Julio 2010
Tras la experiencia -tan rotunda y concluyente como desagradable- tenida el pasado verano con
la leche, y cuyos efectos no terminaron por desaparecer totalmente hasta dos meses más tarde,
me había propuesto dejar pasar un tiempo antes de acometer una nueva prueba.
Sin embargo, como sé que hay muchas personas sufriendo a diario los embates de estas malditas
enfermedades reumáticas y autoinmunes, y sé que es fundamental hablarles de nuestro Régimen
con demostraciones claras y fehacientes, a principios de este año decidí acometer otra prueba
con otro alimento, el pan, que, además de estar totalmente prohibido en el Régimen Ancestral,
por lo que del mismo sabemos en el plano científico y nutricional, considero que puede tener
una muy alta incidencia en la manifestación y desarrollo de la Artritis Reumatoide y demás
patologías que tratamos.
Aclaro que, para que quede probada la incidencia del alimento a prueba en las manifestaciones
de la enfermedad, observo durante todo el tiempo que dura ésta -y desde unos meses antes-
todas las prohibiciones y recomendaciones que se dan en el Régimen Ancestral. La única
excepción es el alimento a prueba.
El pan. Qué es y cómo nos afecta.
El pan que encontramos en cualquier panadería, despacho o supermercado (salvo especiales para
celíacos, que se hace con harinas de maíz y arroz), está hecho en su totalidad con harina de
trigo (aunque puede llevar mezclas de otro cereales) debido a que la panificación convencional
necesita el gluten que contiene el trigo para una correcta acción de la levadura y
fermentación de la masa. Y, el trigo, un cereal que ha formado parte de la dieta de la especie
humana desde los primeros homínidos, en la forma que lo conocemos en la actualidad, nada tiene
que ver con el que durante siglos consumieron nuestros ancestros. Se sabe de algunas
hibridaciones naturales ocurridas en los últimos milenios, posiblemente sin efectos adversos y
sin consecuencias en la alimentación. Sin embargo, al convertirse con los años en un alimento
de gran consumo y de fácil obtención, sus cultivadores y comerciantes no han parado de
buscarle hibridaciones y manipulado su evolución con el único objetivo de hacer más rentable
su cultivo. En la actualidad, sometido a los grandes avances de la ingeniería genética, sus
cromosomas y proteínas lo hacen un alimento distinto al que comieron, no digo ya nuestros
ascendientes de las cavernas, o los posteriores de la Mesopotamia o del antiguo Egipto, sino
nuestros propios abuelos. Según unas investigaciones recientes sabemos que su actual genoma es
10 veces más grande que el humano y 40 veces más que el del arroz, y que sus cromosomas están
muy aumentadas en número y tipos respecto a las especies primarias. Y es por ello que nuestras
enzimas no pueden reconocerlo, dando lugar, por tanto, a reacciones metabólicas o acciones de
mecanismos de intolerancia - todas desconocidas-, a su rechazo como nutriente y al
consiguiente ensuciamiento celular.
La Enfermedad Celíaca (aunque cueste creerlo, es la única patología que la Medicina reconoce
que tiene su origen en la alimentación) es una enfermedad autoinmune que se caracteriza por
una inflamación crónica de la parte proximal del intestino delgado. Ésta es motivada por la
exposición a la gliadina y glutenina, proteínas vegetales de cereales como el trigo, que
componen lo que se llama gluten. Este trastorno provoca cambios en la estructura y función de
la mucosa del intestino delgado (se pierden las vellosidades), por lo que el organismo pierde
la capacidad de absorber los nutrientes de la comida. Para paliar estos efectos suele ser
suficiente la no ingesta de cereales o alimentos que contengan gluten (observen como se aplica
-aunque en grado mínimo- las mismas teorías que contempla y recomienda el Régimen Ancestral
para ésta y otras muchas patologías). Sin embargo, no siempre es así y hay celíacos que no
mejoran con la exclusión. El motivo es que, además de al gluten, también presentan
intolerancia al maíz o al arroz, a la leche, etc.
