagonista del libro, en palabras de la también
escritora María García Esperón es “Una niña muy profunda,
escrutadora de las apariencias para demandarles su hermoso
secreto, esa esencia de las cosas que es la raíz de la belleza
que algunos nunca conocen, otros sólo intuyen y unos pocos, como
Mercedes Calvo, son capaces de habitar y lo que es más difícil
aún, de transmitir.
En cualquier instante de nuestra existencia, en cualquier punto
del viaje, estamos situados enteros, con nuestros recuerdos y
nuestras esperanzas.
Presente-pasado-futuro de afectos y nostalgias, de pérdidas
siempre tibias, de reencuentros imposibles, de lealtad en fin a
esa Anaclara que somos todos y que nos mira tenue y recargada en
el barandal de la infancia.”
Aludimos de nuevo a la entrevista realizada por Abraham Díaz,
“Esta puertita que comunica con la infancia” y reproducimos gran
parte de la misma por su especial relevancia y belleza y porque
nos permitirá conocer un poco más la personalidad de la poeta
uruguaya: “Con la relación que llevó con los niños durante su
labor como maestra (jubilada desde 2006), la escritora se da
cuenta que no era una niña especial, diferente, distinta, sino
que en realidad era y es como todos los niños, más profundos que
los adultos, a veces olvidamos cómo éramos cuando niños.
“Los espejos de Anaclara”, según la entrevistada, quien radica
en Montevideo, Uruguay, está escrito a partir de la apariencia,
la realidad, la fantasía, y por supuesto: la poesía.
Ante el avance de la realidad virtual que también ha influido el
desarrollo de los chiquitines, Calvo destacó que los niños sí se
interesan en la poesía y en la lectura en general, el problema
somos los padres. Lo que pasa es que muchas veces, los que no
nos interesamos somos los adultos, pretendemos que los niños
hagan cosas que nosotros no hacemos, ¿cuántas veces los niños
nos ven leyendo?, les decimos que es muy importante leer pero
nos pasamos muchas horas frente a la televisión, sentenció en
entrevista telefónica desde Montevideo.
Ganadora de entre más de 270 obras, la obra de la
maestra-poetisa hace eco en algo que desde muy chica ella vivió,
pues se empapó de los grandes clásicos, desde Góngora, Darío y
García Lorca hasta Neruda, aunque también la música ha sido
alimento para su alma. Me he nutrido de mucha música, la música
popular sobre todo: Violeta Parra, Teresa Parodia, Amparo Ochoa,
los tangos rioplatenses, los fados portugueses, la música
uruguaya, todo eso es poesía y es influencia en uno, pero sobre
todo, los niños, ellos son una gran influencia, dijo.
Según la poeta, si existe un ambiente donde el libro es una cosa
cotidiana, importante, los niños puede llegar a él y entonces se
maravillan, y no lo sustituyen ni la televisión, ni los
videojuegos, pues el contacto con los libros es algo
insustituible para ellos. Mientras que para algunos escribir
literatura infantil es un reto, para Mercedes Calvo escribir
poesía dirigida a los niños no es ni difícil ni fácil,
simplemente es mantener vivo el niño que somos y dejarlo hablar,
pues la poesía no es una técnica, es tan sencilla como recordar
o dejar abierta esa puertita que comunica con la infancia e irse
por ahí para comenzar a hablar.
Sin considerarse una gran escritora, la docente jubilada dijo
que la poesía resulta imprescindible, leerla, claro, pero sin
duda también escribirla. Muchas veces, nosotros nos sentimos un
poco cohibidos ante el hecho de cómo vamos a escribir poesía
sino somos escritores, pero yo creo que hay que escribir poesía,
no importa si lo hacemos bien o mal, o si quizás no publicamos
un libro, pero escribirla para uno mismo es una cosa que
realmente nos conecta con el otro, nos conecta con el otro y con
nosotros mismos, y eso es una cosa importantísima, explicó la
ganadora del premio al que concursó con una obra marcada en el
certamen con el número 264.
