Las elecciones Municipales y Autonómicas del pasado 22 de mayo han venido a confirmar algo que ya sabíamos todos los españoles: que el Partido Socialista Obrero Español ha recogido la cosecha que en estos últimos años
le sembrara el Sr. Presidente del Gobierno y sus acólitos.
El descalabro en Autonomías, Ayuntamientos y Diputaciones ha sido mayúsculo. Nada menos que 10 puntos y dos millones de votos de diferencia entre las listas ganadoras de la gaviota y los del capullo.
Tendríamos que decir que de ese manifiesto rechazo del pueblo son culpables todos los miembros del ejecutivo, pero, teniendo en cuenta que todo cuanto hacen los Ministros y sus Ministerios ha de pasar por
la aprobación del comandante en jefe, no nos queda otro remedio que señalar al Presidente, Sr. Zapatero, como responsable único de todas las cuitas del Partido y el descontento del electorado.
Y, sí bien es cierto que, como dice el Sr. Presidente, los efectos de la crisis y el paro tienen una parte de culpa, si sumamos dos y dos vemos que aún hay más culpa en que un gobierno permita que
especuladores del poder financiero -nunca nos han dicho quiénes, pero no cuesta imaginar a grandes de las finanzas-, parapetados tras las siglas de aparentemente honestas firmas -que, incluso, han tenido
que contar con la venia o el concurso de gobernantes de países punteros-, consiga arrastrar con los ahorros y economías de un país occidental de primer nivel. Pero, aunque esta catastrófica falta de
previsión, este ignorar que los lobos están ahí al acecho para en cualquier momento meter sus zarpas y arrastrar con todo es inadmisible en quienes gobiernan países occidentales del siglo XXI, es fallo
que lleva parejo cuarto y mitad de indulgencia plenaria por cuanto los especuladores -que seguiremos sin saber, ni investigar, quiénes son- han conseguido metérsela doblada a más de medio mundo.
Por un lado, pero todavía hay cosas más importantes. Por ejemplo, que como consecuencias de que los susodichos vampiros nos hayan dejado más tiesos que Gasparito, el Sr. Presidente haya tenido que aceptar
todo cuanto le han ordenado en la Unión de Mercaderes de Europa y renunciar, incluso, en una clara prostitución del programa, ideas y principios, a todo cuanto prometiera respecto a mejoras sociales en
las campañas de su Partido.
El pueblo -como ya se demostró con González o Aznar- no perdona que le toquen los cojones, o sea, lo que tantos esfuerzos le ha costado conseguir. No puede admitir que se le recorten las miserias que va
consiguiendo como mejora de sus sueldos; que Sus Señorías tengan aseguradas sus pensiones con unos cuantos años de servicios mientras que a los currantes de a pie se les exige 40 años cotizando; que los
sueldos y pensiones de jubilación de estos señores se estimen como "acordes con su dignidad" mientras los de quienes se dejaron la vida en los tajos y construyeron esta España ni siquiera les alcance para
llenar la olla medio mes; que se ayude a los banqueros con el dinero de todos y estos den de lado a las pequeñas empresas, autónomos y trabajadores, privándolos de sus medios de vida y enviando al paro a
media España; que se les robe el piso, los sueños y la dignidad por no poder pagar las hipotecas; que se les obligue a tener que soportar necesidades, paro, hambres y miserias, mientras tal o cual Banco o
compañía de teléfonos anuncian en plena crisis que siguen ganando dinero a espuertas... Para qué seguir.
Las acampadas de la Puerta del Sol de Madrid, y las de todas las plazas de las principales ciudades, aunque todavía no son sino unas mínimas manifestaciones de un pueblo harto de manipulaciones, y que, de
momento, se reflejan en el personal más joven, son una clara demostración de que la ciudadanía está hasta las pelotas de que unos políticos incompetentes -los de aquí y los enfrente, sin excepciones- les
marquen los rumbos por unos cauces que, demostrado una vez y otra, no les llevan a ninguna parte sino a destruirles los sueños y dejarlos sin futuro; que les dicten leyes que sólo favorecen a los más
poderosos, cuando no represivas y coercitivas (como las de la prohibición de fumar en sitios de ocio) argumentadas en la "grave situación económica" o en la integración en Europa.
En las medidas tomadas para paliar la "grave situación económica" se advierte una doble vara de medir, pues son, por un lado, claramente favorecedoras de la Banca y el capital y por otro reductoras de
sueldos y derechos de los productores. Es, sin duda, el más sólido argumento para que se regenere la confianza ("necesaria confianza", que dice el Sr. Zapatero), para que el capital retorne a la inversión,
para que los grandes de la cosa vuelvan a poner sus ojos -y los millones que se llevaron en su monumental estafa- en esta España arrepentida de sus pecados y vuelta a ser chollo y normalidad.
Como integración en Europa, además de los ejemplos que les interesan, también deberían referir los que nunca jamás se ponen: que en Francia o Alemania, un chaval con una carrera media o estudios
profesionales terminados -y si me apuran, hasta un simple camarero o peón de invernaderos-, además de encontrar trabajo con mucha más facilidad que aquí, tienen sueldos de 3.000 ó 4.000 euros al mes en
tanto por estos lares apenas rozan los 1.000 euros. No cabe duda de que en asuntos como este, "España es diferente".
Ciertamente, esta España trimilenaria, sureña y mediterránea es diferente de Europa en muchas cosas: en cultura y costumbres, en carácter, en idiosincrasia... Quizás, ejemplarizar con el carácter festivo
y dicharachero de los españoles no es el mejor argumento, pero, no se puede trasladar a nuestros pueblos y ciudades las costumbres de esos pueblos y ciudades de más allá de los Pirineos donde a las seis
de la tarde no hay un alma por las calles. No se puede imponer por ley -y mucho menos así de pronto, con nocturnidad y alevosía- un cambio en costumbre ancestrales como la que deviene de la prohibición de
fumar en sitios de ocio. Con leyes así lo que han conseguido no es que las gente deje de fumar y que haya más sitios saludables y sin humo, sino, sencillamente, que no haya sitios, que miles de pequeños
hosteleros estén debatiéndose en la miseria o hayan tenido que cerrar, que los que fuman se queden en sus casas (y los que no fuman, también, porque no tienen ni contertulios con los que tomar una copa ni
donde ir) y que, sin pan ni circo, dediquen el tiempo a pensar de dónde les vienen las putadas, a quejarse de que ya están hasta el gorro, a acordarse de la madre que parió a más de cuatro y a concertar citas por Internet o el móvil con otros
aburridos y amargados como ellos para quedar en la Puerta del Sol a ver qué se puede hacer.
Una demostración bastante clara de que el pueblo comienza a moverse. Un débil y aun inmaduro murmullo que se alza desde estos tiempos nuevos para llamar a las puertas del futuro. Un germen de un necesario y ya
imprescindible cambio que los oídos sordos pueden convertir en una nueva Bastilla en esta España diferente.
Al tiempo.
Ver poema
España en marcha, de Gabriel Celaya. (muy relacionado con el 15-M)
Ver
Propuestas aprobadas en la Asamblea de la Puerta del Sol (25-5-2011)
.
Ver Curriculum
