En los últimos tiempos ha habido varios usuarios que me manifiestan en sus consultas que, a
pesar de que llevan ya algunos meses siguiendo el Régimen Ancestral -de forma bastante
correcta, según afirman- y haber experimentado mejoras sustanciales desde los principios,
siguen presentando dolores en algunas articulaciones que, a veces, les hace pensar que el
Régimen no estuviese haciendo nada.
Esta continuidad en las manifestaciones -y así se lo hago saber a todos-, no puede ser otra
cosa que uno o más alimentos de los que ingerimos que, aún cuando no esté entre los excluidos
por el Régimen, nos está haciendo daño de la misma forma que lo haría la leche, los cereales o
alimentos excesivamente cocinados. Ocurre porque cada uno somos un mundo y tenemos
particularidades en lo que respecta a metabolismo y sistemas inmune y hormonal. Por ello, una
vez he quedado convencido de que realmente está siguiendo el Régimen correctamente, la
solución que suelo aconsejar es la de hacerse un
Test de Intolerancia a los Alimentos
en un laboratorio de confianza (no todos son de fiar) que nos descubra cuál o cuáles son los
que nos están afectando y, una vez sepamos cuáles son, excluirlos radicalmente de nuestra
dieta.
El Régimen ya contempla y excluye los alimentos que, casi en un 100 por 100, serían causa de
que nuestro metabolismo reaccione negativamente y se produzca ensuciamiento celular. Es el
caso de la leche y lácteos, los cereales y los alimento sometido a excesivas temperaturas.
También aconseja excluir grasas y aceites refinados, alimentos procesados y todos aquellos con
alto contenido en aditivos alimentarios o contaminados por pesticidas, abonos, hormonas,
antibióticos, etc.
Pero, para revisar esos otros aspectos, creo conveniente recordar cómo pueden afectarnos los
alimentos y, dependiendo de su naturaleza, los distintos cuadros clínicos que presentarían.
Entre ellos son a destacar la
Intoxicaciones, las
Alergias y las
Intolerancias alimentarias.
Intoxicación o toxiinfección alimentaria.
En nuestra dieta diaria entran alimentos de todo tipo y procedencia, en los que la mayoría
de ellos, si somos exigentes y controlamos su calidad y origen, no nos afectan para nada.
Pero, como es imposible saber la calidad, frescura y contenido en patógenos o tóxicos de todo
lo que comemos, en ocasiones puede llegar a nuestro plato algún alimento que, sin
aparentemente estar pasado de fecha o defectuoso, puede ser puro veneno para nuestro
metabolismo. Esta ingesta circunstancial es lo que daría lugar a una intoxicación o
toxiinfección alimentaria, generalmente, producida por bacterias, virus, priones o parásitos
-y sus productos metabólicos- que nos produciría náuseas, dolor abdominal, vómitos, diarrea,
fiebre, dolor de cabeza y fatiga. Su comienzo suele ser brusco y casi inmediato a la ingesta
y, por ello, identificado de inmediato el agente patógeno. Normalmente, y salvo situaciones
excepcionales por la cantidad o poder tóxico del agente involucrado -que podría llegar a
producir enfermedades crónicas o, incluso, mortales-, remiten en unos pocos días sin dejar más
secuelas. No suelen tener mayor relevancia en el caso de que se padezcan enfermedades
autoinmunes.
Alergias.
La alergia es una hipersensibilidad a una partícula o sustancia que, si se inhala, ingiere
o se toca, produce unos síntomas característicos. Esta alergia puede ser a alimentos, ácaros,
polen, animales, metales, etc. La sustancia se denomina "alérgeno", y los síntomas son
definidos como "reacciones alérgicas". Cuando un alérgeno penetra en el organismo, el sistema
inmunitario responde produciendo una gran cantidad de anticuerpos llamados inmunoglobulinas E
(IgE) y activando otros mecanismos del sistema. La sucesiva exposición al mismo alérgeno
producirá la liberación de mediadores químicos, en particular la histamina, que producirán los
síntomas típicos de la reacción alérgica. Las manifestaciones más comunes aparecen en la piel,
visión y aparato respiratorio, generalmente acompañadas de problemas digestivos, vómitos,
diarreas y dolor abdominal. Al igual que en las intoxicaciones, el comienzo de la
sintomatología suele ser inmediato y el agente causal descubierto sobre la marcha.
Naturalmente, hay que excluir de la dieta el alimento causante o evitar todo contacto con el
elemento, sustancia o ambiente que nos la produce. Y, como su exclusión es inmediata, tampoco
tendría incidencia en las enfermedades autoinmunes.
Intolerancias alimentarias.
Aquí es donde podemos encontrar el gran problema que, a pesar de seguir el Régimen
Ancestral con total fidelidad, haría persistir las manifestaciones haciéndonos dudar de la
bondad y efectividad de éste. Y es que la intolerancia, a diferencia de la alergia, no
desencadena una reacción inmediata del sistema inmune -que nos facilitaría su consecuente
conocimiento-, sino que obra sobre el metabolismo haciendo diversas interacciones que provocan
la acción del sistema inmune de manera paulatina, continuada y a más largo plazo que las
alergias (que se perpetúa en el tiempo). Tampoco es la inmunoglobulina E (IgE) la que se ve
alterada sino la G (IgG), y en menor medida la IgM y la IgA, proteínas que en su mayoría obran
como anticuerpos y que inducen a interacciones entre el sistema inmunitario, sistema nervioso
y sistema endocrino. Los valores anormales de IgG -y sus subclases- producen alteraciones en
la respuesta inmune que están asociadas a diversas enfermedades y sintomatología clínica
(infecciones recurrentes o severas, eczemas, dermatitis, fibrosis, pulmonares, renales,
infertilidad, etc.). En la Artritis Reumatoide (AR) se observan niveles de IgG1
significativamente elevados, en asociación con niveles disminuidos de IgG2 e IgG4. Una de las
causas más comunes por las que se produce estas alteraciones es la ausencia o déficit de
determinadas enzimas como la diaminooxidasa (DAO) digestiva, si bien, en algunos casos, esta
enzima puede estar inhibida por el propio alimento. En general, el paciente de una enfermedad
autoinmune, lo que experimenta tras la ingesta continuada de un alimento al que presenta
intolerancia es un recrudecimiento de los dolores articulares y demás manifestaciones propias
de su patología. Por ello es imprescindible descubrir el alimento en cuestión y agregarlo a
los excluidos en el Régimen para completar su acción.
