801. El río de la vida desciende tumultuoso y turbio con muy pocos remansos donde se respire sosiego y bondad, que solamente encuentra la gente serena y bondadosa.
802. Cuando un alma se viste elegantemente para ocultar fracasos, vergüenzas y dolores, deja traslucir algo bajo una inocente transparencia para la admiración de quienes observan tan costoso vestido.
803. Pocos quieren estar junto a los que nada tienen o son infelices; y de esos pocos, la mitad lo hacen por compromiso y la otra mitad por descargar en ellos un exceso de su felicidad momentánea.
804. La crianza de un hijo se dirige hacia arriba, la educación hacia delante, pero en las pasiones no sabemos qué direcciones tomarán por sí mismas.
805. Reír es fácil; pero, a veces, es difícil encontrar una razón para reír.
806. Ni somos nuestros bienes, ni nuestros amores, ni nuestros triunfos; somos el que se acepta a sí mismo indefenso en la desnudez de todo aquello.
807. Con el pesimismo aceptamos mejor los prejuicios, como el trapecista utiliza la red por si acaso el salto le falla.
808. Ante la mentira, la verdad lanza todas sus armas, pero ante la duda se queda desarmada.
809. La vida es un invisible ring donde boxean a muerte deseos contra realidades y nosotros no somos nada más que los masajistas de nuestros deseos tantas veces noqueados.
810. Con los retazos de alegrías purísimas en este mundo hemos de entretejer la túnica con la que pasearemos por las avenidas de la eternidad.
811. Cuando la alegría no puede acallar el dolor, el amor lo mitiga sobrellevándolo.
812. Deseo, ballestero de dardos invisibles, apostado en almenas de mis ojos al verte...
813. Si quieres la paz, muéstrale sus ventajas a quien quiere la guerra.
814. No es motivo de orgullo ser un alma noble cuando la nobleza se debe a soportar a las almas mediocres y a las almas malas. Quedaría como un precioso busto sobre un montón de estiércol.
815. Es imposible atender a las señales del futuro cuando el pasado no para de darnos voces con la estridencia del pesar.
816. Nos resentimos contra la felicidad que no nos hizo conscientes de que era tan nuestra y que ahora la evocamos ya perdida.
817. Quien está obligado a recibir a la fatalidad y le cierra la puerta, la fatalidad se la abre a patadas.
818. Jugamos a ser libres mientras el destino está de buenas.
819. La sociedad te engaña, la naturaleza te equivoca. No tienes otra salida que un egoísmo que manipule las relaciones de la sociedad y sortee los vicios de la naturaleza para no ser una víctima total.
820. La inteligencia no demuestra que lo es hasta que, por instinto de conservación, deja de serlo.
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