Le borraron la sonrisa nada más llegar. Ella, a la que
siempre le precedía la alegría y el alboroto, su puro nervio
y sus andares mareados, se fue apagando de a poco. Nunca fue
Maite… hasta ahora, que es ‘La Pilar’. Y ahora se va
dejándonos con la miel en los labios. La banda sonora de la
oficina con su voz siempre en plano secundario, entre
tecleos, ‘Las cifras’ y ‘El apunte’; entre ‘Las frases, los
pies de foto (en los que ella nunca sabe muy bien qué poner)
y las declaraciones de última hora. Su voz resuena, y
seguirá presente, en todas las esquinas de ese habitáculo
desamparado sin los prometidos muebles de Barcelona, que
viajan por todo el mundo sin haber encontrado aún su
destino. Da igual, a ella siempre se le coge el punto en la
conversación, a sus palabras entremezcladas y a sus sonidos
correcaminos. Una todoterreno de colores vivos, ideas
disparatadas y reivindicaciones de trabajadora y persona
libre, sensata.
Me quedo sin su ‘descafeinado de sobre, en vaso, y que queme
mucho, muchiiiiiiiisimo la leche’ (acompañado de un vaso de
agua, al que yo siempre le echo un buchito), sin esos tés
escaldando que yo no puedo sacar del ‘micro’ (aunque en el
‘súper’ lo echarán más en falta), sin los ‘abuelos’, sin la
navaja para comerme mis ‘peras’, sin mi compañera de batalla
que defiende un estilo del que yo dudaba en un principio.
Se va mi referente, la del Pasapalabra de Shangai, la que
empalma un tema con otro, la que gestiona empresas aun
dormida, la que le roba minutos al sueño para ganarle la
batalla al día. El desorden, invasión de papeles y recortes
de periódico, espacio delgado y grande sin parangón, eterna
pelea por pagar una cuenta. Adiós a los mails por lo bajo, a
los ‘voy’, ‘ok’, ‘estoy’ en el móvil a las 15.30, a la
colada con las gafas colgando… Al QUÉ SABE NADIE… Agur,
agur, adiós, adiós (pero hasta luego…).
Marquesa en la cueva del bicho, ahora se va encumbrada en su
reinado. Aunque a veces pienso que pude haber sido más
consuelo en su mundo estrellado, nunca estuvo sola, siempre
contó con una mirada perdida desde la otra punta de la mesa.
Ahora me quedo encerrada y sola, paseando en el descanso y
buscando libros a ratos mientras finjo más que hablo en una
jaula de letras y despropósitos, a la par que cruzo los
dedos suspirando por una flecha de salida. Pero me consuela
saber que en algo tuve que ver con esta partida de buen
sabor de boca. Ahora soy yo la que ‘está encantada’ de haber
compartido el espacio con mi sinónima de dolores de espalda.
Quién sabe si algún día la vida nos vuelva a poner de cara,
codo con codo, tecla a tecla. De momento espero seguir
compartiendo charla, cacharro y recreos.
Mucha suerte en tu nueva andadura, ve con esa sonrisa que
recuperaste y te caracteriza..
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