En la Antología española contemporánea. Edición de Taurus
(1932-1934), de Gerardo Diego, consta la poética del escritor
gallego. Veamos.
-Para Valle-Inclán no hay diferencia esencial “entre verso y
prosa. Todo buen escritor, como todo verdadero poeta, sabrá
encontrar número, ritmo, cuantidad para su estilo. Por eso los
grandes poetas eliminan los vocablos vacíos, las apoyaturas, las
partículas inexpresivas, y se demoran en las nobles palabras,
llenas, plásticas y dilatadas”.
-En este primer poema del autor de este artículo, como de los
otros, aún se emplean esas apoyaturas a las que se refiere el
poeta gallego, pero, como observará el lector, el lenguaje
quiere desfigurarse para eludir lo que hay de convencional en el
lenguaje literario cuando está desgastado en su intención de
sorprender. Sigue el consejo del formalista ruso Sklovski, que
consideraba la desautomatización del lenguaje signo de
modernidad en la poesía; todo lo demás es pasado.
Advirtamos que antes de que El arte como artificio del estilista
ruso se conociera en Occidente, ya poetas como Vallejo (el de
Poemas humanos, sobre todo; García Lorca, Neruda y Miguel
Hernández “desfiguraron” el texto a favor del “extrañamiento”.
Por mi parte, expongo este poema en el que metáfora y sinestesia
juegan un papel primordial para conseguir la “extrañeza”.
Expongo tres poemas propios. Dos premiados y uno aparecido en
Homenaje a la Fiesta del Ultra, editado por el Ateneo de
Sevilla. Advierto que mi trabajo no es la realización de una
especie de aceptación de reto, sino de rendir un humilde
homenaje a un poeta admirado, cuya obra, Luces de bohemia, fue
lectura obligada de Literatura de COU y deleite en sus años de
docencia para quien esto suscribe.
LOA SUCESIVA AL PADRE
Miro el mapa en sequía de tu rostro,
el pergamino, esbozo de los años
que escribieron en él tantas fatigas,
los rasgos que tan sólo el tiempo entiende
y que yo rasco, seco palimpsesto,
para ver la escritura de los días
que imprimieron sus huellas laboriosas
y las noches con sorbos de vigilia,
plumón de sombras bajo el que guardaba
madre el calor de todos sus insomnios
puestos en cerco por las amenazas
de un jornal que perdía su respiro
antes de fin de mes. Leo en tus manos
huellas rotas de todos los esfuerzos,
un lenguaje de horas añadidas
a las que te amarraban a tu remo
de la galera que era tu jornada;
cicatrices se hicieron los caminos
que a tus pies escoltaban al trabajo,
las lluvias a tus pasos bendijeron,
los vientos que a tu piel acuchillaron,
los sudores vidriosos que clavaban
sus aristas de sal en tus agobios.
Pero el recuerdo hirviente de tu casa
te servía de leño a tanto frío,
los rostros balbucientes de ternura
que en las camas dejabas, todavía
la casa feudo de las densas sombras,
te prestaban migajas de optimismo,
te daban alimento tempranero,
palanca con sonrisa por empuje,
rampa para aceptar los desafíos,
muro para escalar una esperanza.
Aún me llegan olores rezagados,
perfiles de momentos detenidos,
pedacitos de aquellos resplandores
de los actos amables que trenzaban
los hilos de un tapiz inolvidable,
tus besos resbalando por las frentes
al filo de tus labios polvorientos
cuando ya desandabas la partida
y traías la miel de tu regreso
otra vez encendiéndole las brasas
de la tranquilidad a nuestra madre,
puntal los dos de aquel cielo por techo
con vigas de costumbres amorosas
artesonando sueños y cuidados
con color de tareas de colegio,
con sabor a merienda distraída,
con el cansancio vesperal de madre
y tu lento tejer de comentarios
como rito del prólogo a la cena,
alcahuete el olor de la cocina,
aquel mantel que nos agavillaba
en una repetida ceremonia.
