Punto de partida:
-la poesía del compromiso
-la poesía popular
-la poesía lírica culta que sigue la tradición con deseos de
liberarse del pasado, aunque no lo consiga del todo, quedándose
en una fase de renovación, pero con la inquietud de buscar la
llamada “extrañeza”, en el decir de los formalistas rusos.
Pues,
como dice Montale, “una obra de arte que se pueda explicar,
traducir en términos de lenguaje, pertenece aún al viejo mundo,
que se hacía la ilusión de explicar, de justificar, de
comprender: es una obra que no se mueve, que nace vieja”. (Véase En nuestro tiempo.)
Se exhorta a la poesía redicha a que se atreva a hacer un
remozamiento de sensaciones, y a la poesía con abuso de la
imagen visionaria, a que no dé dar palos de ciego en las
imágenes. La poesía que no añade novedad a sus combinaciones
morfo-sintáctico-semánticas y se resigna a contar sus
experiencias íntimas o externas por los siglos de los siglos,
debería cambiar de vestido para la fiesta del verso.
La poesía que se defiende aquí como del futuro es la metapoesía
o la literaturidad de Jakobson, unida a la desautomatización de
Sklovski y la visión crítica de Montale. ¿Estamos obligados a
buscar la originalidad para que no tengamos que decir como Óscar
Wilde: “Los poetas son ladrones unos de otros”?
Pero, como la poesía es hija de la imaginación y ésta es libre,
crea desde sus mejores deseos en la blancura del papel; por
tanto, como se ha dicho en otros artículos, cada uno que escriba
la poesía que le satisfaga; que vaya, en suma, “al aire de su
vuelo”.
Pero quienes anhelen ser buscadores, que sigan explorando la
selva del lenguaje buscando el árbol de la manzana de la ciencia
poética, o se embarque como un Jasón literario en busca del
vellocino de la genialidad.
Ver Curriculum
