LA VOZ DE UN HOMBRE REBELDE
“Me rebelo, luego existo.”
Albert Camus

Simone de Beauvoir en sus Memorias recuerda la persona de Camus
de esta manera: “Era sencillo y alegre. Su buen humor no
desdeñaba las bromas inocentes: así llamaba Descartes al
camarero del Café Flora, que se llamaba Pascal, pero él se lo
podía permitir, pues el encanto personal, que eran resultado de
una afortunada dosis de vagancia y de aplicación, le preservaba
de la vulgaridad”.
Camus es uno de los escritores europeos modernos que ha gozado
en el mundo de mayor influencia y difusión. Como escritor
comprometido participó activamente en la Resistencia y fue uno
de los fundadores del periódico clandestino Combat, del que fue
director y editorialista. Es característica de su pensamiento la
afirmación del absurdo constitutivo de la vida y de la
naturaleza del ser humano, simbolizado en el mito de Sísifo (El
mito de Sísifo, 1942), eternamente condenado a la tarea de
empujar hasta la cima del mismo monte la piedra que retrocede
una y otra vez. Esta concepción del mundo le emparienta con el
existencialismo de Jean-Paul Sartre y su definición del hombre
como pasión inútil. Dicho pensador, sin embargo, mantuvo una
áspera polémica en contra de Camus, principalmente motivada por
su distinta posición ante los problemas políticos. También
existen profundas divergencias con Sartre en el campo de su
filosofía moral o ética, pues Camus no deduce como Sartre, de la
absurdidad del hombre una posición escéptica o angustiosa. Para
Camus, ateo como Sartre, hay un ideal que salvaguarda los más
altos principios morales y que se hace sentir con tanta mayor
evidencia cuanto más absurdo es el mundo.
Albert Camus nació en Mondovi, Argelia, el 7 de noviembre de
1913. Hijo de un modesto agricultor, Lucien Camus. Su madre,
Catalina Sintes, era menorquina, y según la descripción que de
ella hace Albert Camus, se rompía los huesos fregando los suelos
de las casas de familias ricas. “Yo no he aprendido el marxismo
en los libros –escribiría más tarde Camus-, lo he aprendido en
el dolor y en la miseria”. El escritor francés pasó su infancia
y gran parte de su juventud en Argelia, estudió Filosofía en la
Universidad de Argel, no pudiendo, por razones de salud,
concluir sus estudios. Se dedicó entonces al periodismo después
de un corto periodo de participación en un grupo teatral. Funda
en Argel el Teatro del Trabajo. Abandona el Partido Comunista
del que era afiliado. En 1940 fijó su residencia en París y
trabaja como secretario de redacción en el diario Paris-Soir. En
1948 se introduce en el movimiento libertario y Camus pasa a
escribir en publicaciones anarquistas. Su pareja sentimental fue
María Casares, hija de Santiago Casares Quiroga, Ministro y Jefe
de Gobierno de la Segunda República Española. En 1957 obtuvo el
Premio Nobel de Literatura. Albert Camus muere en un accidente
de automóvil cerca de Le Petit-Villeblin, el 4 de enero de 1960.
Pocos días antes, había escrito: “No conozco nada más idiota que
morir en un accidente de automóvil”.
Las etapas de su carrera literaria van desde el absurdo (cuya
mejor representación es su novela El extranjero, 1942, y su obra
de teatro Calígula, 1944) al humanismo (en su novela La peste,
1947) y a la rebeldía total (en El hombre rebelde, 1951). Sus
dos famosas novelas El extranjero y La peste están situadas en
Argel. En ellas nos muestra lo absurdo de la existencia humana
que ya había definido en su ensayo El mito de Sísifo. Pero este
absurdo de la vida sin sentido no le lleva al suicidio o a la
búsqueda del más allá. En El extranjero lo contempla indiferente
y pasivamente; en cambio, el doctor Rieux de La peste se rebela
ante el sufrimiento del hombre y busca la salida para mitigar
dicho sufrimiento. En El hombre rebelde medita sobre esta
rebeldía ante la conciencia de lo absurdo y de la nada, es
decir, ante el aniquilamiento de los valores humanos.
Entre las numerosas obras de Albert Camus también citaremos los
ensayos: El derecho y el revés (1937), Bodas (1938) y Cartas a
un amigo alemán (1945); novelas y relatos: La caída (1956) y El
destierro y el reino (1957); obras teatrales El malentendido
(1944), El estado de sitio (1948) y Los justos (1949); y
adaptaciones: Réquien por una mujer, de Faulkner (1957), y Los
endemoniados de Dostoivski (1959). Tradujo al francés La
devoción de la cruz, de Calderón y El caballero de Olmedo, de
Lope de Vega. En 1953 se publicaron con el título de Carnets,
sus notas de diario, escritas de 1935 a 1942, y en 1994 la
novela en que trabajaba cuando murió, El primer hombre.
Albert Camus en su discurso, al serle entregado el Premio Nobel
de Literatura, nos dejó dicho que el escritor “por definición,
no puede ponerse al servicio de quienes hacen la historia, sino
al servicio de quienes la sufren”.
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