Antigüedad
Las aportaciones llegadas a nuestros días, serían
insignificantes sin la aportación iconográfica. Sólo nos han
llegado imágenes de los rituales musicales más importantes.
Pero se tiene constancia de la música desde tiempos
inmemoriales. Según la Biblia, Yubal fue padre de todos los que
tocaban la flauta y la cítara, uno de los instrumentos más
antiguos. La gente era agrupada en tres grandes categorías:
pastores, músicos y herreros y la música constituía el agente
intermedio entre los dioses y los hombres.
Las fuentes del Antiguo Oriente y de Egipto son desconocidas y
las de Grecia y Roma escasas. Los especialistas en música están
de acuerdo en la importancia de instrumentos como el arpa, la
cítara, la trompeta y la flauta en Egipto y en el Próximo
Oriente.
Edad Media
Para comprender los géneros musicales de la Edad Media hay que
tener en cuenta el peso de la Iglesia y la necesidad que tenía
de propagar el mensaje evangélico por todos los medios a su
alcance. El melómano asocia el canto gregoriano con la Edad
Media. El Papa Gregorio el Magno (590-604) propuso la
recopilación y sintetización de los elementos cantados de la
liturgia. Fue el creador del canto gregoriano y en esta época es
cuando comienza a documentarse la música.
Gerard Le Vot destaca el problema de hablar de los géneros
instrumentales y nos recuerda que la materia artística medieval
no era sentida del mismo modo por las personas de la época.
Uno de los problemas de la música medieval son las fuentes. No
existe esbozo de verdadera notación hasta el siglo IX. Durante
siglos se intenta descifrar de forma aleatoria, añadiendo a ello
la mala conservación de los manuscritos.
Hasta el Renacimiento predomina la transmisión oral de la
música, procediendo a la anotación nada más que de una pequeña
parte. El patrimonio que ha llegado hasta nuestros días está
lleno de lagunas. Entre 1350 y 1550 se produce una gran
transformación.
En la música medieval resulta difícil trazar la frontera entre
género y forma. Su repertorio está compuesto por entidades
sonoras diferenciadas y detectables hasta para los oídos menos
expertos.
Renacimiento y Barroco
El Renacimiento plantea el problema de su cronología. Para el
historiador, marca la transición entre la Edad Media y la Edad
Moderna. Artísticamente el Quattrocento ya no pertenece a la
época medieval, pero en cambio coincide con el apogeo de la
polifonía medieval. El renacimiento de las artes visuales
precede al renacimiento musical marcado por el retroceso de la
polifonía en el siglo XVI.
Los musicólogos están de acuerdo en el papel de este siglo. El
Renacimiento significa la ruptura con el dogmatismo y la música
profana comienza a imponerse a la religiosa. Los principales
protagonistas de esta época son los franceses Josquin des Pres y
Clement Janequin, el italiano Giovanni Pierluigi de Palestrina
(1525-1594), el franco-flamenco Orlando di Lasso (1532-1594), el
inglés William Byrd (1542-1623) y el español Tomás Luis de
Victoria (1548-1611). La música instrumental adquiere
importancia a partir del siglo XV.
El siglo XVI viene marcado por el acontecimiento que supuso la
reforma de Lutero (1483-1546) que revolucionó las mentalidades
de los habitantes de gran parte de Europa. La música experimentó
la transformación de los géneros antiguos y la eclosión de otros
nuevos. El Concilio de Trento, celebrado entre 1545 y 1563
también modificó el destino de la música.
Los teóricos encontraron dificultades para expresar la forma y
el género. Casi toda la producción musical era el resultado de
un encargo e implicaba que el compositor debía de plegarse a las
expectativas de un público, a las circunstancias de una
ceremonia o a la composición de una orquesta.
La característica técnica más perceptible del barroco es el
principio del bajo continuo que consiste en escribir debajo de
la melodía una simple parte de bajo. Por ello hacían falta
cuatro intérpretes para una sonata a tres. La música barroca
crea sus propias herramientas. Todos los géneros se benefician
de ello.
La música instrumental pasa a ocupar un lugar sin precedentes.
La implantación de la imprenta permitió la difusión de
partituras y su lectura se facilitó con el sistema de tablaturas.
El laúd se afianzó como el instrumento rey en el siglo XVII y el
piano ejerció un dominio casi absoluto en el siglo XVIII.
Los progresos en la fabricación de instrumentos transformaron el
grupo de cuerdas con arco. La familia de las violas constaba de
viola de brazo, viola de gamba y violín.
