Es curioso que, tras veinte siglos sin mover ni un dedo en lo que respecta a la bestial especulación que sufre el mundo entero, por fin, los "segundos de a bordo" de esta nave que se llama mundo, es
decir, presidentes y gobernantes de naciones punteras, se den cuenta de por dónde les vienen los dolores en el trasero y comiencen a hacer algo más que aplicarse polvitos de talco.
Yo no digo que estén todos los que son ni que sean todos los que están, pero, ni siquiera al más tonto aprendiz de economía se le pasa por alto que las Agencias de Calificación, junto a los grandes Bancos
de inversión de Wall Street y los cuatro o cinco jerarcas a los que jamás les ha visto el rostro ni la madre que los parió, son parte importante de la banda de julandrones que participan en los festines
post coitales de las grandes crisis financieras. Estas agencias, las norteamericanas Standard & Poor's, Moody's y Fitch, nos han demostrado en muchas ocasiones, no digo torpeza, parcialidad o
incompetencia, sino auténticos intereses propios en sus actuaciones o calificaciones a diversos Bancos, empresas, capitales, deudas soberanas o valores de todo tipo. Recuerden, entre otros, el
sobresaliente
cum laude que le tenían concedido a Bear Stearns, a Lehman Brothers, a los tejemanejes del gran estafador Bernard Madoff o a los estadounidenses paquetes de inversión estructurados conocidos
como créditos subprime o hipotecas basura. Comisiones y dólares a espuertas a cambio de triple A. Y, además, sin competencias. Un monopolio -u oligopolio- al que no le gana ni el fabuloso invento de la Viagra.
Pero, hete aquí que el descrédito en que están sumidas es tan manifiesto que, una de las pecadoras, la celebérrima Standard & Poor's, además de confesar, prometer y jurar en el Congreso corregirse de sus
pecados analíticos y comportarse como Dios manda en supervisión interna, no ve otra forma de convencer al respetable de su profundo arrepentimiento y deseos de rehabilitarse que la de recortar la nota a
todo parroquiano emisor de deuda que pueda ofrecer dudas de boquete en el bolsillo. Y, quizás inmersos en la borrachera del examen de conciencia, dolor de corazón y propósito de la enmienda, no se dieron
cuenta de quién era aquel señor de luengas barbas de chivo y chistera barriestrellada que tenían enfrente, ...y le escupieron en toda la jeta. O lo que es lo mismo, que se pusieron a escupir para el
cielo. Naturalmente, les cayó la saliva en la cara.
Cuando el gobierno de Estados Unidos, nada menos que el más grande, rico y poderoso imperio de
todos los tiempos, vio que le rebajaban su clasificación, chascó los dientes, asintió con una
mueca y dijo de forma que no se enteró ni el de la bola: "...and fuck your sister". Y diez minutos más tarde ya había dos legisladores demócratas, Chris Dodd y Barney Frank, recogiendo medidas y proyectando una
reforma financiera de las de no te menees para responsabilizarla de permisibilidad, falta de rigor y abuso al ejercer su poder, lo que la haría responsable -oficialmente, ojo- de buena parte de culpa en
la gran crisis global que padecemos. La inusual decisión del Tío Sam ha supuesto -por ahora- que el presidente de Standard & Poor's, Deven Sharma, haya presentado su dimisión. Un gesto "de humildad y
sacrificio por la patria" que apenas será atemperado por los cientos de millones de dólares que recibirá de acuerdo a su contrato. Como era de esperar, las consecuencias de la bajada de confianza se vio
traducido en un desplome de las Bolsas norteamericanas y de otros países.
También la agencia Moody's rebajó la confianza en la deuda soberana de Japón aduciendo que los del sol naciente tienen agujereado algo más que los calcetines. Al mismo tiempo, también rebajó la nota al
Bank of Tokyo-Mitsubishi UFJ, al Sumitomo Mitsui Banking Corp y a los bancos Mizuho y Mizuho Corporate Bank. Lógicamente, el resultado se tradujo en grandes retrocesos de la Banca nipona en sus
cotizaciones en la Bolsa de Tokio.
Pero... ¿qué son y para qué sirven estas agencias? Las agencias de calificación de riesgos o agencias de rating son empresas que, por cuenta de un cliente, califican unos determinados productos o activos
financieros, ya sean de Bancos, empresas, estados o gobiernos, que pueden ser nacionales, regionales, estados federados o comunidades autónomas. Y cuando una de estas entidades quiere emitir deuda o
solicitar financiación, encarga a una agencia que la evalúe. Con esta evaluación los agentes inversores y prestatarios se orientan para marcar el tipo de interés al que concederían la financiación (aunque no siempre es así y puede haber calificación sin haber sido solicitada).
¿Imaginan cuánto poder acaparan estas empresas?
Y del uso y abuso que hacen de su exclusivo poder -incluidas tácticas de chantaje- puede ser ejemplo lo siguiente leído en la Wikipedia: "...Moody's publicó una calificación no pedida de la multinacional
alemana de seguros Hannover Rück, con una carta subsiguiente a esta empresa en la que indicaba que "esperaba el día en que Hannover estaría dispuesta a pagar". Cuando la dirección de Hannover se negó,
Moody continuó calificando a Hannover Rück, rebajando su calificación durante años, mientras continuaba realizando peticiones de pago que la aseguradora rechazaba. En 2004, Moody's recortó la calificación
de la deuda de Hannover al estatus de basura, y, aunque las otras agencias de calificación habían dado a Hannover buenas calificaciones, los accionistas de Hannover quedaron conmocionados por la
degradación y Hannover perdió 175 millones de USD en capitalización..."
(ver enlace 1)
Actualmente, motivado por la crisis del euro y propiciado por varios dirigentes europeos, se habla de la necesidad de crear al menos una agencia europea de calificación de riesgo. Serviría para
contrarrestar el predominio de las agencias estadounidenses -que también tienen sede en Londres- que apuntan intereses contrarios al euro y favorables al dólar de los Estados Unidos y la libra esterlina
británica. Al menos, parece que se mueven.
Crear una agencia europea puede ser bueno, sin duda, para defender derechos del euro frente al dólar y la libra esterlina, pero, en mi opinión, y visto lo que hay, sería crear un monstruo más que movería
sus siete cabezas al unísono con sus colegas de la otra orilla. Y es inútil pretender o sugerir que se creen organismos o servicios que vigilen el correcto funcionamiento de estas empresas. En todos los
planos del estamento financiero, además de secretos que no conoce ningún humano de sacristía para afuera, hay leyes propias a las que no alcanzan las actuales legislaciones ni los encargados de
aplicarlas.
No obstante, el nuevo gesto de Barack Obama de encararse con los ministros y validos del poderoso caballero (repitiendo el que ya hiciera tras su toma de posesión), nos hace tener ciertas esperanzas de
que, incluso, cosas que son inamovibles pueden ser cambiadas si quienes se atreven a echar tan inaudito pulso, además de una extraordinaria humanidad, sentido de la ética y desbordante honradez, tienen un
par de huevos.
Obama todavía está vivo... Y creo que hay, y siguen naciendo, especimenes de esta extraña mutación a todo lo largo y ancho del mundo. Muy raro sería que, si no nosotros, nuestros hijos o nietos, no vieran
esos prometedores rayos de luz que aflorarán desde esos otros mundos que están en este.
(enlace 1)
Wikipedia. Agencias de calificación de riesgos.
(parr. Descrédito de las agencias)
.
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