Estas circunstancias, extensivas en sus muchas variaciones a buena parte de la humanidad,
aporta argumentos para considerar que la enfermedad autoinmune -resultado de una respuesta
inmunitaria contra un xenoantígeno proveniente de un alimento-, al igual que las reumáticas y
otras enfermedades afectas a las teorías del Dr. Seignalet sobre el ensuciamiento celular,
tienen un origen común, y éste -a la vista está-, no es otro que la alimentación actual. Casi
todas ellas tendrían respuesta y un tratamiento completo con la observación del Régimen
Ancestral.
Así, pues, este alimento tan bueno y apetecible, tan tierno y crujiente recién salido del
horno, tan alabado en las religiones y tan popular en todas las culturas, de la manera y con
las harinas con que se elabora en la actualidad, debemos hacerlo objeto de nuestra
consideración y, mal que nos pese, eliminarlo de nuestra dieta. Es igual o mucho más agradable
a la vista y bueno y apetecible al paladar que el que comían nuestros abuelos, y puede que
hasta más barato, pues los técnicos han conseguido que el rendimiento de las cosechas se
multiplique hasta cifras increíbles, pero... nos lo han convertido en un caramelo envenenado.
La prueba con el pan.
Aunque yo nunca había dejado radicalmente el pan (la cantidad que comía -mínima-, parecía ser
aceptable y no producía manifestación alguna), en Marzo comencé a comer a diario -y de manera
progresiva- unas raciones bastante más altas que las habituales. De los 50 g. que comía
(apenas una rebanada pequeña) pasé a comer entre 150 y 300 g. cada día, lo que venía a suponer
una ingesta casi normal en cualquier persona.
Durante los dos primeros meses no advertí dolores, inflamaciones o síntomas que pudiera
achacar a manifestaciones de la Artritis. Sin embargo, a medida que transcurría el tiempo,
llegado primeros de Mayo, acabaron por aparecer. Los síntomas aparecidos son inflamación y
dolor en el tobillo derecho -leve, pero muy fastidioso al andar, resultando ligera cojera- y
la reaparición de una hinchazón no dolorosa (especie de bursitis) en la muñeca izquierda (he
de precisar que esta hinchazón -que jamás tuve antes- tuvo su origen en las pruebas del pasado
verano sobre la leche). Y como no he hecho ningún otro cambio en mi dieta, y son ya casi
cuatro años sin ninguna manifestación y perfectamente estable, no tengo la menor duda que
estos síntomas vienen provocados por la ingesta del pan.
Naturalmente, provocada ya la manifestación, ya tenía que haber dejado de comer pan y ver los
efectos de recuperación. Pero no lo he hecho aún. Pienso que podemos darle más fiabilidad a la
prueba si mantengo la ingesta durante más tiempo sin que observe remisión ni cambios en el
estado de las inflamaciones. Por otra parte, quiero probar si hay alguna reacción a la toma de
antiinflamatorios orales y de corticoides (de cada uno de ellos tomaré dosis apropiadas
durante unos días para ver resultados parciales). Así, pues, no será hasta julio o agosto
cuando termine la prueba, dejando el pan radicalmente y viendo si se produce la desaparición
de los síntomas.
Por ello, a su tiempo, ampliaré este artículo relatando cómo se ha desarrollado el proceso y
si se consigue que remitan los actuales edemas inflamatorios con la eliminación del pan de la
dieta. De momento, ya tenemos claro que la ingesta de pan origina manifestaciones de la
enfermedad.
Junio-Julio, 2010
Resultados parciales con medicamentos y sin ellos (realizados a finales de Junio).
Del 15 al 20 de Junio
Flogoprofen (Etofenamato). Gel antiinflamatorio. Aplicación local 2 veces al día
durante 6 días.
Resultados: Inmediatos. En el tobillo, ligero alivio del dolor pero con muy escasa duración.