Debemos tener en cuenta que las
Intolerancias alimentarias tienen extraordinaria
importancia en manifestaciones patológicas de todo tipo y que la sufren más del 60 % de la
población. Por ello, y porque no todo el mundo sufre enfermedades autoinmunes, quiero exponer
dos factores:
1º) La intolerancia a algunos alimentos puede ser ingénita, es decir, nuestro metabolismo está
condicionado por factores genéticos (como la deficiencia hormonal señalada más arriba, u otros
participados por el sistema inmune) en cuyo caso, padezcamos o no cualquier otra patología,
debemos excluir el alimento señalado para siempre.
2º) Nuestro metabolismo puede estar supeditado a condicionamientos temporales derivados de una
alimentación poco saludable llevada durante años, dieta que, si cambiamos a una exenta de todo
cuanto puede afectarnos (tal como el Régimen Ancestral), al quedar nuestro organismo libre de
tóxicos y recuperar su efectividad natural, podría permitirnos reintroducir el alimento que
nos afecta sin que volviera a producir manifestación alguna. La reintroducción se debe hacer
comenzando con la ingesta de pequeñas cantidades, para comprobar que no hay reacción de ningún
tipo, e ir aumentándola progresivamente. Esta circunstancia es extensible a los que, por
padecer patologías autoinmunes, estén siguiendo el Régimen Ancestral.
Alimentos más comunes que suelen causar alergias o intolerancias alimentarias.
Leche y derivados (lactosa, caseína, lactosuero, presente en todas las leches animales).
Huevos (albúmina, proteína presente en la clara).
Pescados (parválbumina o Gad c 1, presente en casi todos los pescados),
Mariscos (tropomiosínas -y exceso de histaminas si no está bien fresco-).
Trigo, cebada, centeno, espelta, avena (gluten, albúmina, gliadina y glutenina).
Maíz (proteínas propias, zeína, globulinas prolaminas glutemina)
Chocolate (aminas biogénicas, grasas saturadas y otros componentes).
Cerdo y derivados (toxinas, parasitosis y otros patógenos contenidos en carne y
grasas).
Pollo (contaminación microbiana, toxinas y parasitosis en carnes).
Tomate (diversos alérgenos, Lyc e 1, Lyc e 3, solanina).
Patata (alcaloides, solanina).
Legumbres (globulinas, albúmina, fructosa, lectina, taninos).
Soja (tiolproteasa (LTP), proteínas hidrofóbicas, profilinas).
Frutas (profilinas, proteasas, LTP).
Nueces y otros frutos secos ( vicilinas y albúminas 2S).
Levadura (glúcidos y componentes en las químicas).
Semillas de sésamo, girasol y mostaza (Hel a 1, profilina, Hel a 2S albúmina).
A tener en cuenta que la capacidad de algunos alérgenos alimenticios desaparece en todo o en
parte cuando se cocinan o se procesan, ya que se desnaturalizan las proteínas. Asimismo,
pueden producir reacciones alérgicas algunos aditivos alimentarios que ingerimos con casi
todas las comidas como los colorantes, conservantes, emulgentes, espesantes, etc.
No he creído procedente introducir en el tema funciones o descripciones que implicarían el uso
de las complejidades de la terminología médica, o sea, hablar de mecanismos de acción o
funciones sistémicas como "...la asociación entre moléculas del sistema HLA-DR en su cometido
de presentar los péptidos a los linfocitos TCD4 o TCD8, o cómo se fijan los macrófagos con sus
receptores en el fragmento Fc de las IgG y C3 para ocasionar la fagocitosis...", etc., etc.,
etc., porque, aparte de que se podría considerar una absoluta pedantería, el lector interesado
en estas lecturas, a menos que fuese un profesional experto, no entendería ni una papa. Así,
pues, creo que sintetizado y en el lenguaje divulgativo utilizado aquí para exponer el tema,
si bien el profesional no encontrará nada que le pueda servir para seguir aumentando sus
conocimientos, a los que sufren o hemos sufrido alguna patología de las que tratamos, le
resultará suficientemente claro y entendible para reflexionar y, quizás, encontrar, el motivo
por el que, a pesar de esforzarse en llevar el Régimen lo mejor posible, los dolorcitos de las
manos y las muñecas siguen amargándole la vida en su devenir cotidiano.
Ya lo saben: Si con el Régimen no se le quitan todos los dolores en un tiempo razonable, hay
en su dieta algún alimento que es el culpable. Descúbranlo y no vuelvan a comerlo. Cuando lo
hayan hecho tendrán la grata experiencia de saber lo sencillo que era eliminar de su vida -y
por completo- los dolores de esa enfermedad que casi todos dicen, "que no tiene cura".
Nota:
En
La Web de la Artritis Reumatoide, además de un consultorio
on line, dispone de descripciones de
otras muchas patologías comprendidas entre las reumatológicas,
neurológicas, autoinmunes en general
y de las denominadas de
ensuciamiento y
eliminación.
URL: La Web de la Artritis Reumatoide