Consciente de que hay que dejar salir las emociones cuando se
lee y escribe poesía, Mercedes Calvo apunta que, más que seres
pensantes, lo que la lírica forma son personas sensibles; ella
desencadena la sensibilidad a flor de piel. Con su libro, la
escritora hace un homenaje a todos los niños que, bajo su
cuidado e instrucción, se regocijaron de las dulces y alegres
imágenes de la poesía: Anaclara somos todos, soy yo, eres tú,
somos lo que mantenemos todavía la capacidad de asombro. Es
simplemente el nombre de una niña a la cual quiero, y un nombre
sonoro, musical; me importa mucho esa parte, la sonoridad en la
poesía.
Para concluir, Mercedes Calvo afirma que la mirada de Anaclara
es la mirada infantil que ojalá y no perdamos nunca. “
LOS ESPEJOS DE ANACLARA: “EL ESPEJO HA DE LLAMARSE
POESÍA”
“Los espejos de Anaclara”, ilustrado por Fernando Vilela de una
manera luminosa y llena de magia, nos cuenta, de alguna manera,
un viaje especial, el viaje que una niña, Anaclara, ha hecho por
el otro lado del espejo, por el reflejo de ese otro mundo que,
como el de Alicia, está lleno de magia y de sueños. Por eso, en
el libro, a menudo algunos versos se leen gracias a su reflejo
como si, de verdad, los viésemos a través de un espejo. Anaclara
es pequeña y se asombra de todo lo que ve, no entiende demasiado
bien las convenciones adultas y quiere crecer, pero sin dejar de
amar la poesía ni la belleza de las palabras.
Mercedes Calvo, a propósito del nombre de la niña, comenta:
“Además de ser el nombre de una niña que quiero, es un nombre
musical, sonoro, límpido. Anaclara somos todos los que hemos
dejado abierta la puerta de la infancia y seguimos
maravillándonos y preguntándonos cosas”. “Los espejos de
Anaclara” es un libro construido de una manera singular que nos
permite entrar en el mundo de la infancia, colarnos por una
puerta pequeña y ver cuánta verdad, cuánta belleza hay en ese
universo que muchos, por desgracia, han dejado atrás. Bien
cierto es, como dijera el poeta, que la patria del hombre es la
infancia. Mercedes no renuncia a su infancia y nos la muestra
olorosa y recién estrenada. Los versos de “Los espejos de
Anaclara” rezuman musicalidad y sonoridad, cualidades muy
estimadas por la autora. Son transparentes como la tierra
después de la lluvia porque se nutren de los sueños infantiles,
de las percepciones de los más pequeños que están cargadas de
verdad y de certeza.
Si empezamos a leer los versos del libro, vemos que al inicio,
Anaclara ya se formula las grandes preguntas que se han hecho
todos los filósofos del mundo, en clave de cuento infantil,
concretamente de Blancanieves, pero la niña no quiere saberse la
más bella, sino cual es su camino, cómo ha sido, cómo es y cómo
será. A la pregunta de quién soy, el propio Sócrates contestaría
aquello tan famoso de Nosce te ipsum (Conócete a ti mismo):
“Espejo, espejito
yo no quiero saber quién es más bella
Sólo dime tres cosas
espejito:
quién soy
quién fui
quién seré.”
Anaclara, como si fuera una Alicia, anda buscando tras los
espejos y tiene una certeza, se sabe oculta en su propio cuerpo,
es más, si mira hacia dentro, es capaz de vislumbrar un camino
que la lleva nadie sabe dónde. La autora introduce unas imágenes
dalinianas impactantes:
“Me encierro en mi cuarto
busco en el espejo
sé que estoy oculta
dentro de mi cuerpo.
Miro por la puerta
de mi ojo izquierdo
y veo un camino
que lleva muy lejos.
-Duerme en los relojes
prisionero el tiempo.
Desfleca la noche
los dedos del viento.”
Su madre no sabe nada, más la niña aguarda sus besos:
“Cuando en la mañana
ría el limonero
me traerá mi madre
su cesta de besos.
Yo no diré nada.
Guardaré el secreto.
¡No sabrá que anduve
dentro del espejo!”
El juego de preguntas sin respuestas, distintos elementos
preguntas y las respuestas son relativamente fáciles, aunque al
final Anaclara no sabe qué responde puesto que la pregunta está
llena de trascendencia:
“Me preguntó mi nombre
la lluvia clara
yo le dije paloma
de la mañana.
Me preguntó mi casa
dónde quedaba
yo le dije en el viento
entre las ramas.