En la bursitis no se aprecia el menor cambio.
Días 17, 18 y 19 de Junio
Ibuprofeno 600 mg. Antiinflamatorio. 1 comp. cada 8 h. durante los 3 días.
Resultados: Inmediatos. En el tobillo, alivio parcial y temporal del dolor, pero sin evitar
cojera al deambular. En la bursitis no se aprecia el menor cambio.
Días 20 y 21 de Junio.
Sin tomar nada. Las inflamaciones, dolor y cojera se mantienen sin cambios.
Días 22, 23 y 24 de Junio
Zamene (Deflazacort, corticoide). Una toma de 15 mg. día durante 3 días.
Resultados: Al segundo día. En el tobillo, alivio parcial y sostenido del dolor. La cojera al
andar es menos apreciable. Algo menor el edema. En la bursitis no se aprecia el menor cambio.
Días 25, 26 y 27 de Junio
Sin medicamentos. Comienzo a reducir la ingesta de pan (máx. 70 g.).
Resultados: La mejoría en el tobillo -debida a los corticoides- se mantiene durante 2 días. Al
3º día, el dolor y el edema van regresando. De nuevo es apreciable el edema y la cojera. La
bursitis sigue igual.
Días 28, 29 y 30 de Junio
Sin medicamentos. Continúo reduciendo la ingesta de pan (máx. 40 g.).
Resultados: El dolor y el edema del tobillo han regresado, aunque, este último día, la cojera
se va haciendo algo menos ostensible. La bursitis, igual.
1 de Julio
Sin medicamentos. Continúo reduciendo la ingesta de pan (entre 20 y 40 g.).
Resultados: Parece que la mejora progresa. El dolor y edema del tobillo se aprecian
disminuidos. La cojera es claramente menos ostensible. No así la bursitis de la muñeca, que se
mantiene sin dolor pero sin cambios.
Conclusiones.
Aunque los resultados de la prueba no serán definitivos hasta que transcurran al menos 15 días
de haber comenzado a disminuir la ingesta de pan, podemos hablar de algunas conclusiones:
La ingesta de pan origina manifestaciones de la enfermedad. Éstas, sin duda, serán distintas
en su intensidad, localización y gravedad según las particularidades de cada individuo.
Los medicamentos, como ya sabemos, pueden ayudar a disminuir los síntomas, pero parcial y
temporalmente. Más efectivo el corticoide que los antiinflamatorios. Su uso podría ser
aconsejable para crisis de intensidad media o alta y en períodos cortos (en los principios del
Régimen).
Durante este mes, posiblemente a mediados si progresa la remisión, añadirá unas líneas a esta
página confirmando el resultado positivo de la prueba o, si así no fuera, cómo continúa el
proceso.
Añadido: 2 de Agosto 2010
He esperado a que transcurra todo el mes de Julio para una mejor valoración de los resultados.
Como se esperaba, la disminución de la ingesta de pan ha terminado con el problema. En
realidad ha durado más tiempo de lo que esperaba, pues a mediados de mes aún continuaba con la
hinchazón y el dolor en el tobillo derecho. Incluso, advertí que también el izquierdo me
dolía. Hacia el día 20 comenzó a desaparecer el dolor y las molestias funcionales en ambos
tobillos. Unos días después no sentía ya nada.
Así, pues, me queda definitivamente probado que la ingesta de pan, es decir, los cereales
prohibidos como el trigo y demás, causan manifestaciones en las personas con predisposición a
enfermedades reumáticas o autoinmunes.
No queda más que decir sino que, definitivamente, tenemos que eliminar de nuestra alimentación
toda ingesta de dichos cereales, bien en forma de pan o en todo alimento que los contengan.
Nota:
En
La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio
on line, dispone de descripciones de
otras muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas, autoinmunes en general
y de las denominadas de
ensuciamiento y
eliminación.
URL: La Web de la Artritis Reumatoide