El comer y el cagar forman parte del mismo proceso fisiológico, constituyendo los puntos terminales. Por un extremo entran los alimentos, por el otro se expulsan los desechos. Sin embargo, las ceremonias
son muy distintas. Comemos en grupo, cagamos en solitario. Naturalmente, se invocan razones de higiene. Pero es de preguntarse si serán válidas en el futuro pues los churros saldrán totalmente
esterilizados.
Y bien, las posibilidades son variadas. Veamos. Puede que se continúe cagando en solitario y también se coma en solitario, llenos de vergüenza de hacerlo en grupo. O por el contrario ambas funciones se
cumplan en grupo, y limpiarse el culo sea un acto tan elegante como hoy es limpiarse la boca, ni el material habrá que cambiarlo, servilletas de papel y papel de baño son una y misma cosa. Sin contar que
“¡Vete a la mierda!” ya no se oirá como insulto, y sí el “¡Vete a la lechuga!” o el más sofisticado “¡Vete al pato a la naranja!”
El tiempo lo dirá, ya nada podrá asombrarnos.
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