Año nuevo, vida nueva. Es lo que solemos decir todos cuando el pavo, los langostinos y las burbujas del champán alegrando la mesa nos confirman que andamos ya por la noche de San Silvestre. Al día
siguiente, el programa por delante: fuera el tabaco para siempre, a inscribirnos en el gimnasio del final de la calle, a comprar la bicicleta para no ir a trabajo en el coche, a ir al médico para el chequeo que nos
recomendó Mariano hace ocho o diez años..., en fin, todo lo que estamos convencido de que es necesario hacer, que hemos prometido cien veces y que, por una cosa u otra, siempre se nos queda en buenos y olvidados deseos.
Pero, lo del Gobierno que estrenamos con este nuevo año es bien distinto... El señor Rajoy y su flamante equipo de gobierno ya lo han dicho hasta la saciedad: "Vamos a arreglar España. Sabemos
perfectamente lo que tenemos que hacer... y lo haremos. Puede que nos cueste un poco de trabajo y sacrificio, pero vamos a hacer todo lo necesario para que España esté a la altura que se merece, en el
lugar que le corresponde y que nunca debió perder."
Suena algo así como lo que dijo el ínclito Alfonso Guerra en igual evento del año 1982: "...y vamos a dejá España que no la va a conocé ni la mare que la parió." Que cuatro años más tarde justificaba con
lo de "Hombre, es que la coyuntura es la coyuntura..." O aquello de "Y na más entrá vamos a creá ochocientos mil puestos de trabajo..." Que luego explicó "Que va, hombre, que va. Yo dije ochocientos o
mil, lo que pasa es que ustedes los de la prensa lo entendéis tó como os da la gana..."
En principio, la impresión que da el señor presidente y su equipo es que, realmente, tienen las ideas bien claras y van a llevar a cabo una ejecutoria perfectamente razonada y en concordancia con las
actuales necesidades de nuestro país. Incluso, yo diría que se advierte un halo de buena voluntad y de querer trabajar por un cambio inmediato que restituya, no sólo la economía y los puestos de trabajo
perdidos en estos fatídicos años, sino la confianza de los españoles por el partido y la filosofía que representan.
El tiempo, como es habitual, vendrá a poner cada cosa en su sitio. No podemos ni debemos adelantar acontecimientos. Sin embargo, quizás podamos hablar ya de que algunas de las "medidas de ajuste" no se
van a poner en práctica hasta llegada la primavera. No se puede poner en peligro un feudo tan importante como el andalusí, virgen, impoluto y jamás tocado por el partido, por quítame allá unos recortes en
las nóminas de los funcionarios o nuevas subidas de los impuestos, que tiempo habrá para hacer lo que haya que hacer cuando el estallido de color de los capullos nos anuncien mejores tiempos.
Así, pues, cerrada y finiquitada la historia del País de Nunca Jamás, este país que el niño que no quería crecer gobernó a su manera, tenemos al Capitán Garfio convertido en jefe de la nave y dispuesto a
llevarnos a una nueva singladura que puede ser definitiva para el futuro de España y los españoles.
Y no es que pretenda que nadie deje de poner sus velitas a San Judas Tadeo o a Santa Rita de Casia, pero..., ¿qué nos impide que dejemos a un lado lo que nos dice la experiencia y la Historia y confiemos
en que este nuevo gobierno sea capaz de sacar a flote lo que queda de esta pobre España sin tirar al agua a los más débiles?, ¿por qué no pueden ser estos nuevos adalides los que nos lleven a la victoria
sin que unos vayan en andas o bajo palio y otros se mueran de hambre por el camino?
Sí, sí, ya sé que perspectivas así pertenecen al gremio de las utopías y sólo se dan en los sueños, pero, ¿qué nos impide soñar en tanto el amanecer no venga a enseñarnos las fauces de la realidad? ¿Y si
el sueño se cumple? ¿Y si tras la giocondiana sonrisa del nuevo Caudillo lo que se esconde es el alma dolorida de un sentimental mezcla de humano y arcángel? ¿Quién podría afirmar que el barbudo adalid de
la sonrisa mística no sea capaz de imponer lo que dice la ley de Dios en cuanto príncipes y señores intenten continuar la ancestral regla del "uno pa ti y veinte pa mí"?
Habrá que esperar a que los tallos de las flores comiencen a echar sus primeros brotes. Para entonces sabremos si ángel o diablo, si utopía o realidad, si es posible escribir la Historia con hechos
distintos a los que siempre fueron, si la mano izquierda sonreirá feliz cuando sepa lo que hace la derecha... Si así no fuera, tendremos que decir que los renglones torcidos de Dios no fueron sino simple consecuencia de ver los resultados de su última creación...
Sea lo que sea, Feliz Año a todos.
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