El mundo necesita continuas reformas, porque la misma naturaleza
es una evolución permanente. La cuestión es dar forma al cambio
sin perder el fondo humano. Nada es más terrible que la
humanidad se deshumanice y abandone el objetivo de ser cada día
una sociedad un poco más justa. Bienvenidos los cambios
graduales que se sustentan con los pilares de la ética y los
cimientos de la solidaridad.
Recientemente, el Secretario General de la ONU, Ban Ki-moon, lo
dijo en un discurso ante la Asamblea General, pidiendo reformar
tanto el sistema financiero internacional como su arquitectura.
El mundo de las finanzas no puede seguir omitiendo la globalidad
de las necesidades humanas, sometiéndose a disciplinas sectarias
e ideológicas, que no sirven a la humanización del conjunto, a
la familia humana en su totalidad.
El planeta necesita una innovadora y renovadora reforma
cultural. Hace falta con urgencia redescubrir los valores
comunes y fundamentales sobre los que construir un futuro más
humano. Por principio, cuando defendemos el hábitat, nos estamos
protegiendo a nosotros mismos. De igual modo, al defender una
economía justa el ser humano fraterniza.
Hay que reformar las mentalidades individualistas. El mundo lo
hacemos entre todos, nace en cada uno de nosotros, se desarrolla
en cada uno de nosotros, y dentro de nosotros, cada uno lo vive
de diferente manera, pero siempre necesita del otro, no puede ni
debe encerrarse en sí mismo, o moverse por simple interés
material. Quizás para reformar el mundo antes tenga que
reformarse la ciudadanía. De lo contrario, los excluidos del
sistema pelearán por un mundo que también les pertenece. Surgirá
entonces la guerra, que es una derrota al ser humano y una
vuelta atrás al mundo de la civilización.
Hay que evitar cualquier contienda; todas las batallas son
destructivas. Por ello, la gran reforma de todas las reformas,
si en verdad queremos gozar el mundo, aún está pendiente, se
trata de velar bien las armas y de trabajar a destajo por la
justicia, porque todavía se redistribuye mal la tierra y se
levantan poderes que no saben tener dominio de su uso.
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