441. Las palabras son alas de la libertad; ten cuidado para que
no te arrepientas de su vuelo.
442. La vida es una guerra perdida en la que todos somos
vencidos a largo plazo y en la que hay un solo vencedor, y
provisional: nuestra resistencia a sacar el pañuelo.
443. No hay más fuerte amor que el que con el dolor se resiste,
como el junco doblado se yergue silbando cuando ha pasado el
vendaval.
444. Escépticos, desconfiamos de la providencia para con
nosotros mismos, pero sí la afirmamos irracionalmente para que
proteja a los que amamos más que a nosotros mismos.
445. Solamente quien ha pisado el mismo filo de la última
desesperación y sigue vivo todavía, tiene licencia ya para
reírse de todas las zancadillas del destino y asistir a todas
las tragedias sin conmocionarse.
446. La pequeñez del ser humano es proporcionalmente inferior a
su anhelo de felicidad, pero su anhelo de felicidad es
proporcionalmente mayor a lo que él entiende por felicidad.
447. En el barco de la vida el cómitre del dinero marca el ritmo
al remo del galeote de la supervivencia.
448. El optimismo no es una brújula fiable para navegar por la
vida, pero ilusiona y anima a los navegantes.
449. Ni siquiera los más inteligentes están fuera de las redes
del azar, pero ellos cuidan de no enredarse en sus mallas.
450. Un rato de alegría en la vida es un paréntesis colorista en
un grueso libro lleno de fárragos grises.
451. Te quejas de que el resplandor de la vida ha maltratado a
tus ojos y ha malherido tu mirada... Entonces, ¿cómo quieres que
la verdad, que es toda luz, te salga al paso?
452. El sexo: un orador irresistible. Satisfacción: el orador se
ha ido.
453. El aforismo, ayudándose de la bordadora llamada metáfora,
convierte un simple tejido en un pañuelo con hilazas de oro.
454. El pesar es un cilicio de penitencia que nos clava de por
vida en el alma un error cometido.
455. El olvido no es el peor enemigo de las memoria sino el
recuerdo doloroso que no podemos olvidar.
456. La humildad es una virtud artera, pero eficiente. Vive
desnuda de ambiciones, pero tranquila, mientras las grandes
aspiraciones han de llamar, a veces, a su puerta pidiendo
albergue cuando fracasan.
457. En el jolgorio de una fiesta hay risas de variada índole,
desde el goce verdadero, pasando por lo convencional y llegando
a lo fingido, como un escaparate de joyería en el que no se
distingue, por fuera, el brillo de las joyas verdaderas del de
las artificiales.
458. Los poetas mediocres vigilan celosos sus méritos como los
pequeños aparceros las lindes de sus sembrados.
459. El dolor tensa con rabia las cuerdas del arco del alma, a
menudo aflojadas por la lasitud de la felicidad.
460. No hay mejor guerrero que el que evita la batalla.
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