Me preguntó mi vuelo
quién lo guiaba
yo le dije los pinos
de la montaña.
Me preguntó quién era
la voz de mi alma.
No supe contestarle.
Quedé callada.”
Sigue Anaclara desgranando esta especial manera de ver las cosas
y nos introduce ya de lleno en uno de los motivos del libro, el
espejo:
“ Desde el cielo
algo escribe
otros nombres a las cosas
algo vive
convertido en mariposa.
¡Alegría!
El espejo
ha de llamarse Poesía.”
Y continúa con las preguntas en torno al mundo real y al mundo
de los sueños, ¿cuál es el verdadero?, ¿cómo entramos? A base de
dicotomías, Mercedes Calvo va tejiendo ese especial universo de
Anaclara:
“ Une dos mundos
la savia antigua
¿cuál es la entrada?
¿cuál la salida?
¿Es realidad
o fantasía?
Agita el sueño
de la semilla
espiralada
luz escondida.
¿Será verdad?
¿Será mentira?
Hay un mensaje
hay un secreto.
Eso que viaja
¿es la poesía?”
¿Cuándo se rompe un espejo llega la desgracia? Anaclara no lo
puede creer porque gracias al espejo roto, tiene más pedacitos
de mundo, es como si nos ofreciera distintas visiones de la
verdad, la verdad no es una, es múltiple, como esos fragmentitos
del espejo que Anaclara guarda en su bolsillo:
“¿Siete años de desgracia
porque rompí el espejo?
¡Si ahora tengo
multiplicado el sol
por todo el patio
pedacitos de mundo
en el bolsillo
y un reguero de estrellas
en mi cuarto!”
En todas partes, Anaclara encuentra motivos de complicidad y en
todas partes ve señales de la poesía:
“En el brocal del pozo
yo me incliné
y una palabra al fondo
dejé caer.
El espejo del agua
que se quebró
me robó la palabra
se la llevó.
Por un camino oscuro
se fue mi voz
yo me quedé pensando
¿se me perdió?
Pero el eco del agua
me contestó:
siempre la poesía
se hace de a dos.”
El libro es una continua reflexión en torno a la poesía, a ese
mágico encuentro gozoso entre las palabras enhebradas que
Anaclara describe tan bien cuando dice:
“Si entre tres espejos pongo
piedritas de colores
me dará el caleidoscopio
al girar
todas las flores.
Si en vez de piedras
pongo palabras
aquellas que yo tengo
cerca del alma
las que son de todos
las que son mías
¿veré abrirse la flor
de la poesía?”
Al fin, espejo y poesía unidos, uno es el reflejo de la otra, el
espejo le permite ver el reflejo de la otra realidad y es ésa
otra realidad, que solo captan algunos seres sensibles, el
objeto de la poesía:
“¿Quién es la que el viento nombra?
Una sombra
¿Y el que atrapa mi reflejo?
El espejo
¿Quién me viste de alegría?
La poesía.
Con ellos por compañía
mi alma estará siempre en vuelo
pues siente fuerte el anhelo
de sombra espejo y poesía.”
Anaclara es un alma hermosa que no quiere abandonar sus sueños,
su mundo infantil y que cree que, aunque crezca, no tiene por
qué prescindir de todo su bagaje de niña. Quiere ser libre y se
lo pide a la luna:
“Sólo le quiero pedir
al verla reina en el cielo
que no limite mi vuelo
mis ansias de libertad.
Quiero crecer de verdad
Eso es todo lo que anhelo.
Y aunque es grande su hermosura
y deslumbra con su luz
no quiero ahogarme en la cruz
de sus brazos de ternura
Yo prefiero la locura
de mis sueños de papel
para perseguir aquel
verso que me entibie el alma
y me devuelva la calma
confundiéndome con él.”
Anaclara no acaba de entender las consignas del mundo adulto y
ve las contradicciones del mismo, aunque no las critica, solo
las rumia, les da la vuelta y sigue perpleja al ver que no las
entiende. Mercedes Calvo organiza sus poemas casi en caligramas
cuando quiere transmitir una idea que para la niña es difícil de
explicar. Veamos este hermoso poema que es como un reloj de
arena y que habla, precisamente, del paso del tiempo:
“Tengo un problema con los relojes
que aún no he podido solucionar.
