421. No todas las bocas están hechas para ser anfitrionas de la
risa ni todas las miradas albergues de la inocencia.
422. La razón, con su grandiosa maquinaria de persuasiva lógica,
no logra vencer al afecto por pequeño que sea, como es inútil
enamorar de las grandes ciudades al que ha echado raíces en su
villorrio.
423. También el pensamiento tiene su túnel: la incertidumbre con
su interminable oscuridad de dudas.
424. Todos anhelan un chalé para huir de los demás y la ciudad
ruidosa, pero hay quienes se aíslan en un rincón de su
conciencia, y hasta consiguen despistarse de sí mismo y
asustarse de tanto silencio.
425. El orgullo monta su pedestal de altivez sobre un penacho de
plumas o encima de la hojarasca de un pantano.
426. Vamos tanteando puertos donde atracar buscando amor y
solamente encontramos muelles donde hay indigentes que nos piden
el mismo amor que buscábamos para nosotros.
427. El pesimismo se mete en un pozo. El optimismo se sube a una
torre. Ni uno ni otro dan ejemplo de sensatez a los humanos.
428. El necio debería aprender de la discreción del avaro y
ocultar su necedad como éste disimula su riqueza.
429. Todos vivimos como burlando la muerte en cada esquina de
una enfermedad, en cada socavón de un infortunio y bajo cada
espada de Damocles de amenazas diarias. Todos menos quien ha
perdido a sus seres queridos y no burla a la muerte, sino que la
llama, pero ahora es ella la que se burla de él y se esconde
tras la bruma de su desesperación.
430. Si se compara, es menos meritorio disfrutar de una batalla
ganada fácilmente que sufrir la vergüenza mortal de otra batalla
perdida.
431. El viajero más puntual llega un día tarde a la estación de
donde acaba de partir una irrepetible oportunidad.
432. El heroísmo, satisfecho, se cansa; la nobleza, confiada, se
duerme; solamente la maldad permanece insomne a sorbos de
ambición o venganza.
433. La torpeza confía en que puede rectificar, la impotencia
espera de sí misma un arranque, pero la fatalidad se cruza de
brazos. ¿Resignación o inteligencia?
434. A veces, la ostentosa sonrisa es la reja diplomática tras
la que están ocultas la crueldad, la malicia y la ironía.
435. El amor al dinero obliga a la hipocresía del odio al
dinero.
436. La sinceridad cínica es el niño terrible de la familia de
las verdades discretas.
437. Demasiada luz nos deslumbra en el camino; poca luz no nos
ayuda a andar por él.
438. El poeta se afana en publicar para que lo lean sus
contemporáneos, que apenas lo leen o lo leen mal, cuando es lo
cierto que son los lectores aún no nacidos quienes lo leerán
debidamente, aunque ya no puedan darle sus opiniones ni él
tampoco a ellos las gracias.
439. Los ruegos al destino para evitar lo malo son tan inútiles
como si un barco encendiera en altamar durante la tormenta una
hoguera para pedir auxilio a otros.
440. Hay una fuerza interior y desconocida que nos ayuda en
momentos difíciles como la limosna inesperada que desde una mano
anónima cae en la gorra de un mendigo desesperado.
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