Hoy, que toco la gloria de tus canas
y resalto tu épica en silencio,
hago un alto en la hiel de la experiencia
y te la condecoro con mi gozo
de ser para mis hijos acueducto
del agua que me llega de tu ejemplo.
(II)
En este segundo poema se ha prescindido aún más de las
apoyaturas y quedan solamente las necesarias para unir los
vocablos “llenos”. Se sigue empleando la metáfora y la
sinestesia, pero se añade la esticomitia para que un verso sea
independiente del otro. O sea, se ha eliminado el
encabalgamiento. Los versos en cada estrofa formen un todo de
significado dentro de un significado más amplio en la totalidad.
TRASTIENDA DE LA HISTORIA
Zaguán frío y espléndido del alba,
tropas de claridad adolescente,
río de los fulgores desatados,
vidriera con pináculo de sol:
Mañana, tramo juvenil del día.
Lengua de asfalto, hambre de distancia,
boas con serpenteo de cemento,
valle de casas con través de esquinas,
sendero para saurios de metal:
Carretera, lugar común de gentes.
Noria de una manida servidumbre,
paréntesis de horas entregadas,
cacería trivial del alimento,
galera en cotidiana singladura:
Trabajo, remo de supervivencia.
Melliza sombra de mi propia sombra,
albergue acogedor de mis andanzas,
asa hermana del cesto que es la vida,
vientre del magma maternal del hijo:
Mujer, llave de la naturaleza.
Alforja de experiencias escondidas,
aldabón de preguntas en el pecho,
corona de problemas en las sienes,
muro al que asedia sin fragor la muerte:
Hombre, miseria y oro de la tierra.
(III)
En este poema se han suprimido las apoyaturas y en él prima la
metáfora compuesta de nombre + complemento -o, en otros casos,
la apoyatura es mínima e indispensable-. Tenemos un sintagma
nominal más otro preposicional, que equivaldría a un adjetivo.
Por ejemplo: Candiles de la noche = candiles nocturnos.
Todas las metáforas de los grupos de versos tendrían la misma
estructura. Las partículas inexpresivas, al decir de
Valle-Inclán, no existen, si trasladamos el sintagma nominal y
el sintagma preposicional a la segunda versión: sintagma nominal
+ adyacente (adjetivo), aparte de los que van seguidos de
adjetivo: Bitácoras visuales.
PLURINOMBRES
Candiles de la noche,
botonadura el cielo,
telarañas de brillo,
miriápodos de luces...
Son las estrellas.
Grieta abierta en la noche,
brecha ancha de luz,
invasión de fulgores,
carruaje del sol...
Es el día.
Timoneles del cuerpo,
bitácoras visuales,
ventanas del espía,
adarves vigilantes...
Son los ojos.
Cofre de los secretos,
campana de emociones,
aldabón de la vida,
tic-tac de la sangre...
Es el corazón.
Rayo del pensamiento,
huésped del papel,
daga verbal que eclipsa
la espada del tirano...
Es el verso.
Pretil de la palabra,
ballesta de la voz,
carcaj de pensamientos,
atril de los discursos...
Es la boca.
Arador de las olas,
paquidermo del agua,
cabellera de lona,
arboleda flotante...
Es el barco.
Laberinto de árboles,
césped, verde regazo,
cuadernos de barbechos,
preñez de sementera...
Es el campo.
Lagar para desuello,
sangre de su martirio,
festín de las palabras,
llave de los secretos...
Es el vino.
Alcahueta del ocio,
isla de madrugada,
proxeneta del sueño,
albergue de la noche...
Es la cama.
Látigo de pobreza,
la vida desdentada,
alfoz de maldiciones,
agujero del hambre...
Es la miseria.
Ahijado del ciprés,
banquete de gusanos,
padre de su ceniza,
vecino de la nada...
Es el cadáver.
Vivo alfar de la carne,
arcilla de su vientre,
yunque de sinsabores,
brasa que no se apaga...
Es la madre.
Eslabón de la estirpe,
yema nueva en la rama,
otra corteza al tronco,
acueducto de sangre...
Es el hijo.
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