LIBROS RECUPERADOS
RECORDANDO A IGNACIO RIVERA PODESTÁ,
POETA GADITANO (1929-2010)
No sabía que Ignacio Rivera Podestá, mi querido amigo Ignacio, a quien conocí allá por el año 1966 en las Tertulias de Educación y Descanso, que dirigía Pepe Segura en Cádiz y provincia, había traspasado
la frontera de los vivos para buscar ese mundo que todo poeta se forja aquí para gozar de su imaginación con telescopio de fe en donde ya el tiempo no tiene manillas ni agenda.
Ignacio, como mi otro buen amigo también desaparecido José Manuel García Gómez (1930-1994) era una de las referencias de la poesía gaditana. Sus publicaciones en
la imprenta de su calle General Luque, en
pleno casco histórico de la ciudad de Hércules, fueron fuentes de incentivo para todos los poetas que se acercaban a él y se editaban unos poemas que salían a la luz bajo su amoroso cuidado.
Pero es necesario dar una referencia casi completa de su personalidad poética, esquema biográfico incluido, que me envía su sobrino Juan José.
Ignacio Rivera Podestá nació en Cádiz, donde desde muy joven comienza a colaborar, aparte del periódico local La Información del Lunes y otros, en revistas nacionales y extranjeras, entre las que cabe
destacar Caleta, Bahía, Caracola, Aldonza , Llanura, La mano en el cajón, Tolva, Tribuna de la cultura, Pliegos de murmurios, La Caña y el Vendaval, La Brocha, Manxa, Arboleda, Alhucema, Pretexto, Gaceta
do Sul, Lírica hispana,
Arena y Cal, El Noticiero, Zenith, El plegable, Metálica, Esparavel, Árbol de Fuego, Cuzcatlán, Boreal, Punto Cardinal, Litoral Argentino, Norte, El Chúcaro, Letras de Cotopaxi, International Poetry, New Wave, etc.
Traducido al inglés, francés, italiano y euskera e incluido en varias antologías poéticas y diccionarios, forma parte de diversas instituciones culturales y ha obtenido numerosos galardones.
En 1962 funda, cuida, dirige y distribuye completamente solo las revistas “Gaviota” y “Torre Tavira” (ya desaparecidas), además de los prestigiosos pliegos “Suplementos Antológicos de Torre Tavira” y “Los
Poetas de Torre Tavira”, de amplia difusión por países de habla hispana , y la colección de libros bajo el mismo gaditano emblema.
Tiene publicados “Palabra de Amor” (Tarayal, Cádiz, 1965), ”Tiraba rosas al amor un día”(Albuhera, Barbate, 1987), (“A corazón abierto” (Torre Tavira”, Cádiz, 1992) y “Selección breve de A corazón
abierto” (Apuntes Mínimos, Madrid, 1996), además de los pliegos “Poema para hablar del tiempo”(1965), “Con luces de Nochebuena” (1990), “A Corazón abierto” (N. Selección, 1997), ”Campanas sobre campanas”
1997) y “Al son de la pandereta” (1998).
González Barba opina que su poesía es rabiosamente autobiográfica, Antonio Murciano lo llama farero de la poesía gaditana; ”...que vuela en mi pañuelo y va a tus manos. ¡Ignacio y Gitanilla del Carmelo!
¡Iguales nuestras almas! ¡Como hermanos! (Gitanilla del Carmelo); ”Gracias por Avemarina para José María Pemán, su extenso, sereno y hermoso poema” (José María Pemán); ”Tu violencia es azul, definitiva.
Tu calma, enamorada y progresiva. Tu Torre, altiva. Tu hambre, desmadrada”(Pilar Paz Pasamar); ”No creo que me taches de adulador si te digo que tu sonetillo final es lo que más fuerza y gracia tiene en
toda la revista “(José Luis Tejada);”Tus versos “En Torno a Jesús Caído” me encantan con belleza y ternura, y sobre todo me llega a fondo el poema El Lienzo”(Antonio Luis Baena); ”Y Diré, como tú, versos
enteros a los ilusionados jornaleros uniendo mi coraje con tu brío”(Manuel Pérez-Casaux); ”Te levantas al pan de cada día abriendo a la mañana su postigo. Así eres tú, Ignacio, amigo, amigo...”(Manuel
Arjonilla); “Es tu “Rivera” aún nido y gorjeo de la mejor canción de aquel primero verso que te cogió como un lacero coge a la codorniz en su verdeo”(Manuel Fernández Mota); ”Cantor de las palomas y
ventanas, de velámenes, jarcias y cordajes, que lleva el mar en su cabeza cana” (Rafael Duarte); ”Yo voy a revelarles un secreto: su Cádiz, que es su amante, le revela ola tras ola el don de su poesía”
(Juan R. Mena); ”Sin baratijas ni boato embiste el cuello por la calle Luque al Palacio de rostro neoclásico” (Rafael Soto Vergés); “Me gustó muchísimo el poema que te premié como jurado”(Miguel Martínez
del Cerro); ”De sobra sé que además de gran poeta eres un excelente amigo”(José Manuel García Gómez); ”Te felicito, Ignacio, por tu cultura poética” (Juan José Téllez); Fernando Quiñones califica su
poesía de entera y verdadera; y Malia Varo lo considera uno de los poetas más altos, más puros y más sinceros del panorama gaditano de todos los tiempos.
Si yo tuviera que opinar sobre su poesía no dudaría en afirmar que tiene en sus versos una claridad gaditanísima, entretejida con motivos inmediatos de la vida cotidiana y enmarcada en el intimismo
expresado en formas clásicas, con una cercanía voluntaria a los poetas de los años 50 y 60. Ignacio no era poeta de reflexión ni de dramas interiores, sino de efluvios de sentimientos entreverados con una
fresca imaginación.
Deja multitud de poemas en antologías. Precisamente en esta Web de
Arena y Cal sobrevivirán como náufragos en el tiempo poemas suyos que el lector curioso puede leer como homenaje a sus
fructíferas inquietudes poéticas.
He aquí un poema de Ignacio Rivera Podestá publicado en
Arena y Cal (Nº 63):
ROMANCILLO DEL PARQUE
Una pareja, enfrente,
en un banco se besan
del parque. Son felices,
-se darán tarde cuenta-
les pertenece el mundo
mientras la tarde, lenta,
se va como durmiendo
en un sopor de siesta.
Él enreda sus manos
en las manos de ella
y sus jóvenes cuerpos
desfallecen, se tensan
bajo las ramas cómplices
de la tupida yedra.
Todo el que pasa mira,
mas ellos no se enteran.
Ladra un perro a lo lejos
con monótona queja,
cantan, cantan los pájaros;
juegan los niños cerca
y esta tarde de julio
a soñar nos condena.
Luego, avaro el sol
con sus oros se aleja,
enmudece el perro
y la tarde bosteza;
los pájaros ya no cantan,
los niños ya no juegan,
quedándose las cosas
silenciosas y quietas.
Sobre el banco vacío
la luna se refleja.
Dos sombras por el parque
se funden con la yedra.