Rincón de la Poesía 

Juan Mena
San Fernando (Cádiz)





VIAJE A LA NOSTALGIA

Saber envejecer es la obra maestra de la vida, y una de las cosas más difíciles en el arte dificilísimo de la vida.
Henri Frederic Amiel


En la vejez se aprecia bien un tesoro que se valoraba mal en la juventud: los recuerdos.
Anónimo




I

Se rememoran días de otros años
en que las ramas de las ilusiones
florecían de risas y proyectos.

Ágiles eran nuestras piernas, eran
ágiles nuestros pasos por la vida,
ágil y luchadora la esperanza
tras la cosecha de los objetivos.

Los años desenvuelven sus alfombras
de días que cruzamos con ahínco.

Remamos en las aguas cotidianas
contra el viento de todos los problemas,
respirando una brisa de mañanas
que despuntan riendo en resplandores,
prometiéndonos pan, calor y besos.

Hoy, que la edad nos lleva hasta su cumbre,
y hemos subido tantos escalones,
nos miramos aún vivos aunque sea
escritura del tiempo nuestra piel,
asilo de experiencias nuestras mentes,
posada de recuerdos la memoria,
álbum amarillento ya el pasado,
aunque emotiva la caligrafía.

Pero los sueños no se debilitan
ni se arrinconan porque tengan huellas
de arañazos que han dado los anuarios,
ni porque ya las fuerzas se equivoquen
y te hagan un nudo de torpeza.



I I

“Vamos. Subid al autobús, que nadie
se olvide el maletín del entusiasmo
y el neceser repleto de sonrisas...”

Cuando uno se acomoda en el asiento
y da al olvido la monotonía,
nace del interior aquel muchacho
y la muchacha aquella que estrenaban
la juventud, los días primerizos
del idilio, las manos maniatadas
por la misma emoción, vecinas, tiernas
las bocas que un panal único liban,
silenciosas abejas del susurro,
palabras que se quedan de graffiti
en la pared sensible del recuerdo,
donde ahora leímos lo que fuimos;
ahora que los años han marcado
el feudo del ayer y el del presente.

El autobús va lleno de los sueños
que en nuestras almas han reverdecido...

¿Cómo es posible si la primavera
se nos quedó dormida en los abriles
que decoran retratos de otros tiempos,
moldura de primeras impresiones
tal como tatuajes en el alma?
Cuando se ama, cuando se nos quedan
semillas de las siembras de ilusiones,
renacen en la tierra más madura,
que tantos sacrificios laboraron
humedecidos por sudor y lucha
celando la ganancia de los hijos,
no se mustia el amor sino que vuelve
a verdear si somos guardianes
fieles del entusiasmo, si es que somos
herederos de todos los afanes
que salvamos de todas las tormentas
rudas de la marea de la vida.

¿Ves ese pueblo blanco que se esconde
en el regazo gris de la montaña?

Mira la carretera y sus escoltas
de árboles, cicatrices de caminos,
cremalleras de olivos a lo lejos,
y el parador nos abre sus dos brazos
de descanso y reclamo de cocina.

Más adelante, expandirá la playa
brazos de espuma para recibirnos,
nos cantará su salmo el oleaje
para darnos su paz de atardecida,
huéspedes en los bordes del ocaso
nuestros pies deambulando por los predios
de una reconquistada fantasía.
Todos estos paisajes nos recuerdan
los que vivimos cuando en otros tiempos,
de la felicidad perseguidores
fuimos en selva de dificultades
y estrenábamos risas y propósitos.

Ahora, camino del retorno, demos
gracias al día, que las palmas hagan
coro alegre a una voz por sevillanas



I I I

Esta excursión no acaba y continúa
cuando al regreso leños encendamos
de la conversación celebradora
en torno del café y el juego amable
en que los años dan su testimonio,
la gloria de las canas se enaltece
y una excursión o un baile desentierran
trozos de juventud como retoñan
en el tronco del olmo nuevas hojas.



2º Premio de poesía Asociación de Geriatría y Gerocultura de San Fernando -Cádiz- (2010)









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