Los instrumentos de teclado embocan gran parte de la música en
el camino de un creciente virtuosismo digital. Su impulsor fue
el clavicémbalo en el siglo XVII. A diferencia de otros
instrumentos de cuerda el clavicémbalo permite la utilización de
los diez dedos y enriquece durante cerca de dos siglos todos los
parámetros del lenguaje musical.
Clasicismo y prerromanticismo
La segunda mitad del siglo XVIII se caracteriza por la
supremacía musical germánica. Se sustituye el clavicémbalo por
el piano. Los cuarenta años transcurridos entre la muerte de
Johann Sebastian Bach (1750) y Wolfgang Amadeus Mozart (1791)
son conocidos como clasicismo vienés.
El siglo XVIII es percibido como el siglo francés. La Revolución
francesa proclama la igualdad entre los hombres. Si las letras y
las artes resplandecen en Francia, no puede decirse lo mismo en
el campo musical. Viena resplandece con un brillo intenso y se
convierte en la capital mundial de la música. Sin embargo tarda
en reconocer el genio de Mozart, refugiándose en el talento de
Beethoven y Schubert.
El periodo clásico es muy breve y se define como el momento de
equilibrio en las formidables tensiones que se ejercen entre la
voluntad estabilizadora y las premisas de un romanticismo
incipiente. Presenta un triple carácter de transición, de
epílogo y de apertura.
El diapasón indica el registro de una voz o de un instrumento.
Es el sonido con el cuál oímos afinarse la orquesta antes de un
concierto.
Siglo XIX
El romanticismo se define como una reacción al Siglo de las
Luces. El hombre romántico renuncia a ser el engranaje del
mundo. El yo se transforma y en la creación de obras se traducen
las alegrías y los tormentos, esperanzas y revueltas y la
alienación o la aniquilación del creador por la locura o el
suicidio.
El romanticismo trastocó antes la literatura que la música o la
pintura. El papel precursor que desempeño Alemania es
incontestable. Hasta aquí, mi piano soy yo, es mi palabra, es mi
vida, es el depositario íntimo de todo lo que se agitó en mi
cerebro en los días más ardientes de mi juventud. Es ahí donde
han estado todos mis deseos, todos mis sueños, todas mis
alegrías y todo mi dolor. Sus cuerdas se han estremecido bajo
mis pasiones, sus dóciles teclas han obedecido todos mis
caprichos, escribió Franz List.
La música romántica marca el triunfo de la música instrumental.
También coincide con el apogeo de la ópera.
El siglo XIX se abre con la epopeya de Napoleón, cuyo dramático
final supone un hundimiento moral. 1830 marca en Francia una
primera génesis del Romanticismo: Víctor Hugo presenta Hernani,
Delacroix pinta La libertad guiando al pueblo y Héctor Berlioz
compone la Sinfonía Fantástica.
Franz List es el único que permite hacer la transición entre la
primera y segunda oleada de románticos. En la segunda mitad del
siglo XIX las naciones europeas ganan su independencia. Existe
conciencia de peligros exteriores. En 1870 se forma el reino
italiano y en 1871 el imperio alemán.
En Bohemia surge un sentimiento nacionalista contra las minorías
alemana, magiar y polaca y en España se implanta la Primera
República entre 1873 y 1875 cuya Constitución que no se llegó a
aprobar, reconocía a los Estados que la forman.
La segunda etapa romántica se caracteriza por el éxito de la
ópera nacional. Permite la transmisión al público de un mensaje
patriótico. Supone un acto de independencia. La gran opera
francesa se desarrolla tanto en contra de la ópera italiana como
de la reforma wagneriana.
Siglo XX
En el siglo XX los géneros musicales se escriben más en términos
de mutación, de experimento y de síntesis que de invención y
determinación categórica. Dividimos este siglo en dos partes: en
la primera se hace referencia a los cambios producidos en los
viejos géneros y en la segunda se replanteará el concepto de
género a través de diversos experimentos y síntesis.
El ballet en Stravinski, el concierto para solista en Berg o la
cantata en Honegger conducen a una reflexión sobre el género
musical como instrumento transformador. En cuanto a los
experimentos y síntesis hay que referirse a Boulez, Ligetti o
Penderecki.
La música del siglo XX manifestó nuevas ambiciones, abrió nuevos
centros y se sumergió en nuevos terrenos. El público
contemporáneo se encuentra ante una desconcertante nebulosa.
Todo está permitido. El devenir de los géneros musicales no
constituye la menor de las singularidades de la reciente
evolución musical.
Para ampliar:
- Denizeu, Gerard: “Los géneros musicales”, Barcelona: Ediciones
Robinbook, 2002.
- Albors, Ignasi: “Cinc cèntims de música per a no melómans”,
Deria, Barcelona, 2003.
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