• M. Alonso

    Pedacitos de una vida

    Pilar

    por Mónica Alonso Calderón


Le borraron la sonrisa nada más llegar. Ella, a la que siempre le precedía la alegría y el alboroto, su puro nervio y sus andares mareados, se fue apagando de a poco. Nunca fue Maite… hasta ahora, que es ‘La Pilar’. Y ahora se va dejándonos con la miel en los labios. La banda sonora de la oficina con su voz siempre en plano secundario, entre tecleos, ‘Las cifras’ y ‘El apunte’; entre ‘Las frases, los pies de foto (en los que ella nunca sabe muy bien qué poner) y las declaraciones de última hora. Su voz resuena, y seguirá presente, en todas las esquinas de ese habitáculo desamparado sin los prometidos muebles de Barcelona, que viajan por todo el mundo sin haber encontrado aún su destino. Da igual, a ella siempre se le coge el punto en la conversación, a sus palabras entremezcladas y a sus sonidos correcaminos. Una todoterreno de colores vivos, ideas disparatadas y reivindicaciones de trabajadora y persona libre, sensata.

Me quedo sin su ‘descafeinado de sobre, en vaso, y que queme mucho, muchiiiiiiiisimo la leche’ (acompañado de un vaso de agua, al que yo siempre le echo un buchito), sin esos tés escaldando que yo no puedo sacar del ‘micro’ (aunque en el ‘súper’ lo echarán más en falta), sin los ‘abuelos’, sin la navaja para comerme mis ‘peras’, sin mi compañera de batalla que defiende un estilo del que yo dudaba en un principio.

Se va mi referente, la del Pasapalabra de Shangai, la que empalma un tema con otro, la que gestiona empresas aun dormida, la que le roba minutos al sueño para ganarle la batalla al día. El desorden, invasión de papeles y recortes de periódico, espacio delgado y grande sin parangón, eterna pelea por pagar una cuenta. Adiós a los mails por lo bajo, a los ‘voy’, ‘ok’, ‘estoy’ en el móvil a las 15.30, a la colada con las gafas colgando… Al QUÉ SABE NADIE… Agur, agur, adiós, adiós (pero hasta luego…).

Marquesa en la cueva del bicho, ahora se va encumbrada en su reinado. Aunque a veces pienso que pude haber sido más consuelo en su mundo estrellado, nunca estuvo sola, siempre contó con una mirada perdida desde la otra punta de la mesa. Ahora me quedo encerrada y sola, paseando en el descanso y buscando libros a ratos mientras finjo más que hablo en una jaula de letras y despropósitos, a la par que cruzo los dedos suspirando por una flecha de salida. Pero me consuela saber que en algo tuve que ver con esta partida de buen sabor de boca. Ahora soy yo la que ‘está encantada’ de haber compartido el espacio con mi sinónima de dolores de espalda.

Quién sabe si algún día la vida nos vuelva a poner de cara, codo con codo, tecla a tecla. De momento espero seguir compartiendo charla, cacharro y recreos.

Mucha suerte en tu nueva andadura, ve con esa sonrisa que recuperaste y te caracteriza..

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