• M. Alonso

    Pedacitos de una vida

    Ignorancia enredada (amigos 2.0)

    por Mónica Alonso Calderón


Mucho ha cambiado la vida desde que Internet es uno más en el día a día de casi todo el mundo. En mi profesión, por ejemplo, es un amigo más disfrazado de eficaz fuente de información. Nadie se imagina ahora el periodismo sin la red. No hay distancias, ni dato inexistente, ni intimidad, ni secretos.

Cuando estaba en la facultad, la Red nacía mientras yo cambiaba de curso. Esperábamos horas ante la sala de ordenadores hasta que nos llegaba el turno. Y ahora no me imagino la vida sin mi eficaz compañero. De los avances de las tecnologías, también llamadas TIC, podría hablar largo y tendido. Pero hoy quiero centrarme en las redes sociales, curiosas páginas que hacen las veces de discotecas nocturnas con una copa en la mano.

Siendo sincera, fui reacia al principio. Con el Messenger me sentía más cómoda. Pero al final caí, como la mayoría de los mortales. Y ahora tengo más de doscientos amigos, pero sólo hablo con cinco. Amigas de la infancia, del colegio, del instituto; compañeros de trabajo, amigos de amigos… La mayoría, más falsos que las monedas de a peseta. Están ahí, mientras trabajo, mientras navego en busca de información.

Mis amigos 2.0 se enredan en mi día a día, me acompañan en la jornada laboral. Batallamos en los juegos, comentamos las frases del día, y cuando me quiero dar cuenta, ya ha dado la hora para volverme a casa. Curiosamente, si me encuentro alguno de mis contactos por la calle, nos cruzamos de acera. No tenemos de qué hablar, pero añadirle a mi facebook me da caché. Imagínate una red social sin amigos…

El no va más. ¡Soy amiga de Rafa Nadal! Cuelga fotos en su muro, comenta cada partido… ¡Y de Andrés Iniesta! Sí, el mismo que marcó el gol del mundial y marcó nuestras vidas de crisis en un minuto, el 116. Pues con faltas de ortografía y todo, sí, es mi amigo también… Quizás hemos perdido un poco el norte, a lo mejor entre enredos encuentro al hombre de mi vida. Ése que no tiene cara, pero sí muchas fotos colgadas de amigo del recuerdo.
Sinceramente, se pierde un poco el cara a cara, las emociones en directo y las miradas. Ganamos en menos vergüenza y en ‘si te he visto, no me acuerdo’. Pros y contras, caras y cruces. Pero mi sobrino de tres años ligará de esta forma en el futuro. Ya no se lleva eso de pedir los teléfonos, ‘mola’ más el preguntar: ‘¿tienes facebook (o tuenti )? ¿Para qué gastar en teléfono, para qué voces con ventisca, si tenemos un muro para lamentarnos de nuestras alegrías a diario?

Gran invento éste el de las redes sociales. Escaparates colgados en el ciberespacio de lo que no somos, de lo que queremos ser o de lo que queremos ocultar. Total, la mitad de amigos hace tiempo que salieron de nuestras vidas. Nos los encontramos entre muros y nos creemos capaces de pensar que somos los que éramos y que facebook sirve para recordar buenos momentos. A veces pasa, a veces no; pero lo normal es que al final pasemos el rato entre ignorancias enREDadas.

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