Dice mi madre que el tiempo es oro
siempre se escapa, vuela y se va
Si hoy yo no atrapo ese tesoro
ya no se puede recuperar.
Vuelan los meses
vuela la vida
y mi reloj
tic - tac
tictac
Tic - tac
proclaman
serias agujas
el tiempo vuela
¡a trabajar! Pero sé yo
que otra voz habla en el reloj
Me habla de un tiempo para soñar
que no se pierde pues siempre está
y aunque lo use y lo vuelva a usar”
Sigue sin entender Anaclara esa manía de los mayores de poner
nombre a todo, de confundir las cosas. A ella le parece mágica
la naturaleza, tan mágica como sus sueños y no entiende que:
“Los tomates rojos
la casa, la fuente
la rama del sauce
el búho, la serpiente
¿A esta fantasía
llaman realidad?
¿Y el viento que habla?
¿Los duendes? ¿Las hadas?
¿El príncipe sapo?
¿Mi espejo y su cara?
¿Dónde los ponemos?
¿Van aquí o allá?
¡Qué manía absurda
de clasificar!”
Anaclara es una niña observadora, que gusta de la lluvia, del
viento, que interpreta los mensajes que le cuentan al oído, que
sueña despierta y que trata de reinterpretar los cuentos
clásicos:
“Vino un sapo al jardín
bajo la lluvia
vino de no sé dónde
sin paraguas
su piel fría
moteada
su aguda lengua fina
sus ojazos absurdos
su racimo de huevos.
Vino un sapo al jardín
y cantó largamente
y yo esperé que fuera príncipe
que me llevara
a un palacio de luz
que me dijera…
que me amara…
que me quisiera…
Pero el sapo saltó
desde mis ojos
y se perdió en la lluvia”
Así, el hada se convierte en presencia cotidiana:
“El hada que vive en la azotea
vuela entre la ropa
tendida al sol de mayo.
Con alas de gorrión revolotea
madurando manzanas
y naranjos.
Al abrigo del viento
sobre el techo
comparte los pretiles con mi gato
y cuando llueve duermen
junto al fuego
un ovillo los dos
acurrucados.
No se aleja de aquí
porque conoce
los nombres de los perros
las costumbres del barrio
y yo sé que estará
si la preciso
sólo con invocar su nombre mágico.”
La poesía de Mercedes Calvo es, como se ha dicho, sonora,
rotunda, crece y se adelgaza al compás de las palabras, juega
con las letras, las acaricia, las mima, las convierte en
objetos, las hace casi jeroglíficos y, en suma, nos muestra lo
pasmoso de la realidad que guarda mayor fantasía de la que a
veces somos capaces de ver; pero Anaclara sí lo sabe, sí conoce
el secreto:
“Galopa un caballo
se estira, se e s t i i i i r a
ahora es un tren
ahora una gallina
ahora una bruja
que está panza arriba.
Galopa un caballo
se hincha se hincha
se ennegrece el tren
truena la gallina.
Con un fogonazo
todo se ilumina
e inundan mi patio
caballo y gallina
un tren y una bruja
que cae panza arriba.”
Sabe bien la niña que sueña, al otro lado del espejo, que cada
fragmento de ese espejo le da una muestra de algo que no es,
pero que parece ser y que, al fin, la devuelve a su vida
cotidiana:
“Voy por la orilla de un sueño
un paso aquí
y el otro allá.
Viajo en la rueda del tiempo
que ya pasó
que volverá.
Vuelo en el aire impreciso
hacia la luz
hacia la mar.
Retorno abriendo ventanas
para que entre
la realidad.”
Tras ese viaje especial de Anaclara, al fin,
“Suena la campana
salgo de la escuela
extiendo las alas
a la primavera.
Vuelta mariposa
vuela que te vuela
visito las flores
de la tarde quieta.
Voy a los jardines
voy a las glorietas
vuelo a los malvones
y a las madreselvas.
Recorro volando
toda la alameda
y regreso a casa
para la merienda.”
Seguimos con el juego de preguntas y los especiales reflejos de
las respuestas, en forma de dibujos:
“Si la derecha es la izquierda
La risa de aquí
¿es llanto de allá?
Detrás de estos ojos
¿hay otros ojos?
