• Alfonso Estudillo

    La Voz de Arena y Cal

    Prolegómenos de una Nueva Era

    por Alfonso Estudillo


La reforma de la Ley sanitaria conseguida por Barack Obama en EE.UU. -país capitalista por excelencia-, aunque para muchos pase desapercibido, o como un titular más con visos electoralistas, es un logro social de tal magnitud que, por la extraordinaria importancia de los derechos que otorga a las clases menos favorecidas, rescatándolos de una inadmisible opresión de corte feudalista, podría compararse con la abolición de la esclavitud, hecho social sin precedentes que comenzara a gestarse en Francia durante la Revolución Francesa (1789) y en el Reino Unido (entre 1807 y 1834) para ser acabada definitivamente por la Sociedad de Naciones (antecesora de la ONU) con su firma en 1926.

Ahí es nada. Nada menos que conseguir que 32 millones de estadounidenses de escasas rentas o menos favorecidos tengan asistencia sanitaria en los programas de salud estatales y dejen de ser un filón para las aseguradoras privadas, o lo que es lo mismo, para el capital, para el poderoso caballero dueño y señor de todo lo habido y por haber, opresor de todo lo que se mueva desde sus suelas para abajo, abusador sin límites ni escrúpulos y cáncer ancestral e inamovible desde el principio de los tiempos de la Humanidad.

Si tenemos en cuenta que la sanidad en EE.UU. es carísima, que cualquier acto sanitario cuesta varias veces lo que costaría en la mayoría de los países desarrollados, cualquier patología simple que requiera de asistencia médica podía significar para cualquier persona un inasumible desbarajuste en su presupuesto (la letra pequeña de los seguros médicos se guarda para sí los cuatro ases de la baraja ...y el comodín). No digamos si la enfermedad es de mayor envergadura y requiere hospitalización, cirugía y otros servicios complementarios, porque entonces el pobre contribuyente no tendría más remedio que endeudarse hasta los ojos o, caso de la mayoría, vender su casa, coche y toda propiedad producto de sus ahorros durante toda su vida de trabajo.

Esta ausencia de protección sanitaria ha sido hasta ahora un inmenso chollo para las diversas compañías de seguros médicos y sus propietarios, Banca, Financieras y entidades o personas con gran capacidad de inversión. Que Barack Obama haya conseguido la proeza de quitarles el chollo, un imposible por el que han luchado varios presidentes estadounidenses durante más de un siglo, nos demuestra en este hombre, además de una filosofía poco corriente en estos tiempos, su poderoso espíritu de luchador contra la opresión de los menos favorecidos, su clara visión de futuro sobre la necesidad de un mejor y más equitativo reparto de los bienes, su convencimiento de la necesidad de establecer una mejor justicia en la sociedad y que se reconozcan los derechos y la dignidad de las personas.

Y no sólo eso. Su acción nos demuestra con hechos comprobables aquellas palabras que dijo el pasado mes de enero y que -a mí como a todos- me movió a la incredulidad más absoluta por cuanto suponía una clara y nunca conocida rebelión contra el poderoso dios Dinero. Lo escribí en mi artículo de febrero, con el título "Obama, Hijo de la Aurora", pero, como palabras tan extrañas jamás fueron escuchadas en boca de un Jefe de Gobierno, Presidente o dignatario con capacidad de hacer y deshacer, no me privo de recrearme en ellas y reproducirlas de nuevo. Así dijo:

"No voy a consentir más que los ciudadanos sean rehenes de los Bancos. No consentiré más que sean los ciudadanos quienes paguen sus errores. No consentiré más que sus ambiciones destrocen la vida de mi país y la de mis conciudadanos. Exigiré que paguen el dinero recibido hasta el último dólar. No habrá más manga ancha y no les dejaré crecer más allá de lo que alcance mi mano... Y si quieren guerra, la tendrán, aquí estaré, aquí me encontrarán..."

Una rebelión en toda regla que ya comparaba en dicho artículo con el único evento -verdad o ficción- comparable en toda la historia de la Humanidad -si bien, mirando su rebelión como la de un adalid salvador- "...el presidente Obama rebelado contra su dios, convertido en un Luzbel redivivo, en el Portador de la Luz para los hombres, en el Lucero de la Mañana para las conciencias de los humanos, en el Hijo de la Aurora para las esperanzas perdidas..."

Por edad y experiencias -como a muchos de ustedes- me resulta terriblemente complicado creer que esta historia sea verdad y que esté ocurriendo ahí a dos pasos, al otro lado del charco, justo ahora, en los postreros días de la primera década del primer siglo del tercer milenio. Difícil de creer porque, de ser cierta -y aunque lo conseguido pertenecería a la segunda generación de los Derechos Humanos-, quizás estaríamos asistiendo a los comienzos de una nueva era de derechos, a una cuarta generación que engloba y perfecciona las anteriores, a un tiempo en que la verdadera igualdad social, concebida desde la libertad y construida en la fraternidad, comienza su despegue para dejar de ser una utopía, un sueño irrealizable y una eterna aspiración de los humanos, para convertirse en una realidad tangible.

Sin duda, la cosa requerirá de mucho tiempo, muchos años, siglos quizás, pero es muy posible que estos hechos y estas personas se repitan, que al actual presidente estadounidense, el siempre esperado Hijo de la Aurora, le sigan otros hombres, blancos o negros, cuarterones o mestizos, hombres sin color ni raza, sin ascendientes de linaje ni recuerdos de abolengos, personas nacidas pegadas a la tierra, llevando en la sangre recuerdos de esclavitud y opresión, que usarán el poder otorgado por los humanos para dignificar normas y leyes y crear la Nueva Humanidad.

Si todo esto es verdad, si lo que está ocurriendo es cierto, si Barack Obama continúa vivo y llevando a la práctica sus afirmaciones y su filosofía, aunque sólo sea en sus prolegómenos, estamos asistiendo a ello.

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