Se caen las estrellas
de tanto iluminar nostalgias.
Ahora
que la vida se despedaza
en rotos cristales de papel
maché,
cuando
el hambre solitario
va asolando los panteones
donde los muertos se ríen
con muecas dulces,
ahora que los urogallos
balbucean panegíricos incongruentes,
se caen
las estrellas
de la noche.
Y no servirán
las burlas de los neones
ni las lámparas de aceite:
el hueco incomprensible
no ha de saciar la sangre
de los esclavos
ni las revoluciones de los proscritos.