Mi corazón
¿es tu corazón?
Este gesto de hoy
¿se grabará en el tiempo?”
Y es que, como pura pequeña filósofa que es, como dijimos al
principio se da cuenta de que:
“En la casa
de la plaza
la terraza.
Todo fluye
vuela
pasa!
Tras su traje transparente
¡tan real!
lo aparente me hace un guiño
de cristal.”
Antes de acabar, la propia poeta hace una advertencia:
“Observa y no lo olvides.
Son tus ojos.
Anota lo que ves.
Escríbelo en el viento”
Y, por fin, Anaclara termina ese hermoso viaje gracias a los
espejos:
“Este viaje termina
en el sitio del viento.
Este espejo se rompe
en la orilla del mar
Una luz pequeñita
va a encenderse
Una página nueva
va a empezar.
Refrenando el vuelo
yo pregunto:”
Con estos versos se cierra el libro y pensamos que más que un
final es una puerta abierta, otra puerta abierta que aparece
tras los dos puntos de Anaclara. En la curiosidad infantil, en
los porqués de los niños hay mucha más sabiduría de la que a
veces los presurosos, sabios y serios adultos sabemos ver.
“Los espejos de Anaclara”, pues es un libro de poesía diáfana,
llena de música cuyos versos forman parte de una historia
entera, aunque, sin duda, no pierden ni un ápice de belleza si
se leen por separado.
Mercedes Calvo, juntoal tema de la infancia recuperada, nos
habla de la naturaleza, de las plantas, del viento, de la
lluvia, del sonido de la campana, del especial latido de las
cosas pequeñas, cotidianas que la siguen emocionando porque son
tan fantásticas como la propia fantasía. Rimas asonantes y
consonantes, repartidas con acierto; versos breves, apenas
esbozados, al al lado de otros más extensos, aunque es el verso
en arte menor el que domina; metáforas, comparaciones y una
especial recreación de qué es poesía forman parte del secreto de
Anaclara.
Mercedes Calvo, cuando nos habla de su libro, comenta que: ”…el
lector y el libro deben dialogar a solas. ¡Quién sabe cuántas
cosas hay en Anaclara que yo desconozco y que otra mirada sabrá
encontrar! Lo mágico de un libro es que vuelve a escribirse cada
vez que alguien lo lee.“Siempre, la poesía, se hace de a dos.”
HACIA EL FUTURO: “UNA PÁGINA NUEVA VA A EMPEZAR”
“Los espejos de Anaclara” no puede, de ninguna manera, quedarse
como obra única y ya, nos cuenta Merces Calvo que : “Por
supuesto que este premio me estimuló a escribir, ha sido como
descorchar una botella y han salido poemas a raudales; hay
tantos proyectos que no creo que las editoriales puedan
contenerlos todos. Pero en todo lo que he escrito este año
descubro, asombrada, que más allá del género al cual me dedique,
siempre estoy escribiendo lo mismo. Indudablemente uno no elige
los temas, sino que éstos lo eligen a uno. He aprendido más de
mi misma escribiendo que lo que podría haber aprendido en muchas
sesiones con un psicólogo. Es más apasionante y más barato…
Algunos poemas míos han sido musicalizados; me gusta también
esta forma de que otros se apoderen de mi palabra y la echen a
volar vestida con nuevos trajes. Por otra parte continúo
trabajando en talleres de escritura de poemas con niños. No
quiero perder el contacto con ellos porque es para mí muy
enriquecedor.”
Aguardamos con expectación los nuevos poemarios de Mercedes
Calvo. De poesía, sin etiquetas, de buena poesía.

PARA SABER MÁS
-Calvo, Mercedes: “Los espejos de Anaclara”, FCE, 2008.
Ilustrado por Fernando Vilela.
http://pedrovillar.blogspot.com/2008/11/entrevista-mercedes-calvo-premio.html
http://darabuc.wordpress.com/2008/11/03/dos-poemas-de-los-espejos-de-anaclara/
http://www.fondodeculturaeconomica.com/prensaDetalle.asp?art=20544&page=not
(entrevista de Abraham Díaz)
http://mariagarciaesperon.blogspot.com
http://vozymirada.blogspot.com/2009/11/la-poesia-gauchesca-anda-por-las-calles.html
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