Nunca sabes
si te va merodeando el negro
cuando el rebufo
de las penas
arrincona tu mirada.
Varapaleaste a las hormigas
ensalzando a las cigarras: ahora
deambulas entre sombras que se ciernen irascibles
entre el miedo y el olvido,
entre el fracaso y la tumba,
a caballo entre la soga y la caricia.
Duele saber
que la vida es tan efímera como una noche
de madrugadas caídas;
duele vivir
de recuerdos amarillos y dulces;
duele saberse polvo:
corazón
añejo para alboradas en crisis.
Has tenido el mar
pero las olas revolvieron las mareas
de tanto agitar delirios a contraluz.
Solo el rebufo del poniente
podrá recomponer los huesos vacíos…