481. Quien haya conquistado islas felices en sus años jóvenes
estará siempre en ellas, aunque la vejez no le permita ya
recorrerlas como entonces.
482. Se aprende a vivir como se desaprende a morir; quien ignora
lo primero, no logra lo segundo.
483. No nos podemos librar de la riada del destino y sólo nos
consuela llegar estoicamente a la desembocadura.
484. Las tentativas y los errores son las virutas que el escoplo
de la experiencia va dejando mientras talla nuestra perspectiva
de la vida.
485. Trabajar y amar es empujar la vida cuesta arriba. Caer en
desánimo y desesperanza es rodar con ella cuesta abajo.
486. Las palabras ponen alas a la libertad; cuida que no te
arrepientas de su vuelo.
487. Ser rehén del dolor y mostrarse todavía bondadoso es como
sacar cosecha a un campo a pesar de la sequía.
488. La verdadera soledad es una marejada en la que la barca del
corazón ha roto amarras con los demás y queda a merced del
oleaje de lo intransferible o lo inconfesable.
489. La clave para ser mejor que nuestros maestros es estar
convencido de que nunca los superaremos.
490. Frente a la sabiduría venerable en los estrados académicos,
la astucia imparte sus clases de experiencia en el sucio y
vulgar estrado de la calle.
491. Todo el mundo habla de la maldad de los seres humanos como
si se tratara de un vecino ante el que nosotros nos consideramos
ciudadanos honorables.
492. Hacer poesía con lenguaje heredado es como escribir sobre
la copia de un papel de calco.
493. Haz que los deseos te empujen, no que te arrastren.
494. La imaginación nos desata del puerto de la realidad, pero
nos pone en peligro lanzándonos a su impredecible travesía.
495. No siempre van juntas la imaginación y la libertad; a
veces, la libertad se asusta de la imaginación o la imaginación
le tiene miedo a la libertad.
496. La educación podría aprovechar nuestras fuerzas como los
afluentes canalizan las aguas de los deshielos.
497. Vence los inconvenientes quien los ha previsto.
498. La amistad, al contrario que el amor, va de menos a más.
499. No se envanece en la victoria quien antes de la batalla
asumía una derrota.
500. Pueden dejar de ser remordimientos los pesares, pero nunca
cicatrices en la memoria afeando el rostro de nuestro pasado.
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