Parte de mí
se escapa
en las bifurcaciones húmedas
donde el amor se hace niño
y la pasión milagro.
Parte de mí
se rompe
entre las avenidas de las tumbas
con olor a savia rancia
y a pecados ocultos.
Dodecaedros de sexo negro
juegan a las tres esquinas del columpio
entre murmullos de lejanías:
óxido azul
que se bambolea
en los confines de la tarde
amanecida de hormonas y nubes.
Parte de mí
se finge
ojos en labios carnosos
entre tulipanes y margaritas
o en velos de añil y rosas.
Parte de mí
no entiende ser parte de un dolor
que rezuma cabizbajos placeres…